Editorial

Fuerte retroceso

Nuestro país se encuentra en un plano descendente inclinado en cuanto a la industria cárnica, tal como ocurre con muchos otros sectores productivos que, por decisiones equivocadas y políticas erradas que no fueron modificadas sino que sostenidas a ultranza, aún estrellándose muchas veces contra la realidad. Es que, históricamente la Argentina fue uno de los grandes exportadores del mundo, pero fue retrocediendo de tal manera que en la actualidad, por ejemplo, entre los cuatro socios originales del Mercosur, fue el que menos exportó en 2012, quedando en consecuencia detrás de Brasil, Uruguay y Paraguay.

De acuerdo con datos suministrados a través de un trabajo elaborado por el Instituto de Estudios Económicos de la Sociedad Rural Argentina, se advierte merced a los datos estadísticos que el año pasado el primer lugar en ventas al exterior de productos cárnicos de los cuatro países aludidos le correspondió a Brasil con 1,3 millón de toneladas de res de hueso, quedando segundo Uruguay con 350.000 toneladas, luego Paraguay con 210.000 toneladas, y finalmente la Argentina, muy postergado en relación a sus posibilidades reales y haber sido alguna vez el mayor proveedor de alimentos de la región, con 183.000 toneladas.

Se señala que detrás de estas resultados, y para encontrarle causas, aparecen las políticas que viene sosteniendo el gobierno desde 2006, cuando además del 15% de retenciones aplicado a la carne, se agregaron el cierre de mercados -muchos perdidos por la falta de cumplimiento-, los controles de precios, la obligación impuesta a los frigoríficos para que vendan parte de su producción en el mercado interno a precios de pérdida y un permiso de exportación -los Roe- que sólo autoriza en forma personal el secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno. Pero además de todo eso, que por cierto alcanza y sobra para haber llevado a una situación tan desfavorable como la actual, se agrega además el retraso cambiario que está sacando de competencia a los exportadores, que hoy reciben un dólar que oscila en los 4 pesos, muy lejos de ser competitivo.

Retrocediendo un poco en el tiempo, tenemos que en 2005 la Argentina había sido el tercer exportador mundial de carne con 771.000 toneladas, en tanto que en 2012 apenas si llegamos a 183.000 toneladas para ocupar la undécima posición en el escalafón mundial, quedando en plena exposición que mientras nosotros hemos retrocedido, los demás fueron avanzando y captando los mercados que ibamos perdiendo, encontrándose ahí la razón, por ejemplo, que tanto Uruguay como Paraguay nos hayan dejado postergados, siendo séptimo y décimo respectivamente en el ranking de los exportadores de carne en el mundo. Pero el caso más llamativo es el de Brasil, país que a comienzo de la década del ´90 importaba carne para el consumo de su población, mientras que el año pasado quedó en segundo lugar entre los exportadores, detrás de Australia

Todos coinciden que este desastroso resultado que tiene la Argentina en materia de exportaciones cárnicas, es el producto de las políticas equivocadas que se han venido llevando, no existiendo otra causa, ya que con sólo ver lo que han hecho nuestros países vecinos, quedando en clara exposición los diferentes caminos recorridos. Los costos de producción han subido fuertemente, en tanto que el dólar estuvo sosteniéndose artificialmente por la inflación, pero además los tres países vecinos que compiten con la Argentina, no tienen que pagar retenciones por sus ventas al exterior.

En tal sentido, y con directa relación con el tema, un trabajo de la Fundación Pensar estableció que la desaparición de 10 millones de cabezas entre 2006 y 2009 que diezmaron el stock ganadero, significó una descapitalización de 35.000 millones de pesos, o algo así como 7.000 millones de dólares al cambio oficial. Allí se puntualiza que todo comenzó en marzo de 2006 cuando el entonces presidente Néstor Kirchner fijó las primeras trabas a las exportaciones de carne, lapso en el cual las existencias cayeron de 59 millones a 48 millones de cabezas, con todas las consecuencias económicas que eso significó en cuanto a ingreso de divisas genuinas, fuentes de trabajo y productividad en general.

Autor: Redacción

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