Suplemento Economía

Estado, mercado y desarrollo

El paradigma del desarrollo económico implica una gestión abierta de las tensiones entre los actores involucrados en su proceso. Esto no es posible sin un sistema político democrático que logre equilibrar las fuerzas del mercado sin transformarse en intervencionista; al tiempo que logra que la sociedad adquiera su propia dinámica económica, cultural, social, sustentable en el tiempo.


UN PRIMER

ACERCAMIENTO

La idea de desarrollo económico está presente en la agenda pública de las naciones al menos desde la segunda mitad del siglo pasado, y hoy más vigente que nunca. Su magnitud y alcance se evidencia en las sociedades contemporáneas tanto por su existencia concreta, experimentable, como por su ausencia. Esto nos lleva a la diferenciación de las sociedades en desarrolladas o sub-desarrolladas.

Al hablar de la existencia concreta, de vivir el desarrollo, no sólo debemos contemplar el nivel de ingresos (creencia muy difundida), sino incluir una serie de factores, condiciones y acciones no estrictamente económicos pero que tienen que ver con el nivel de vida significativamente superior al que puede llegar una sociedad. El alcance y la calidad de la educación, no sólo como vehículo de conocimientos prácticos sino como formadora de ciudadanos responsables; la devolución, por parte del Estado, de los impuestos en forma de servicios públicos eficaces y eficientes; la claridad del marco jurídico y el acceso a la Justicia; la formación de una cultura política basada a la vez en el pluralismo y la defensa del sujeto como fundamento de la acción política; y en relación a esto último, la existencia de un orden democrático estable, tanto en sus formas de procedimiento como en su sustancia, es decir, en el respeto a la soberanía popular, son los grandes aspectos en los que se evidencia una sociedad desarrollada integralmente.

Por supuesto, nada de esto es posible sin crecimiento económico, sin modernización productiva e inversión que genere nuevas unidades de bienes y servicios y que, volcadas al mercado, incrementen el consumo y pongan en funcionamiento la gran rueda de la economía.

Como veremos en las siguientes líneas, ni la economía por sí sola ni el Estado (o la política) por su lado pueden lograr condiciones exclusivas para que una sociedad se encamine hacia un sendero de crecimiento auto-sostenido. No al menos, en nuestra realidad actual.

Una sociedad es desarrollada, al fin y al cabo, cuando quienes la integran logran satisfacer sus necesidades y deseos de una manera no traumática, con condiciones materiales y espirituales que les permitan percibir un horizonte de progreso. Es decir, cuando en una sociedad existe esperanza.

En virtud de todo lo anterior, es fundamental acercar algunas definiciones desde la teoría política acerca del tema. ¿Qué es el desarrollo económico? ¿Cómo se combina desarrollo y democracia? ¿Cómo se llega definir a una sociedad como desarrollada? ¿Qué papel cumplen el Estado y el mercado? ¿Y la sociedad civil?


ENTRE EL LIBRE MERCADO Y

EL ESTADO MODERNIZADOR

El liberalismo político y económico supone la separación de la economía y del Estado, en tanto que permite la limitación del poder de éste respecto de la sociedad. Este punto es esencial para lograr una democracia en la que las condiciones de crecimiento y desarrollo económico sean posibles, con independencia del poder político. Ahora bien, ésta es una condición necesaria pero no suficiente. 

Como sostiene Alain Touraine: “El mercado requiere políticas adecuadas, un Estado eficaz, una sociedad altamente educada... ¿pero para qué necesita la democracia?”. Otra perspectiva va de la mano del rol del Estado en el sistema económico. ¿Es posible el desarrollo  en un contexto donde el Estado regula de manera directa la economía, interviniendo y planificando qué se produce, cómo y para qué?

Las experiencias históricas, al menos en América Latina, nos demuestran que ese camino no ha dado los frutos deseados o pretendidos; pensemos en Venezuela con su crisis actual producto de la experiencia del chavismo; o Brasil, donde el crecimiento económico fue importante pero no alcanzó a todos los sectores de la población, manteniendo un porcentaje altamente significativo de individuos en las mismas condiciones de pobreza, o peores. Un país que crece a altas tasas, pero que a la vez no dinamiza o permite las condiciones genuinas de ascenso social (léase por fuera de la asistencia estatal), no puede llamarse desarrollado. 

La modernización económica desde el Estado puede ser un punto de partida para reactivar la economía e impulsar a los sectores productivos, pero sólo es efectivo mientras logre establecer un primer intercambio entre éstos, una primera interrelación entre los distintos actores de la sociedad, orientados hacia el crecimiento. Si luego de establecer esta instancia el Estado continúa en el papel de motorizador exclusivo de la economía, se corre el riesgo de confundir sus intereses con los de la sociedad, en tanto que ésta debe ser la que logre una dinámica autónoma del poder del Estado.

Sólo cuando el Estado movilizador logra que esa interdependencia entre los actores sociales se dé de manera autónoma, podemos observar a éste como agente del crecimiento. 


EL DESARROLLO ENDOGENO 

Ponemos en perspectiva, así, una concepción intermedia entre el libre mercado y el Estado voluntarista. El desarrollo económico necesita de un sistema que gestione la relación siempre tensa entre la modernización económica, la inversión, y la distribución de la riqueza. Es el camino político hacia lo que se conoce como desarrollo endógeno. La democracia es el único sistema que garantiza ese papel del Estado como mediador en la lógica conflictiva (que es natural que exista)

entre los distintos actores sociales, quienes buscan la satisfacción de su interés económico con el riesgo de desestabilizar el conjunto social.

Si el crecimiento económico implica que determinado sector conquiste sus objetivos a expensas del resto, pues no podemos hablar ni de progreso ni de equidad en la distribución de la riqueza. Ahora bien: ¿cuáles son las precondiciones que permiten conjugar desarrollo económico y democracia?

La modernización económica implica que existan tres agentes determinantes: empresarios y fuerzas de inversión, fuerzas de distribución de los productos del crecimiento, y un Estado capaz de regular políticamente el cambio social. Pero, con este esquema no es suficiente, dado que se corren diversos riesgos que bloquean el desarrollo. Del lado de la inversión, ésta puede sobredimensionarse y perjudicar a la distribución, y por lo tanto el acceso al reparto de la riqueza. Por otra parte, un excesivo énfasis en la distribución puede implicar que la inversión se vea debilitada, deteniendo la base del crecimiento (por caso, las medidas de política económica orientadas sólo a incentivar el consumo). A ello se puede agregar que el Estado, en lugar de regular el cambio social, se transforme en defensor de intereses particulares, es decir, que se corporativice beneficiando sólo a un sector de la sociedad y provocando el desequilibrio de su función mediadora. Sin olvidar que se pueda convertir en un Estado corrupto, posibilidad que se hizo característica en Latinoamérica, por 

ejemplo.

Estos tres agentes del crecimiento deben establecer una serie de interrelaciones con los componentes de la democracia, para que el desarrollo económico sea posible. Estas relaciones de dan, de un lado, entre el Estado y el concepto de ciudadanía, en tanto que el primero debe tener como objetivo el fortalecimiento de la sociedad, mediante la integración social en un sistema regulado por leyes. Por otra parte, el sistema político, en tanto representante de los intereses de la

sociedad, puede actuar como agente de distribución del producto, en tanto sepa responder a las demandas sociales en vías a la integración social. En tercer lugar, la inversión se transforma en agente de desarrollo cuando dinamiza el movimiento social, y mientras no actúe como reproductor de las condiciones económicas vigentes, que terminan estancando el crecimiento.

Vemos así que la democracia, que mantiene unidos a los diferentes agentes del crecimiento, es una de las causas del desarrollo económico. Idea que contradice la concepción de que para lograr una sociedad desarrollada el sistema democrático sólo debe acompañar el proceso de crecimiento.

En tanto se logren las condiciones antes mencionadas, con empresarios dispuestos a invertir, con fuerzas representativas de la sociedad que distribuyan la riqueza, y con un sistema político que dirija su mirada hacia la integración armónica de la sociedad, el camino al desarrollo auto-sostenido será posible.

De otra forma, ocurrirá que las experiencias políticas de cambio social se reducirán a breves períodos de bonanza económica, con repuntes del crecimiento que permiten elevar el consumo pero que no se sostienen en el tiempo, dado que falta el correlato político de la gestión abierta de las tensiones sociales, hacia el equilibrio entre inversión y reparto, entre crecimiento y distribución; situación que es posible sólo dentro de un sistema realmente democrático, pluralista e

integrado.



Bibliografía consultada:

Easton, David (2006). Esquemas para el análisis político. Amurrutu Editores, 1° edic.

Touraine, Alain (2002). ¿Qué es la democracia? México. Fondo de Cultura Económica, 2° edic.


(*) El autor es estudiante de la carrera de Lic. en Ciencias Políticas y Gobierno / UCES-Rafaela



Autor: Facundo Quevedo

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