Argentina vive momentos de furia, y no nos referimos a la casa de Gran Hermano, liderada por Juliana Scaglione apodada “Furia”, sino al argentino que conduce la Casa Rosada y con ella los destinos de la Nación, a quien también podríamos llamarlo de la misma manera.
Hay rabia en los gobernadores: esta semana se la vio principalmente en la relación con el de Chubut y con el de la provincia de Buenos Aires, pero también algunos más, que desatan esa emoción producto de la necesidad de pesos que el gobierno central no enviará, dado su imperiosa urgencia de mantener el equilibrio de las cuentas públicas.
Por su parte los que también arden de irritación son los habitantes del Congreso nacional, mientras Frente Renovador parece que rompe filas con Unión por la Patria, los radicales son un tembladeral, y hay empleados del Congreso que se encuentran montados en cólera por recortes en el mismo y reducción del personal, principalmente marcado por incorporaciones políticas de otros tiempos y el vigente mandato de “no hay plata”.
Los punteros sociales, también se encuentran tremendamente enojados ya que no solo les recortan los fondos que manejan, sino que los van sacando del medio, intentando llevar la ayuda social directamente a los necesitados y por eso se ven tantas manifestaciones a las que, con el protocolo antipiquete, no les permiten más cortar calles y esto los llena de ira.
Además, los que no entiendan que están ante un radical cambio de paradigma en la política económica y financiera, montarán en cólera por no poder comprender las acciones del equipo gobernante, o en palabras de éstos, se enojan porque “no la ven”. Nos referimos a que los bonos y acciones argentinas, se encuentran recuperando precios, se trabaja a rajatabla sobre el déficit fiscal, los dólares paralelos se encuentran casi un 30% debajo de sus valores previos al cambio de mandato, la inflación viene mostrando que baja desde los estrafalarios valores que alcanzó en diciembre y enero, la emisión monetaria sin respaldo no existe, el FMI desea realizar un nuevo acuerdo y el BCRA acumula reservas luego de años de perderlas.
Pero también debemos decir que la gente está soportando un mal trago por el fuerte fogonazo inflacionario tras la devaluación de diciembre y la consiguiente caída del poder adquisitivo de los salarios. Pero al mismo -repetimos- que existe tendencia a la desaceleración de los precios de los últimos dos meses y que se ha evitado una hiperinflación que parecía inminente en diciembre.
El plan de ajuste de Milei, impulsado por el superávit fiscal de enero y acompañado de un excedente en el mercado de divisas, junto con la absorción de pesos que está llevando a cabo el BCRA, está contribuyendo a reducir la brecha entre el dólar oficial y el dólar paralelo.
Mantener esto implica continuar con los recortes significativos en el gasto público. Además, es necesario tener presente que hubo una caída notable en los pagos por importaciones que se deberán afrontar en los próximos meses, además de la disminución en la actividad económica, lo que está generando un impacto negativo en los indicadores sociales -caída del empleo, del poder adquisitivo del salario y pobreza, entre otros- que deberán ser atendidos.
Precisamente el FMI pidió recientemente al Presidente viabilidad política para darle más consistencia a las reformas, es decir que el diálogo y los consensos sí importan. Milei dio un giro hacia esa dirección el viernes a la noche en el Congreso con su propuesta para avanzar hacia el Pacto de Mayo con gobernadores y líderes políticos.
Así las cosas, al furibundo presidente se lo ve firme, calmado, decidido y tan encaminado a llevar adelante el crecimiento del país, como Furia de ganar Gran Hermano.
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