El Día del Médico se conmemora el 3 de diciembre de cada año para reconocer el trabajo elemental que llevan adelante los médicos y médicas para cuidar la salud de las personas y preservar sus vidas. La fecha coincide con el nacimiento de Carlos Juan Finlay (1833-1915), un médico cubano que confirmó en 1881 la teoría sobre la propagación de la fiebre amarilla, la cual estaba vinculada al mosquito Aedes aegypti como agente transmisor. Su trabajo generó un gran avance en la lucha contra esta epidemia, consagrándose como uno de los mayores aportes de la medicina moderna.
En 1953, el infectólogo argentino Remo Bergoglio, elevó una solicitud a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para homenajear al doctor Finlay y su extraordinaria labor. La misma fue aprobada por la OPS ese mismo año, proclamando el 3 de diciembre como el Día del Médico.
Pero en la Argentina, cuando se trata de hablar de los médicos, aparece rápidamente la figura de René Gerónimo Favaloro, quien murió el 29 de julio del 2000. Nacido en una humilde vivienda de barrio 'El Mondongo' de la ciudad de La Plata el 12 de julio de 1923, fue pionero en la cirugía de by-pass coronario, innovadora técnica que revolucionó el tratamiento de las enfermedades cardíacas, salvando innumerables vidas en todo el mundo.
Tras cursar sus estudios primarios y secundarios en su ciudad natal, en 1949 se graduó como médico en la Universidad Nacional de La Plata para luego efectuar su residencia en el Hospital Policlínico de la capital de la provincia de Buenos Aires. Poco después, en 1950 se radicó en Jacinto Aráuz, una localidad del departamento Hucal de la provincia de La Pampa, donde junto a su hermano Juan José, médico también, puso en marcha un centro asistencial.
Su biografía destaca que en 1962 viajó a los Estados Unidos para especializarse en cirugía torácica y cardiovascular en la Cleveland Clinic, en el estado de Ohio. Cinco años después, desarrolló con éxito la técnica del by-pass aorto coronario, una cirugía de revascularización coronaria que ha salvado y sigue salvando millones de vidas en todo el mundo.
A pesar de las múltiples ofertas para continuar en Estados Unidos, Favaloro eligió regresar a la Argentina en 1975 para fundar la Fundación con su apellido, una institución dedicada a la investigación, la docencia y la asistencia médica de alta complejidad. Su visión de una medicina accesible y de calidad para todos se reflejaba en cada uno de sus proyectos y en su incansable trabajo por mejorar el sistema de salud del país.
Favaloro, recibió innumerables distinciones internacionales ya como una eminencia de la medicina mundial, fue un firme defensor de la ética y la educación en la medicina. A tal punto que elaboró una "Declaración de principios" de la Fundación:
1. Honestidad.
2. Trabajar con pasión, esfuerzo y sacrificio sin límites.
3. Evitar ser influidos por conceptos dogmáticos o prejuicios propios o ajenos.
4. Sus contribuciones tendrán valor si sólo son el producto de su libre albedrío, ejercido sin sometimiento ni límites.
5. No apartarse nunca de la ética, al comprender que ella está implícitamente condicionada por la moral y por el respeto a la dignidad y a la condición humana del paciente y de sus familiares.
6. Deberá comprender con humildad que es necesario trabajar en equipo. Sacrificará lo individual en beneficio de lo colectivo. La evolución científica así lo demuestra. El yo ha sido reemplazado por el nosotros hace ya bastante tiempo.
7. Hay que sacrificarlo todo en aras de la verdad y nada más que la verdad. Decir siempre en voz alta lo que se piensa por dentro. Nada puede sustentarse sobre la mentira.
8. Si además del alivio del sufrimiento de nuestros semejantes enriquecemos nuestros conocimientos, la satisfacción será doble.
9. El sujeto básico de nuestra tarea, y por ende el único que gozará de privilegios, será el paciente.
10. Solamente se llegará a gozar de lo realizado cuando en su alma sienta, preferentemente en los silencios necesarios para la reflexión, que el único premio verdadero es el que proviene del placer espiritual, limpio y sereno del deber cumplido.
“Quisiera ser recordado como docente más que como cirujano”, dijo alguna vez René Favaloro. "Yo me conformaría que el corazón de los argentinos tuviera tres cosas: honestidad, responsabilidad y solidaridad" fue otra de sus frases salientes.
Su legado, inconmensurable, incluye un mensaje que le dedicó en abril de 1985 a los jóvenes, en oportunidad de los festejos por los 100 años del Colegio Nacional de la Universidad de La Plata. A continuación, aquel discurso.
"Yo terminé mi bachillerato allá por el año 40, 41, y qué mensaje recibimos de aquellos grandes maestros. No quiero nombrar a uno, ni a 10, ni a 20. Porque pienso, recién comentábamos a varios nombres y todos ellos fueron iguales.
El mensaje que nos dieron primero es que no se consigue nada sin esfuerzo. Así que nosotros realmente teníamos que estudiar. Teníamos que estudiar tremendamente no solamente en clase, si no fuera de nuestras clases. En nuestras casas, fuera de hora. Es decir, no se consigue nada sin esfuerzo.
En esta era en que el facilismo invade muchas áreas, que los jóvenes entiendan, que no se llega a nada sin esfuerzo. No existen los genios. Sí habrá uno que tiene un poquito más de neuronas que el otro. Pero si no pone trabajo, esfuerzo, dedicación, sacrificios, no llega a ningún lado. Así que ese es el primer tema.
El segundo es que uno se debe a la comunidad. Esto nos enseñaron todos aquellos hombres que tenían diversa extracción. Yo quiero recalcar que había de todos los sectores: conservadores, radicales, socialistas, anarquistas; todos entre los profesores nuestros. Y, sin embargo, todos nos dieron el mismo mensaje.
Uno no solamente debe vivir para sí mismo, si no que debe vivir para la comunidad y hacer algo por el mundo en que uno vive. Así que habría muchas otras cosas que hablar, la abnegación, la decencia, la ética, la moral, que nos enseñaron todos esos profesores.
Así que eso sería en concreto el mensaje fundamental para los jóvenes de hoy. Que, a mi entender, en algunas cosas viven un poco confundidos".
El 29 de julio de 2000, preocupado y agobiado por la enorme deuda económica de la Fundación, Favaloro se quitó la vida de un disparo al corazón. Sus cenizas fueron esparcidas en Jacinto Arauz donde, desde el 27 de septiembre de 2003, funciona el Museo Histórico del Médico Rural "Dr. René G. Favaloro" ubicado en la ex estación ferroviaria.
Entre los múltiples homenajes, la Asociación Médica del Departamento Castellanos optó por denominar su Auditorio con el nombre de "René Favaloro", el gran médico argentino.