La grieta entre el oficialismo y la oposición seguirá profundizándose esta semana, quizás como nunca antes desde que asumió el presidente Alberto Fernández.
Es que se anuncian dos convocatorias de dos espacios totalmente opuestos: una, para mañana, que apunta a efectuar un nuevo reclamo contra el gobierno electo durante el año pasado, fogoneada por distintos actores de Juntos por el Cambio; en tanto que la otra, anunciada para el sábado, pretende respaldar la gestión que viene llevando adelante el Frente de Todos, en la fecha más cara al sentimiento del pueblo peronista, el Día de la Lealtad.
En este tiempo de pandemia, donde el cuidado de la salud es fundamental, no es prudente que la gente se reúna como tiene previsto hacerlo mañana en diferentes puntos de nuestro país, dentro de un esquema que tiene como principal punto de encuentro al Obelisco porteño.
Dentro del mismo espacio opositor, sin embargo, la coincidencia no es absoluta, pese al descontento que manifestaron sus principales referentes en estos últimos tiempos por varios temas muy sensibles.
Uno de ellos, tal vez el más importante, es el avance sistemático que se viene llevando adelante contra el Poder Judicial y que responde, según coinciden los representantes de la oposición, a los intereses de la actual vicepresidenta de la Nación.
Cristina está en el ojo de la tormenta para quienes se instalaron del otro lado de una grieta que cada día parece estar más lejos de cerrarse por las permanentes acusaciones cruzadas y los constantes pases de factura de los dos lados.
Mientras desde JxC acusan al Gobierno de no tener un plan económico y de no haber aplicado una estrategia más adecuada al tratamiento de la pandemia, del otro lado apelan a la referencia de la herencia que les dejó Mauricio Macri.
Las diferencias son tan pronunciadas, que difícilmente puedan zanjarse en las actuales circunstancias. Y eso, sin ninguna duda, es un tema preocupante, por estar transitando la Argentina por uno de los tiempos más difíciles de toda su historia.
Otros datos concretos, son los relacionados con la pobreza y el desempleo. Se deben agregar otros no menos conflictivos, como la inseguridad y las tomas de tierra, que no encuentran una solución efectiva por parte de las autoridades.
Del otro lado, el Gobierno, con el apoyo incondicional del sindicalismo, tiene previsto apretar filas para respaldar al gobierno de Alberto Fernández, en esta oportunidad apelando a una fecha emblemática, como la del 17 de Octubre.
La conmemoración del Día de la Lealtad se presenta con una excelente ocasión para que las distintas corrientes se puedan alinear detrás de una misma causa: respaldar la gestión del Presidente.
Mucho se habló recientemente de una división entre los moderados y el núcleo duro, pero el sábado habrá de marcar, seguramente, que la unión debe ser más fuerte que nunca en tiempos complejos y de luchas internas, de acuerdo con la óptica de distintos analistas.
Desde los gremios más representativos, que forman parte de la CGT, se viene transmitiendo un mensaje que no deja margen para los enfrentamientos de los grupos que se identifican con el jefe de Estado y de los que están más cerca de la Vicepresidenta.
Debe reconocerse, a esta altura de los hechos, que cada uno está en su derecho de pronunciarse de la manera que considere más apropiada, pero también debe expresarse que el pueblo, en definitiva el convidado de piedra, hoy necesita de otro tipo de respuestas.
No es bueno que se prioricen aspectos que pueden seguir esperando, como las elecciones legislativas de 2021, cuando los intereses de la gente son totalmente distintos a los de los políticos.
Desde los dos espacios, hoy se pretende llevar agua para sus molinos, con una impresionante cantidad de mensajes descalificadores. Se podrá admitir que las reglas no escritas lo permiten, aunque la mayoría no los avale.
Seguramente, nada cambiará luego de esas convocatorias. O en todo caso, las heridas estarán más lejos de cicatrizar, porque está claro que el consenso, que tantas veces se pregona, es casi imposible de alcanzar por las diferencias, que parecen ser irreductibles.
Desde la humilde opinión de un ciudadano de a pie, hoy sólo podemos bregar por la recuperación de un país que no da señales alentadoras desde hace varios años, porque los responsables de gobernarlo no le encontraron la vuelta.
Todas las predicciones de los organismos internacionales, abren una cantidad significativa de interrogantes, en su mayoría desalentadores, para el futuro de los países más vulnerables. Y en ese sentido, Argentina, lamentablemente, es uno de los que ocupa un lugar relevante en las estadísticas. El gran desafió es revertir esa situación, pero sólo podrá dar en la medida que todos los intereses sectoriales no sean más importantes que los grupales.