"En la Argentina se necesita realizar ajustes adicionales de política económica para restablecer la estabilidad macroeconómica, en particular teniendo en cuenta un contexto posiblemente más débil de los precios internacionales de las materias primas". La frase corresponde a parte del documento del FMI titulado "Perspectivas económicas: Las Américas", conocido días atrás.
Por cierto, los tiempos han cambiado, y mucho, en cuanto a los manejos financieros del gobierno nacional y en especial sus relaciones con el mundo. Aquella decisión del entonces presidente Néstor Kirchner de saldar al contado la deuda de casi 10.000 millones de dólares que tenía nuestro país con el Fondo Monetario Internacional para de esa manera poder actuar con absoluta libertad y sin dependencia de ese organismo, con sus tradicionales recetas de ajuste, ha quedado decididamente olvidada en el tiempo.
Es que consecuencia de los reiterados pasos en falso dados en materia económica y financiera, que consumieron gran parte de las reservas del Banco Central, una inflación a la que no se le pone freno, con emisión monetaria prácticamente fuera de control y el sostenido crecimiento del gasto público, los recursos fueron cada vez más escasos, llegándose por ello a la aplicación de medidas restrictivas en las importaciones -la balanza comercial del trimestre arrojó un penoso superávit de 121 millones de dólares- y el cepo sobre las divisas extranjeras, provocando todo ese conjunto un cuadro que desembocó en la devaluación del peso a comienzos de año. Recursos que ya está agotándose.
Como el objetivo fijado por el gobierno es llegar a la conclusión de su mandato en diciembre de 2015 con cierto decoro, obligadamente recurrió al sistema del ajuste, con la devaluación, salarios que suben por detrás de la inflación, y un deteriorado cuadro social con acelerada suba de la pobreza e indigencia.
La única alternativa era volver a recurrir al endeudamiento externo, aunque para ello hubo que hacer este primer ajuste que, según dice ahora el FMI, es todavía insuficiente.
De acuerdo con este documento del organismo financiero, que es además quien propició el sinceramiento de los datos mensuales sobre la inflación -10% oficialmente reconocido en el trimestre-, se alude a la gran desaceleración que experimentó la economía argentina, estimándose una proyección de crecimiento de 0,5% este año y 1% en 2015, en tanto que para el resto de la región se prevé 2,5% en 2014 y 3% el año que viene, advirtiéndose la significativa diferencia, que pone a la Argentina bastante distanciada del resto.
Se destaca que "la Argentina y Venezuela enfrentan perspectivas de crecimiento difíciles, vinculadas a importantes desequilibrios macroeconómicos y a políticas distorsivas", puntualizándose en la directa alusión a nuestro país que "el año pasado tuvo presiones importantes en la balanza de pago y una significativa caída de reservas. El Banco Central en enero permitió un movimiento del tipo de cambio y también llevó a cabo un importante ajuste de las tasas de interés. Se ha visto empezar la reducción de subsidios en gas y agua. Se está viendo el principio de lo que son medidas en la parte fiscal, pero también en la parte monetaria".
Establece el FMI que en la Argentina la alta producción agrícola motorizó la suba del PBI real en el comienzo de 2013, pero como la actividad se desaceleró de manera significativa en el segundo semestre de ese año, la confianza también ha caído de manera importante, razones por las que se considera que es complicado el acceso al financiamiento externo que ahora se busca, remarcándose que se ha recurrido constantemente al Banco Central para obtener financiamiento del gasto corriente y financiar de esa manera el déficit, sobre el cual, se ha hecho poco y nada para encontrarle otra clase de solución.
El FMI tuvo con nuestro país una larga historia de desencuentros de índole financiero, las que invariablemente fueron de fuertes ajustes. Ahora, tras años de proclamas su independencia de esta entidad, el gobierno resolvió volver a ponerse a su lado con el objetivo de lograr nuevos préstamos para financiarse hasta fines de 2015. Con ello contradice su postura de la búsqueda de la mayor equidad social como con el desendeudamiento.