Editorial

Gasoducto para el desarrollo

El acceso a los servicios estratégicos como la energía, en este caso el gas natural, es clave para la configurar el perfil productivo de un territorio. La energía barata representa una ventaja comparativa que hace a la indispensable competitividad que una industria debe tener hoy para sobrevivir en un mercado que en determinados sectores de la economía es salvaje.

Desde una perspectiva funcional y utilitaria, el gas natural constituye una de las principales fuentes de energía que se emplean en todo el mundo tanto para uso doméstico como para uso industrial o comercial. Desde un enfoque ambiental, en comparación con otras fuentes de energía como el petróleo o el carbón, el gas natural es mucho menos perjudicial el medio ambiente ya que no genera cantidades de dióxido de carbono semejantes a las que producen los dos tipos de combustibles mencionados.

Además, el gas es también un recurso más accesible en términos económicos que, por ejemplo, el petróleo y esto hace que su consumo pueda ser industrial, sector que explica el mayor uso, pero también doméstico donde mejora la calidad de vida de la gente al permitir cocinar, calentar el agua o calefaccionar un ambiente a bajo costo. Y aquí juega un papel central la infraestructura, es decir de qué forma se provee de gas a una comunidad: puede ser a través de un gasoducto o mediante el denominado gas envasado en garrafas. 

Si bien la inversión en gasoductos es elevada, garantiza a la población un precio más económico que el que cuestan las garrafas, que tiene entre sus variables de costos el transporte por tierra. 

La semana pasada el Gobierno nacional confirmó la construcción de una obra complementaria que no estaba incluida en el proyecto original del Gasoducto del Noreste Argentino (GNEA). Se trata del gasoducto regional, al que algunos bautizaron industrial y otros lechero porque entre sus principales beneficiarios se encuentran empresas lácteas, que aumentará la disponibilidad del recurso en Esperanza, Rafaela, Lehmann y Sunchales. Fue una buena idea la de proponer esta variante que permitirá eliminar las restricciones a industrias de la región que en el algunos casos han tenido que posponer proyectos de inversión por falta de energía barata, y eso lógicamente impide crear nuevos puestos de trabajo asociados a las inversiones productivas. 

La licitación correspondiente ya está en proceso de elaboración, por lo que en lo que va del año se estima pueda iniciarse la construcción que se extenderá al menos por doce meses. El gasoducto regional es una de las grandes obras de infraestructura que requiere esta macrozona, como lo es el nuevo acueducto para Rafaela y la autovía de la Ruta Nacional 34. 

Es una saludable apuesta al desarrollo el proyecto total del GNEA, que contempla 4.144 kilómetros de gasoductos troncales y de aproximación. Se origina en el Gasoducto Juana Azurduy y abastecerá a 168 localidades de seis provincias: 31 de Formosa, 34 de Chaco, 41 de Santa Fe, 1 de Salta y 65 localidades entre Corrientes y Misiones. Una vez finalizadas las redes domiciliarias, brindará provisión de gas a 3.400.000 personas.

Según informó el Ministerio de Planificación, la inversión será de 25.000 millones de pesos y la construcción, que ha sido planificada en tres etapas, insumirá la participación de más de 28 contratistas, todos nacionales. En tanto, la obra generará un total de 25.000 puestos de trabajo. Además, el GNEA suma una inversión de 3500 millones de pesos para construir 15.000 km de redes domiciliarias, lo que lleva el monto total de inversión a los 28.500 millones de pesos.

En la Etapa I se abastecen en total a 23 localidades de tres provincias, de las cuales ocho son de Formosa; una de Salta y catorce de Santa Fe. Rafaela, Esperanza, Sunchales y Lehmann se sumaron tras este anuncio efectuado la semana pasada en Casa Rosada por la Presidenta, en un acto al que asistieron los intendentes de estas localidades de nuestra región para firmar el convenio. 

En la Etapa II se suministrará el servicio a 80 localidades, de las cuales 23 son de Formosa, 34 de Chaco y 23 de Santa Fe. En tanto que la Etapa III consistirá en la construcción de 345 km de ramales troncales y 801 km de ramales de aproximación en 65 localidades de Corrientes y Misiones.

La obra también tiene un beneficio económico para las regiones donde se concreta porque crea puestos de trabajo. En Rafaela sólo la mitad de la ciudad disfruta del gas natural. Entre empresas y hogares, hay algo más de 16 mil clientes. El nuevo gasoducto proveerá 25 mil metros cúbicos por hora, en tanto el que opera en la actualidad transporta 20 mil m3. La mejora es clara en lo que hace al aumento de la oferta del recurso. Paralelamente a la construcción del gasoducto, el Municipio pondrá en marcha la extensión de las redes domiciliarias por etapas. 

Autor: REDACCION

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