Me lo encontré yendo a Tilcara. Hacía un tiempo que yo tenía como una necesidad de lograr otra cosa en mi vida, de hacer otra cosa que no fuera el trabajo. A mí siempre me gustó mi trabajo pero te encierra porque son leyes, decretos, estudiar el deber ser todo el tiempo y estás plasmando todo el tiempo tu vida a través de normas. Sabía que algo quería hacer pero no tenía idea si iba a poder ser capaz de pintar, de hacer alguna escultura, no lo había hecho nunca. Empecé a sentir la necesidad de hacer algo lúdico desde Tilcara. Empecé a ir a Tilcara con mucha frecuencia poquito tiempo, siempre iba los fines de semana cada quince días, entonces eso es completamente diferente, no es que estuve en Tilcara quince días y me dediqué a ver el paisaje. Iba a hacer la vida de alguien que vive allá el fin de semana pero muy repetido en el tiempo, durante muchos años. De a poquito allá empezás a conocer gente, y allá todo el mundo es muy raro que no tenga una parte lúdica, el que no habla, escribe, el que no escribe pinta, el que no pinta hace alguna artesanía, por supuesto todos son músicos, tienen oído musical y componen. Y me pregunté ¿por qué no puedo hacer esto? Y como soy medio perfeccionista no quise ir a un taller, porque no encontraba a cuál ir. Cuando fui a uno en Rafaela, me sugirieron anotarme en la carrera. Y estaba en la duda. Pero tuve la posibilidad y fue increíble porque la carrera estaba a una cuadra de mi casa, cursaba a la tarde y la noche, pude hacerla impecable. Era el destino, que tenía que hacer esa carrera, porque hoy no serían las mismas condiciones. Y pude llegar a ser profesora de arte. Fue un eslabón de una cadena que se fue dando porque debía ser así. Hice toda la carrera siempre teniendo esa sensación de que mi inspiradora fue todo lo que viví en Tilcara.
Lo que más motiva: los colores, los aromas, el paisaje, los sonidos de ese lugar
Todo… tengo todo. Fundamentalmente son aromas, por supuesto sabores, porque la comida es exquisita. Los aromas son tremendamente impregnantes, los traés y los tenés durante varios días. Y en cada festividad, ese aroma a albahaca del carnaval no podés sacártelo porque es algo bello. Te bajás del colectivo y hay aroma a albahaca, y es todo lleno de especies que te inundan y te van llevando los colores, los aromas, las papas, los pimientos, todo eso lo empezás a ver como una obra de arte, no como un mercado. Es parte de una cultura que está representada. Apenas bajás del colectivo ya tenés un cuadro. Por supuesto la música -que nunca en mi vida hubiera podido hacerlo- entonces obviamente me vuelco hacia las artes visuales. Desde el punto de vista del paisaje trabajé mucho en mi muestra con los cardones, con las llamas y con las cabras porque eso nos diferencia tremendamente. Una montaña la ves en otros lugares. Pero el cardón, cuando vos doblás en esa curva y empezás a ver los cardones, ellos te interpelan todo el tiempo. Están preguntándote qué venís a hacer acá, cómo te vas a portar, qué es lo que vas a aportar, y lo que vas a llevar de nosotros. Y eso me dio mucho respeto para hacer la muestra. No quería hacer una artesanía que se haga en otro lado sino quería realmente esos fragmentos de tiempo que tengo en mí desde el aroma. En mi muestra hubo muchísimas especies expuestas para ver si la gente podía sentir lo mismo que yo. Quería que esos fragmentos sean hechos a mi manera. Después de haberlos metamorfoseado en mi interior, poder sacarlos. No hice el paisaje típico de allá porque eso se lo reservo a los excelentes y eximios pintores que tiene la quebrada entera. Salió lo que a mí me salía.
Cómo hago una pieza
Nunca lo tengo preconcebido, eso lo aprendí porque si no es muy frustrante. No hago un boceto ni sé exactamente lo que quiero hacer cuando empiezo a trabajar. Siempre empiezo a trabajar, tenga o no tenga inspiración ese día trabajo. Y después que hago diferentes cosas, generalmente las pongo sobre una mesa, en este caso porque eran fragmentos de cosas, piezas de cerámica, esmaltadas, con óxidos, pequeñitas, y más grandes, y voy viendo que esto llama a esto otro, y combina, y necesita un pedazo de tela, y a esto le viene bien un hilo. Después empiezo a hacer cada una de ellas. Fue un aprendizaje. Aprendí que trabajando fluye, fluye y fluye. Es cuestión de trabajar y trabajar.
Un análisis de todo lo emprendido
Que ya no se puede parar. No importa lo que haga en el futuro. No lo hago para exponerlo como artista, hoy no lo hago desde ese punto de vista, simplemente estudié profesorado de arte, hice mi muestra porque es parte de la carrera pero no puedo dejar de producir arte para mí. Algún día se verá si eso está vuelto a poner a la visión y a la devolución del otro. Todavía no lo sé, pero que no puedo más parar ya sea produciendo, estudiando historia del arte, seguramente voy a seguir estudiando. Me gusta estudiar y no como autodidacta, me gusta lo formal, el examen, la adrenalina, me genera un desafío que me gusta mucho más.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Silvia Borella