Editorial

Fernández, acorralado

La muerte de Néstor Kirchner le generó a Aníbal Fernández un profundo dolor, del que seguramente aún no ha salido. Pero a la luz de los últimos acontecimientos, el fallecimiento del ex presidente también le ha provocado algunas otras sensaciones al por ahora jefe de Gabinete del Gobierno nacional.
El pasado martes, el procurador del Tesoro, Joaquín Da Rocha, renunció a su cargo. Así consta en el decreto 2038/2010/10 publicado en el Boletín Oficial de ese día. Da Rocha será reemplazado por Angelina Abbona, ex fiscal de Estado y presidente del Tribunal Superior de Cuentas de Santa Cruz, que, según quedó establecido en el decreto de designación 2039/10, ejercerá su cargo ad honórem.
¿Qué tiene que ver esto con Aníbal Fernández? Que Da Rocha era un hombre del Jefe de Gabinete. A tal punto que cuando asumió en febrero pasado, en medio del conflicto por el uso de reservas del Banco Central para pagar deuda que derivó en la salida de Martín Redrado, había hablado de Fernández como "un querido y respetado amigo con el que hay una historia de militancia común".
El cargo que hasta hace pocos días ostentaba Da Rocha no es menor. Por la ley 24.667, el procurador del Tesoro depende directamente del Presidente de la Nación y tiene jerarquía equivalente a la de los ministros del Poder Ejecutivo y ejerce sus competencias con independencia técnica. La norma también establece que la Procuración del Tesoro debe brindar asesoramiento jurídico al Poder Ejecutivo y organismos dependientes y asumir la representación y defensa del Estado Nacional en juicio.
De todos modos, hasta aquí se podría pensar que esta medida es una disposición aislada, una más dentro de las numerosas decisiones que habitualmente toma la presidenta Cristina Kirchner, y que tienen que ver con reemplazos y designaciones de personal. Sin embargo, esta no es la primera medida que involucra a un “soldado” del ex titular de las carteras de Interior, y Justicia, Seguridad y Derechos Humanos.
La salida de Da Rocha se suma a las modificaciones que resultaron de la crisis por las tomas ilegales de tierras en Villa Soldati. En las últimas dos semanas, Fernández fue despojado del manejo de la seguridad y debieron renunciar todos hombres ligados a él: el jefe de la Policía Federal, Néstor Vallecca, y toda la cúpula; los secretarios de Seguridad, Sergio Lorusso, y de Justicia, Héctor Masquelet, y el subsecretario de seguridad deportiva, Pablo Paladino.
En ese marco, la Presidenta decidió crear el Ministerio de Seguridad, y dispuso que su titular sea Nilda Garré, hasta ese entonces ministra de Defensa. Ese fue otro golpe para el jefe de Gabinete, ya que Garré es una de sus tantas rivales dentro del Gobierno.
Pensar que las recientes medidas promovidas por Cristina Kirchner tuvieron como único objetivo quitarle poder a Fernández sería desde todo punto de vista excesivo. Crear un ministerio o reemplazar un alto funcionario usualmente son decisiones que responden a una multiplicidad de factores. En el caso de la constitución de una cartera de Seguridad, la presión social, mediática y de la oposición, los hechos de la realidad –la ocupación del Parque Indoamericano fue apenas el último y más fuerte disparador-, y la cercanía de un año electoral, tuvieron el suficiente peso específico como para llevar a la mandataria a dar un golpe de efecto.
No obstante, el hecho de que todas las medidas recientes hayan significado un pronunciado recorte del poder de Aníbal Fernández, es imposible de soslayar. Y a la hora de buscarle una explicación, tal vez habría que mirar el calendario.
Luego del acto realizado el pasado martes en la Quinta presidencial de Olivos, al que asistió la cúpula del PJ nacional, está más que claro que tiene que pasar algo muy importante como para que la actual Presidenta no vaya por la reelección. En ese sentido, da la sensación de que Cristina Kirchner ha decidido rearmar su tropa con vistas a las elecciones del año próximo, y su propósito es rodearse de sus soldados más fieles. Al parecer, Aníbal Fernández no forma parte del selecto grupo de colaboradores que gozan de la máxima confianza de la mandataria.
Funcionario de Eduardo Duhalde durante muchos años, Aníbal Fernández ha sido desde 2003 uno de las mayores pilares de la gestión kirchnerista en el Estado Nacional. La muerte de Néstor Kirchner, a priori, parecía que iba a otorgarle más poder del que ya tenía. Pero la Presidenta tiene otros planes, y ahora su futuro es por demás incierto.

Autor: firma 1

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