Editorial

Errores y consecuencias

La mala praxis en materia de gestión económica por parte del Gobierno nacional queda en evidencia a partir de cada indicador que refleja el deterioro social, como el aumento de la pobreza o de la desocupación, y también aquellos que miden el nivel de actividad de la industria y la construcción, todos en baja desde el año pasado. A esta lista se puede sumar la brusca caída del consumo en supermercados y shoppings o de patentamientos de autos. Se trata, en definitiva, de las consecuencias de una política económica orientada al ajuste que pone en aprietos a millones de argentinos que perdieron su empleo o capacidad de compra a través de su salario. 

Para ser justos, el Gobierno puede mostrar algunos logros como una mayor transparencia en el manejo de los recursos destinados a obras de infraestructura y la recuperación, que no es gratis porque las tarifas escalaron sin gradualismos de la tierra al cielo, del sector energético. A partir de determinadas acciones, se redujeron los subsidios y a partir de mayores incentivos volvieron las inversiones que se traducen en una mayor producción, lo que permitió reducir la importación de energía e incluso la posibilidad cada vez más firme de volver a exportar. 

De todas formas, el Gobierno no es el único que se equivocó. También es necesario apuntar que las gestiones anteriores encadenaron errores que explican parte de la crisis actual. Si la Argentina aún no ha logrado encaminar un modelo de país es por responsabilidad de los que gobernaron antes y también de los que gobiernan ahora. 

Y como nadie es perfecto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) también se sinceró al reconocer que subestimó la "situación increíblemente complicada" de la economía argentina y también admitió que controlar la inflación "tomó mucho más tiempo" de lo proyectado inicialmente. Así lo consideró la directora ejecutiva del Fondo, Christine Lagarde, quien, sin embargo, se mostró "razonable y esperanzadamente positiva" sobre la evolución de la actividad económica del país, pese al estancamiento del aparato productivo y la caída del consumo.

Al hablar en Washington sobre la coyuntura global en el Instituto de la Empresa Americana, Lagarde insistió en que la implementación del programa acordado con el Gobierno de Mauricio Macri "terminará siendo un plan exitoso". La funcionaria del organismo multilateral de crédito opinó sobre el país cuando se está por cumplir en dos semanas el primer año del acuerdo más grande en la historia del Fondo, que llegó en total a los U$S 57.000 millones.

La funcionaria reconoció también que ese organismo y el Gobierno subestimaron la gravedad de la crisis, y admitió que fueron demasiado optimistas sobre los pronósticos de contener el alza de precios. Sobre la inflación, Lagarde advirtió que en lugar de estabilizarse y disminuir gradualmente como habíamos anticipado, está mostrándose mucho más resistente de lo que pensábamos. Ni siquiera los expertos economistas de FMI son infalibles y sus recetas genéricas no son suficiente para que la economía argentina recupere su salud. 

En un año electoral, una cosecha récord que moviliza la agroindustria, la reactivación del mercado energético y el aumento de las exportaciones, aunque lento pero positivo, configuran los brotes verdes que el Gobierno sale a mostrar en la actualidad, mientras siembra optimismo para el futuro tratando de mejorar su imagen y sus opciones ante los votantes.

A ese conjunto de variables internas del país que condicionan las perspectivas y el humor de la gente, de los inversores y de los mercados se le suma lo que sucede en el mundo, donde también pasan cosas. Así, la economía global se encuentra ante una "coyuntura delicada" que requiere que los bancos centrales mantengan los estímulos y que los gobiernos resuelvan rápido las disputas comerciales, advirtió el FMI.

Con la mala praxis económica del Gobierno de Cambiemos y los diagnósticos y recetas equivocadas por parte del FMI se han generado mayores tensiones en lo social y a partir de la crisis generalizada la grieta en el ámbito político parece ensancharse. En pocos días cerrarán los plazos para las inscripciones de alianzas y candidaturas presidenciales entre otras, por lo que el escenario político adquiere tal nivel de confrontación que poco ayuda a la gestión económica. El antagonismo entre quienes están de un lado y del otro de esa célebre y al mismo tiempo maldita grieta contribuye a la inestabilidad sobre la cual es muy difícil avanzar. Actualmente no parece haber un plan económico demasiado concreto que pueda poner en marcha políticas consistentes para desarrollar la producción y crecer en forma sostenida. Apenas, ante la amenaza de una posible derrota electoral y los reclamos de los ciudadanos que no aguantan más la crisis y cuestionan la inacción del Gobierno, se adoptan medidas parciales calificadas generalmente como parches. Como los créditos de la ANSES, los programa Ahora 12, de Precios Esenciales o de subsidios para la compra de autos. El tiempo dirá si se está a tiempo de corregir esa mala praxis. 


Autor: REDACCION

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