Esas fueron dos palabras clave utilizadas por el papa Francisco en su mensaje del viernes, ante una vacía y desolada plaza del Vaticano-frente a la basílica San Pedro-, con motivo de esta pandemia del coronavirus que se abate sobre el mundo entero, con efectos devastadores que nadie por ahora puede medir en su real magnitud, tanto en lo que atañe a lo esencial como es la vida y la muerte, como lo será también en el futuro inmediato, ya que las consecuencias serán comparables a una catástrofe mundial.
Sin dudas todos nos encontramos "frágiles y desorientados", exactas palabras que sintetizan el momento que vivimos, enmarcadas en los siguientes dichos: "nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados, pero al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente".
En Rafaela ¿estamos cumpliendo con lo exhortado por el Papa?, es cierto que existe una parte muy importante de la población que se ajusta al "remar entre todos" habiendo comprendido que se trata de una emergencia que está sustentada en la solidaridad, que cada uno es parte del todo, pero no es menos cierto que existe una muy elevada cuota de incumplimiento de la cuarentena y de las restricciones impuestas. Y para ello no caben estadísticas ni conteos, con sólo asomarse a la calle se tiene la comprobación del ir y venir de vehículos de forma constante y permanente. Es verdad que existen circunstancias que permiten esa movilización, como quienes deben cumplir sus tareas habilitadas para la emergencia, o simplemente aprovisionarse de alimentos, pero también lo es que el tránsito y movilidad exceden de manera absoluta ese tipo de alternativas.
Se sostiene que las fuerzas uniformadas están desbordadas en su tarea, y así debe ser nomás por lo que se visualiza, aunque será importante que disponga controles en algunas arterias, tanto como para generar una mayor conciencia y responsabilidad, si bien lo ideal y mucho más simple sería que los mismos rafaelinos sean quienes pongan en mayor relieve su sentido de responsabilidad y solidaridad que exige el momento. Cumpliendo con el reclamo ético y moral que formula el Papa, pero también con lo que establecen las disposiciones dispuestas por el gobierno.
Durante la homilía papal Urbi et Orbit, la cual está reservada exclusivamente para Navidad, Año Nuevo y Pascua pero que esta vez lugar excepcionalmente dadas las circunstancias tan especiales que vive el mundo, sostuvo el Pontífice "no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo", resumiendo en pocas palabras y muy claramente cuál ha sido el rumbo equivocado, que supuestamente ha desembocado en esta clase de situaciones que, ojalá tengan un efecto cambiante para que las cosas comiencen a modificarse en serio.
Este llamado del Papa, muy claro y preciso, no encuentra el mismo eco en todas las personas, incluso en los países, ya que entre estos existen criterios muy diversos en cuanto a las formas de enfrentar el presente y mucho más proyectar el futuro.
Claramente, mientras algunos de los principales afectados están afrontando una cuarentena como manera de contener la espiral creciente del virus, viviendo una semiparalización o directamente detención total de su actividad económica, otros en cambio están alentando retomar la actividad normal, levantando barreras y restricciones para que la gente retome su ritmo normal. Aunque, en rigor de verdad, la normalidad que conocimos antes del Covid-19 nunca volverá a ser como antes.
Lo cierto es que, más allá de estas cavilaciones, en momentos donde nadie parece tener la verdad absoluta, el mundo está viviendo un período de absoluta incertidumbre y de enorme peligro, pues nadie puede predecir, siquiera vislumbrar, cuales son las perspectivas que nos aguardan.Tiene razón el Papa cuando dice "nos encontramos asustados y perdidos", pudiéndose tal vez agregar muchísimos otros calificativos que serían igualmente válidos.
Una situación que nos afecta y mucho, la cual ahora ha sido extendida hasta el 12 de abril, aunque dadas las circunstancias y por lo que vienen anticipando los epidemiólogos y especialistas, el pico -o la curva- más alto podría registrarse a mediados de mayo, por lo cual no deben descartarse nuevas extensiones, ya que sigue siendo la única manera conocida de contener un mayor avance del contagio de la enfermedad.
Seguramente también esta peste habrá de quedar atrás, como sucedió con tantas otras a lo largo de la historia, quedando en cambio dentro de lo desconocido, cuál será el costo, hasta el momento muy importante y doloroso.