LP - ¿Dónde estamos?
R.V. - Bueno, estamos en la entrada del Museo Beatle que está en el interior del Paseo La Plaza ubicado en la porteñísima avenida Corrientes al mil seiscientos sesenta. Aquí, al ingreso, hay un pequeño rincón dedicado a cómo nació la pasión por Los Beatles, cómo armar el museo, mi contacto con personajes relacionados con el mundo de Los Beatles, y hay una línea de tiempo que recorre todo el museo que después arranca con la historia del grupo musical. Desde su nacimiento, las partidas de cada uno y después esa línea de tiempo, que la gente puede seguir a través de los objetos, toda la historia.
LP - ¿Qué es lo más valioso en lo económico de lo que hay exhibido?
R.V. - Es difícil, porque el valor se lo da el mercado según el momento y el interesado. Pero por ejemplo lo que tenga que ver con la discografía de los primeros discos norteamericanos y que quise poner porque es la que la gente no conoce. Los autógrafos también, las entradas a conciertos, esas son cosas de valor.
LP - ¿Los autógrafos qué origen tienen?
R.V. - Fueron comprados en subastas y están los certificados de cada uno.
LP - ¿Asimismo, cómo se sabe si son verdaderos?
R.V. - Hay casas de subasta de prestigio y reconocimiento internacional, suponemos que no nos engañan. George Michael compró en cuatro millones de dólares el piano blanco de John Lennon, y Yoko Ono lo dijo y respaldó, habría que ver si están las huellas del músico fallecido (risas). Me imagino que las casas de subasta eso lo tienen todo bien hecho. Pasa también que dicen que el autógrafo fue conseguido de tal manera, pero no asegura que es original. Otros tienen estudios caligráficos. Y lo notás por los valores. Tengo un programa de Australia firmado por los cuatro Beatles, pero no está firmado por los Beatles, sino por el manager Neil Aspinall que lo hacía por ellos para miles de fanáticos que esperaban.
LP - ¿Otros espacios ofrecidos?
R.V. - Una habitación de una fan de aquellos años, con el Winco escuchando al grupo, la moda de esos años y la decoración que se usaba.
LP - ¿Cuántas piezas se muestran en el museo?
R.V. - Más de mil… y la colección tiene más de diez mil.
LP - Sorprende la cantidad de objetos…
R.V. - Creo que no hay banda en el mundo que tenga semejante cantidad… Los chicos cincuenta años después otra vez están enamorados de Los Beatles, y cantando canciones de Submarino amarillo… Cuando le preguntaron a George Martin cómo se componía un buen tema respondió: “Pregúntenle a Paul Mac Cartney”… la vigencia que tienen las fotos de Los Beatles…
LP - ¿A qué se dedicó en su vida además de organizar el Museo Beatle?
R.V. - Muchas… Tuve un centro cultural, hacíamos concursos de pintura y literatura, pinté y tengo algunos premios, siempre me gustó escribir…
LP - ¿Y cómo se dio el inicio del museo?
R.V. - El primero se hizo en el mismo Paseo de la Plaza donde está ahora el actual. Había hecho una muestra en el año noventa y siete. De ahí surgió en el noventa y ocho hacer el Cavern. Y después hice exposiciones en otros lados: Mar del Plata, Córdoba, Tucumán. Entonces la idea de hacerla itinerante nos enfrentaba a la realidad de que eran veinte días cada vez, mucha gente no se enteraba y se lamentaba no haberla visto, había que volver a guardar todo para después volver a sacar todo de nuevo, y no disfrutarla. Surgió la chance de darnos una sala para hacer el museo, se armó en dos mil once como exposición. Le fuimos sumando locales a medida que se pudo: primero hicimos la caverna -The Cavern con una ambientación como la que fue el lanzamiento de Los Beatles en Liverpool- después Cavern Café con el patio, después tomamos el predio que estaba al lado con la sala de teatro John Lennon, la otra que se llama George Harrison, la Ringo Starr. Como todos preguntan por el integrante que falta, ahora vamos a hacer en toda la zona del patio el espacio Paul Mac Cartney, que además es mi ídolo.
LP - ¿Reprodujeron espacios originales de la historia inicial del grupo emblemático?
R.V. - Más o menos, porque el original The Cavern es un sótano y el nuestro está arriba, y el escenario sí es parecido. En una de las salas tocan bandas, en otra se hace stand up y unipersonales o solistas y dúos.
LP - ¿Cómo se financia el proyecto?
R.V. - Se compensan unos con otros. El museo por sí solo, hay momentos que se financia y otros que no. Con las salas pasa lo mismo, depende de la cantidad de funciones, porque trabaja mucha gente y se pagan alquileres muy altos.
LP - ¿Qué le queda por hacer?
R.V. - Como hacer, tengo bastante con esto. Tengo algunas propuestas para hacer exposiciones en el interior llevando lo que no se exhibe en el museo. Y del emprendimiento logrado espero que cuando venga Ringo Starr venga al museo otra vez con sus músicos y que Paul Mac Cartney pueda conocerlo. Hasta ahora vinieron los músicos y manager de Ringo, enviados por él porque quería saber quién era yo, ya que había leído una nota sobre el museo, y después fui yo al Luna Park y lo conocí, y me prometió que algún día vendría. También había estado Pete Best en el primer museo. El guitarrista de Mac Cartney ha tocado acá en la caverna y tengo la guitarra. No pierdo la esperanza. Se lo pierden (risas).
LP - ¿Quién hereda esto en trabajo, pasión, apoyo?
R.V. - Mis hijos no son fanáticos de esto, pero trabajan conmigo, entienden lo que es el negocio, entienden todo en general, lo respetan, lo cuidan. La idea es que todos puedan sostenerlo, me daría mucha pena que quede en la nada, porque siempre es un legado, es un acopio de material que marcan una época y una historia. Y sirve para que otras generaciones la comprendan.
LP - ¿Pudo viajar por el mundo?
R.V. - Sí. Entre otros viajes, a Liverpool, donde propusimos hacer acá la Semana Beatle como ellos y aceptaron. Nos visitaron y se quedaron sorprendidos. Fue increíble porque el acuerdo fue darnos la mano, a partir de ahora somos sucursales aunque sin esa mecánica porque no compartimos más que el nombre The Cavern y la historia y el hecho de mandar bandas de nuestros concursos a tocar allá.
LP - ¿Para qué sirve ser coleccionista?
R.V. - Al principio lo hacés por una satisfacción personal. Coleccionaba para mí, y lo sigo haciendo. Y después me parece que el coleccionista tiene la necesidad de guardar un acervo cultural, histórico, para otras generaciones y transmitirles la única pasión que uno tiene por el coleccionismo y por Los Beatles. Tenerlo ordenado, prolijo, y que sirva como para que el resto de la gente conozca esta historia. Esto no solo tiene que ver con la historia de la música, sino de la humanidad. Los Beatles hicieron revolucionar y cambiar muchísimas cosas. Dejaron todo hecho. Y creo que el tema va a ser eterno…
por Raúl Vigini
raulvigini@yahoo.com.ar