Editorial

España y la crisis

El presente de España, un país al cual no sólo nos une el presente sino también la historia, resulta sumamente complicado, como nunca le había ocurrido en las últimas décadas, pues la crisis en lugar de ir siendo superada está cada vez más afianzada, con efectos que se hacen sentir en la población, afectada fuertemente por el desempleo y consecuentemente la pobreza. 

El déficit final de 2011 fue de 8,51 puntos del PBI, significando nada menos que 91.334 millones de euros, lo cual significará que este año los recortes y ajustes serán todavía mayores a los estimados, pues el compromiso español con la Unión Europea es reducir el déficit a 4,4 puntos del PBI, una meta que exigirá un esfuerzo mayúsculo.

Sanidad, educación, contracción del consumo y baja de salarios, son algunos de los efectos negativos que impactarán de manera inmediata, siendo aún mucho más devastadores en virtud de venir soportando una crisis muy fuerte que ha dejado a una ancha franja de la población sin recursos ni posibilidades. Y además, casi sin posibilidades de encontrar un empleo, afectando hoy en día la desocupación a 5,3 millones de españoles en condiciones económicamente activas.

De algún lado deben aparecer los 44.000 millones de euros que el gobierno debe ajustar, no existiendo otra posibilidad que de la misma población, a la cual se la achicaron los ingresos y les aumentó los impuestos, confirmando una mezcla realmente explosiva, lo cual se traduce en una situación social tambaleante y con riesgos ciertos de comenzar a tener bolsones de resistencia. La presión actual en España, según se refiere desde allá, es poco menos que insostenible.

En un momento en que todos se echan culpas y nadie asume la responsabilidad, el déficit pasó del 6% que habían anunciado los socialistas al 8,51% que ahora dio oficialmente el nuevo gobierno, mientras la población española observa azorada como si diluyen las posibilidades de bienestar que disfrutaron los últimos años, con una economía deteriorada a tal extremo, que requerirá de muchísimo esfuerzo y sacrificio para recomponerla. Al menos, para ir saliendo de la crisis e ingresar en la senda de una recuperación que se vislumbra a todas luces muy lenta.

La falta de trabajo es el peor de los flagelos, ya que aquellas familias que quedan sin ingresos, una vez consumidos sus ahorros y sin la posibilidad de acudir a parientes o amigos, que generalmente se encuentran en igual situación, ingresan en el nivel de pobreza más bajo, donde siquiera existe la posibilidad de una alimentación constante.

Para tener una idea más aproximada de la forma en que afecta el desempleo, digamos por ejemplo que en la franja etaria de 16 a 24 años, que es cuando se procura el primer trabajo, el 48,6% se encuentra desocupado, mientras que los comprendidos entre 20 y 29 años están afectados en 39%, constituyendo la tasa más elevada de los 17 países que utilizan el euro como moneda. El impacto es terrible, pues hace centro en los jóvenes, deteriorando al máximo su esperanza, terminando con sus sueños y provocando graves dificultades a las estructuras familiares.

Según se dice en España, esta crisis es tan potente y con efectos tan letales, que significará la pérdida de una generación completa, con consecuencias imprevisibles para el futuro, aún cuando logre recuperarse la economía y volver a los niveles anteriores. Si bien esta posibilidad se encuentra en la incertidumbre más absoluta, considerando que ahora se vienen fuertes ajustes que dificultarán iniciar el camino de la reconstrucción. Pero la fiesta que hubo estos años, con gastos mayores a los ingresos y ahorros, llegó el momento de pagarla.

España cuenta en el presente con 47 millones de habitantes, de los cuales hay 5,3 millones de desocupados, y entre estos últimos se encuentran 1,6 millones de adolescentes y jóvenes que afrontan el riesgo de no poder tener un empleo de posibilidades, concluir sus carreras, o bien aspirar a una casa propia y formar su familia, hasta al menos los 40 años de edad. Sin dudas, llegarán tarde para todo, y eso tiene un peso enorme en España, para extender el pesimismo y la negatividad que hoy predomina en toda la comunidad española, tanto afectados como los que no se encuentran en esa situación. Se sostiene que "el malestar y la frustración están echando raíces entre los jóvenes".

Autor: Redacción

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