En el año dos mil uno, con la crisis acabo de llegar de Escocia donde había comprado el tartan de mi apellido. El apellido Buchanan tiene alrededor de mil años y uno de los colores más llamativos de los clanes. Llegué con el tartan acá que son casi nueve metros de tela y no sabía muy bien qué hacer, empecé a contactar gente y alguien me dijo quién me podía ayudar a hacer un kilt, que lo terminó haciendo la sastrería militar porque era la única que tenía máquinas para coser tanto espesor de tela, porque los nueve metros se convierten todos en un solo kilt. Y empecé con mi esposa a bailar country dance. Pocos años después la guardia escocesa que formaba parte del grupo con el que hacíamos los festejos escoceses me invita a participar en una recreación histórica en Ensenada de Barragán. Inmediatamente me gustó y vi que había una veta que nunca había explotado, me fui metiendo y así hicimos muchas recreaciones con respecto a la época al bicentenario de las Invasiones inglesas. Y llegaron a venir hasta recreadores extranjeros. Seguimos haciendo algunos años más pero se perdieron los apoyos, fuimos decayendo en la actividad hasta que en dos mil trece nos reunimos todos los recreadores que quedamos sueltos en la comuna de Timbués, provincia de Santa Fe. Un pueblo chico pero que tiene reminiscencias del pasado con una iglesia muy interesante, muy colonial, la comuna en sí también tiene aires coloniales y un club que está en frente de la plaza. Tuve una reunión con el presidente de la comuna, donde estábamos construyendo una central termoeléctrica en la cual trabajo, y él me pide que le dé unos minutos porque tenía que ir a hablar con los alumnos que estaban reunidos en la plaza porque era veinte de junio. Los maestros habían reunido a todos los chicos. Le dije si me podía acercar. Me dijo que sí. El se pone a hablar a todos los chicos, cuando termina volvimos a la comuna y le pregunté: “¿Usted cree que le entendieron?”. Y me responde: “Seguramente poco, pero siempre uno va dejando una gota”. Le dije: “¿Quiere que lo entiendan más?”. Me dice: “¿Cómo?”. Respondí: “¿Quiere que le hagamos una recreación histórica y que los chicos se compenetren con la historia?”. Le conté, y en los próximos tres meses cada vez que iba a la obra me quedaba los viernes y los sábados y hablaba con todas las fuerzas de talleres y de grupos que conformaban la comuna: teatro, danzas criollas, locales. Y nos empezamos a reunir y les pedí a las directoras y maestras que empezaran a trabajar en las manualidades haciendo cosas que pudieran llegar a servir para una recreación histórica. Que quería que la comuna fuese el cinco de octubre -fecha que habíamos puesto como referencia- la colonia que existía el día de las Invasiones. Entones los chicos empezaron a preparar sus trajes, canastas, faroles, velas, y las madres también se anotaron, y también las maestras, y se pusieron ropas de época, y conseguimos grupos de gauchos, trajeron carros, y la gente de teatro se metió tanto en el tema que empezaron a estudiar los personajes de aquella época y hasta uno se preparó para ser Sobremonte, e hicieron cofres para hacer que se los llevaban. La gente del grupo de danzas llegaron a hacerse hasta botas de potro, empezaron a estudiar bailes de aquella época. Y ese día hicimos una recreación muy linda y muy interesante, los chicos entendieron lo que fue la historia que era el fundamento y esa noche que nos invitaron a una cena propuse si nos uníamos. Allí participaron nueve grupos, todos salidos de Buenos Aires. En poco tiempo pusimos en marcha a ejecución de la asociación.
Cómo logramos organizar la entidad y con qué rigurosidad se confeccionan los uniformes
Cuando empiezan las recreaciones en Argentina se contaba con muy poca confección. No sabemos si había algún otro grupo anterior a la Guardia escocesa, que este año cumple veinte años. Son un grupo regimental de la Asociación escocesa argentina. Poco tiempo después se empiezan a ir sumando algunos otros grupos como la Banda de gaitas de Buenos Aires y el ejército cuando conoce a la Guardia escocesa le pide si los puede ayudar a hacer recreaciones históricas porque hasta ahora las hacía o Granaderos o Patricios pero no tenían a nadie enfrente. El ejército ayuda para la confección de las casacas y la Guardia escocesa se convierte en el Regimiento setenta y uno escocés que es el que toma Buenos Aires al cual pertenezco. Es un cuerpo regimental pero lo llevamos a que nos ayude en las recreaciones. En ese tiempo empieza de a poco a aparecer gente que comienza a estudiar los uniformes y hoy hay un sinnúmero de gente que unos se dedican a hacer gorros, otros a hacer capas, otros uniformes, y cada grupo tiene su propio equipo de costureros o sastres. Y muchas cosas las hacemos nosotros mismos a usanza de lo que se hacía en aquella época. En los primeros años de la independencia los uniformes eran cualquier cosa. He visto en la Gaceta Mercantil que se licitaban cada tanto de dos medidas y les quedaba como les quedaba. Después pasamos al problema de las armas y ahí surgió un santafesino que es Osvaldo Gatto de Rosario, hoy es un gran exportador de armas de avancarga para todo el mundo. No solamente armas de avancarga de puño como pueden ser los mosquetes y las pistolas sino también cañones. Y es uno de los que nos provee. Después se empezaron a hacer espadas y estudiando un poco más en detalle y cada vez que se puede uno perfecciona más el uniforme, porque en un primer momento había que ponerse lo que tenía. Todo es muy costoso y todo es puesto de nuestros bolsillos.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Alberto Buchanan