Se acerca fin de año y muchas veces esta época del año se utiliza para comenzar a pensar en modificaciones, arreglos y reubicación de espacios tanto en el hogar como en nuestros espacios de trabajo. Parece que mover algunas cosas nos renueva y ayuda a tomar nuevos aires para los desafíos de un nuevo año.
En este sentido, el aprovechamiento eficiente de nuestros espacios es siempre una cuestión fundamental a la hora de pensar nuestros lugares de mayor desenvolvimiento. Pero también que sean agradables, cómodos y nos inviten a permanecer en ellos.
En este número nos gustaría hablarles de los “espacios de co-working”, una tendencia que cada vez más se afirma en las empresas y sobre todo en emprendedores y con los profesionales más jóvenes. Estos espacios están pensados para trabajar, pero al mismo tiempo para compartir, borrando límites de lo privado y ampliado las fronteras a lo público.
Aproximadamente desde el año 2014 hasta principios de 2017 los espacios de co-working se triplicaron en Argentina, el número creció de 38 en 2014 a 87 en diciembre de 2016, según la encuesta anual de El plan C, sitio especializado en la llamada “economía colaborativa”. Además, a mediados de este año desembarcó en nuestro país la empresa We Work, una compañía de oficinas de co-working estadounidense que renta edificios en todo el mundo, a los que acondiciona para desarrollar su negocio de alquiler de oficinas.
Actualmente no existe un marco legal particular que identifique a los espacios de trabajo colaborativo. En este contexto, por ejemplo, el gobierno porteño está trabajando en un proyecto de ley para crear un permiso de funcionalidad que identifique y represente la especificidad de estos lugares.
Los espacios de coworking ofrecen distintas modalidades de contratación a los cuentapropistas y emprendedores que los buscan para trabajar. Pueden ser membresías mensuales, pases semanales, pases diarios o, incluso tomarse por algunas horas.
Hasta el momento, el 90% de estos espacios son utilizados por emprendedores o emprendimientos ligados a empresas. El resto dependen de ONG, universidades u organismos públicos. Además de las ventajas evidentes que presenta esta modalidad para un emprendedor o un cuentapropista frente a los costos fijos que implica el alquiler de una oficina propia, quienes están en el negocio señalan que estos espacios generan “comunidad” y “sinergia” al permitir la interacción entre emprendedores.
Compañías como WeWork han desarrollado modelos de negocio exitosos en torno a la idea del espacio como un servicio. Esencialmente, WeWork transformó un negocio de bienes raíces en una plataforma tecnológica. La idea de compartir el espacio no es nueva, pero se ha traducido desde un espacio de intercambio en un concepto estrechamente relacionado con los hábitos de vida y de trabajo de las generaciones más jóvenes. WeWork arrienda grandes espacios de los propietarios y luego subarrienda, con un margen, en pequeños bloques de superficie útil. Para sus operaciones en Latinoamérica We Work eligió a Emprenurban, una empresa argentina con 15 años de experiencia en el desarrollo de hoteles, entre otros productos.
La torre Bellini
Ubicada en el microcentro porteño en la esquina de Paraguay y Esmeralda. Cada pieza de mobiliario, acabados y arte son seleccionadas con el propósito de generar una experiencia acogedora. Se persigue desarrollar una atmósfera residencial que a su vez produce un sentido de comodidad y pertenencia en la persona que utiliza el espacio. A tal fin, cada edificio adaptado por WeWork cuenta con phone booths (cabinas para hablar por teléfono en privado), nooks (salas pequeñas y semi abiertas), salas de reuniones para pocas personas, pantries (áreas con bar y livings) y oficinas comunes.
We Work tiene determinadas bases de diseño y el detalle de cómo deben funcionar las instalaciones. Esto tiene que ser igual en todo el mundo y respetando siempre las reglas de seguridad como las normas antisísmicas para el caso de México y Perú.
Más allá de las particularidades de cada lugar, no debe olvidarse el principal objetivo de la firma: crear una plataforma que promueve momentos de interacción y colaboración a diversas escalas dentro de nuestra comunidad de emprendedores.
Condiciones exigidas por We Work: los pisos deben ser siempre de madera; las separaciones, de aluminio con vidrio para tener una vista abierta de la planta y que la luz llegue a todos lados; debe haber áreas comunes de esparcimiento y redundancia de internet a través de dos prestadores de servicio.
Co-housing: la vivienda colectiva
Lo llaman covivienda pero también se ha dado a conocer con la palabra anglosajona cohousing. Se trata de personas que tienen una visión similar de la vida y se ponen de acuerdo y se asocian en cooperativa para vivir juntas manteniendo al mismo tiempo los rasgos básicos de la privacidad. Gente joven, de mediana edad o bien que encara las últimas etapas de la vida. La covivienda pone el énfasis en la economía del bien común, como valor básico, y en los principios de la sostenibilidad respetuosa con el medio ambiente.
Los primeros núcleos de covivienda se desarrollaron en Dinamarca y luego avanzaron por toda el área escandinava, los Países Bajos, Alemania, Suiza, Canadá y EEUU en donde adoptaron el concepto de co housing.
Las co-housing tradicionalmente han supuesto un ensanchamiento de las responsabilidades del arquitecto durante el proceso proyectual, ya que permite construir un diálogo con todos los implicados, asumir las contingencias con una gran dosis de optimismo y desarrollar estrategias abiertas que estimulen la aparición de nuevos vínculos entre el medio, los ciudadanos y la obra. El proceso de gestión y construcción de un edificio de viviendas se convierte entonces en un instrumento de mediación entre los deseos privados de cada individuo, los acuerdos colectivos en cuanto a necesidades y la responsabilidad pública que atañe.
Este sistema de construcción urbana comunitaria en Argentina ya se pueden ver algunas propuestas. Uno de los primeros en desarrollarse fue el proyecto del barrio El Gigante en La Plata. Las resoluciones colectivas no sólo designaron espacios comunes, como dos centros comunitarios, una cooperativa de trabajo, huerta con frutales y una plaza, sino que también aunaron los criterios en la construcción de las casas privadas, todas con materiales ecológicos. También se vienen desarrollando fuertemente estas construcciones destinadas a adultos mayores.