Desde la primera misa, que fue oficiada a las 7 de la mañana, a lo largo de toda la jornada y hasta el último oficio, que tuvo lugar a las 20, el desfile de fieles en el templo del barrio Amancay fue incesante, cada quien, utilizando diversos medios de movilidad fueron acercándose para brindar su homenaje.
La devoción por el santo protector del pan y del trabajo, en nuestra ciudad, como en las distintas poblaciones de nuestro país se manifestó con especial dedicación.
En una jornada a pleno sol pero con bajas temperaturas, los feligreses se acercaron a participar de todas las misas programadas a lo largo del día, convocando una importante cantidad de participantes la misa de la hora 17, en la que tradicionalmente se lleva a cabo la procesión en torno a la Plaza de la Bandera, celebración que tradicionalmente preside el pastor de la Diócesis, correspondiéndole a Monseñor Pedro Torres, quien encabezó la fiesta de San Cayetano por primera vez en nuestra ciudad.
"Una de las características de San Cayetano era que confiaba inmensamente en la Providencia. Es el santo de la Providencia. Y nosotros, argentinos, hemos puesto en sus manos el encargo de paz, trabajo. Tendríamos que preguntarnos qué nos quita la paz. A veces son enojos, a veces son dolores, a veces son ciertas cosas que sentimos que nos amenazan, que se llaman inseguridad, violencia, a veces son los miedos que tenemos adentro. A veces es una actitud como de cálculo. ¿Qué puedo hacer yo?", expresó el Obispo diocesano.
Asimismo, monseñor Torres instó a defender la cultura del trabajo, a cuidarla, a enseñarla y a contagiarla. En este sentido, afirmó que "una de las cosas hermosas de esta zona que yo voy conociendo más día a día es que hay una cultura del trabajo, que hay que cuidarla, la cultura de la colaboración". Y en el corazón de la cuenca lechera más importante de Sudamérica habló de esa "cultura de la colaboración" que se observa en los establecimientos de producción lechera de esta región. "Estaba en un tambo hace poco y los niños salían a buscar las vacas, las mujeres a ordeñarlas y los hombres a atender a los animales recién nacidos. Era un trabajo en equipo. No todos hacemos todo, pero tenemos que ayudarnos mutuamente. Me pareció un ejemplo de vida. San Cayetano nos enseña a vivir con los apóstoles y los apóstoles vivían de dos en dos, evangelizando juntos, en comunidad", señaló.
Como es habitual muchas personas concurrieron al templo donde oraron para agradecer al santo de la Providencia haciendo largas filas para acercarse a la imagen del santo y tributarle su homenaje, expresarle su agradecimiento o rogarle por alguna gracias. Incluso anoche, en la última misa, la parroquia estaba colmada y había al menos un centenar de personas en el amplio acceso y la vereda, en tanto que la fila para venerar la imagen del Santo seguía hasta la calle.
Es importante señalar que pese a la situación imperante la fe se mantiene con firmeza y muchos son los que concurren a agradecer, a pedir por aquellos que no tienen trabajo y muchos apelan a la intercesión de este santo para que nuestro país vuelva a ser un sitio en el que cada quien pueda ganarse su sustento con un trabajo que dignifica y reine la paz.
"Venimos a agradecer por el pan y el trabajo que tenemos, pero también para que no nos falte en el futuro. También pedimos por la salud y por seguridad", dijo un hombre de mediana edad que asistió junto a su familia.
En la última misa de la jornada, el padre Jorge Buschittari reflexionó sobre la popularidad del Santo del pan y del trabajo en la Argentina. "Me preguntan por qué vienen tantos fieles en cada celebración de San Cayetano. Y es porque vivimos de crisis en crisis. Todos sufrimos los efectos de la inflación Y nadie está exento de sufrir la desocupación. Y además la plata que tenemos en el bolsillo no alcanza. Esta idea de que vivimos en una situación de crisis crónica aumenta la devoción en San Cayetano. Tengo 60 años, prácticamente siempre se vivió así en este país", dijo.
Asimismo, el sacerdote consideró que "ahora estamos frente a un nuevo contexto electoral, hay que votar, y siempre está el temor a volver a equivocarnos, pero con la fe también viene la esperanza, y entonces elegimos apostar una vez más a la esperanza, a que quienes elijamos trabajarán para que todos estemos mejor".
Más pedigüeños que nunca por paz, pan y trabajo
BUENOS AIRES (AICA). - El arzobispo presidió la misa en el santuario de Liniers, donde aseguró que el pueblo "va por más" y lo hace con mucha fe y pese a la exclusión, la inflación, el desencanto y los "sueños rotos". El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, presidió ayer por primera vez la misa central en el santuario de San Cayetano, del barrio porteño de Liniers, donde acompañó el reclamo de un pueblo “más pedigüeño que nunca” de paz, pan, trabajo y salud. “San Cayetano te pedimos paz, pan, salud y trabajo; más pedigüeños que nunca este año vamos por más”, sostuvo ante miles de peregrinos que acudieron al templo de Cuzco 150 para pedir y agradecer al santo de la Providencia. En la homilía, el arzobispo porteño explicó por qué resaltó esa actitud de pedir, y de venir al santuario para pedirle a San Cayetano por más trabajo. “El índice de desempleo en el primer trimestre de este año ha sido del 6,9%, y puede ser más bajo que en otros períodos de la historia argentina; pero, igual que cuando éramos niños, no nos queremos conformar; soñamos con más y mejor trabajo para todos y todas porque no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo a su pueblo”, fundamentó.
Tras contar la historia de una mujer que trabajaba ocho horas por día, cobraba en negro, tenía más de cuatro horas de viaje diarios, y sin cobertura social ni aportes jubilatorios, expresó: “Pienso también en quienes trabajan en el reciclado juntando cartones muchas horas al día, y que con mucho esfuerzo los suben a sus carros, los venden, y así llevan el pan a sus mesas familiares”. “¡Cuántas historias similares seguramente conocemos! Ejemplos de grandes laburantes no siempre reconocidos ni valorados”, exclamó, y agregó: “Cuántos hermanos viven situaciones de precariedad parecida: trabajo mal pago, trabajo en negro, trabajo esclavo que aleja de familiares y amigos; y donde, además, lo que te llevas al bolsillo se lo come la maldita inflación”.