La Palabra

En busca de… Pablo Amster, matemático e investigador

LP - ¿Dichosos los que entienden las matemáticas?

P.A. - Y… bueno… a ver… por supuesto yo me siento dichoso de dedicarme a la matemática porque es una actividad que me apasiona y efectivamente creo que ahí se puede encontrar una gran fuente de placer estético en la matemática. Entonces me siento afortunado de dedicarme a lo que me gusta, de vivir de lo que me gusta, y también así como me siento afortunado me gusta difundir, me gusta conversar con la gente, tratar de contar a la gente para que también pueda apreciar la belleza que es la matemática.

LP - ¿Por qué suponés que la gente no recibe a la matemática de buen grado?

P.A. - Por supuesto que es una discusión que no es nueva. A lo largo de los siglos la matemática es algo que resulta difícil a mucha gente. Creo que tiene que ver justamente, por supuesto con cuestiones de problemas en los sistemas educativos, pero no solo con eso sino con algunas dificultades intrínsecas de la matemática que es un territorio abstracto donde hay que atravesar ciertas cuestiones de sintaxis o de gramática de ese lenguaje matemático para poder disfrutarlo. En un sentido a veces es comparable a aprender música donde para componer una sinfonía tengo que aprender muchísimas cosas que llevan mucho, mucho, esfuerzo. En matemática es lo mismo. Para enunciar y probar un teorema tengo que haber estudiado y haber aprendido muchas cosas. La diferencia es que la música aunque no sepa nada puedo escucharla y disfrutarla, en cambio la matemática ese placer que produce requiere comprender. Me voy a emocionar ante un teorema cuando entiendo lo que significa ese teorema.

LP - ¿Puede ser que en la música encontramos algo recreativo que no se da en la matemática y por eso requiere un mayor esfuerzo estudiarla?

P.A. - En realidad creo que no tanto. Me parece que hay que lograr motivar a la gente para que tenga ese deseo de aprender la matemática. Porque si uno lo ve como alejada y que son cosas de matemáticos, nunca va a tener la intención de tomarse el trabajo que significa. Pero en realidad hay maneras de  transmitir y es parte del esfuerzo que hago cotidianamente. Hay maneras de mostrar que la matemática no solo aparece en todo sino que además puede producir placer, puede ser divertida, uno puede jugar con la matemática. Desde el punto de vista del lenguaje para mí es el lenguaje más creativo, y uno puede combinar símbolos matemáticos para crear universos. Hay algo fundamental que lo hablo mucho cuando doy clases, y es tratar de, por un lado, ponerme en el lugar del que está aprendiendo, y  mostrar que la matemática se crea, y no es que viene alguien que sabe y le explica al que no sabe, cosas. Sino que uno la va construyendo. Me gusta ponerme del lado del problema, de la pregunta, y no del que trae la solución. Y además la capacidad de conectar cosas que tiene. Seguro que a cualquier persona hay cosas que le gustan, bueno, si le muestro que en esas cosas hay matemática,  ya la empieza a ver con otros ojos.

LP - Hay un sitio donde tenés publicaciones y uno de ellos se llama La carta robada.

P.A. - Sí, la comunidad se llama Comunidad Russell, que es un psicoanalista que creó este sitio. El contacto con él vino porque me invitó a escribir justamente sobre La carta robada que es un cuento muy famoso de Edgar Allan Poe, pero Lacan escribió un seminario sobre La carta robada. Mi parte era explicar esos desarrollos matemáticos que hace Lacan que son bastante difíciles de entender cuando uno los lee. Y escribí algunas cosas en su momento.

LP - ¿Conocés la opinión de los psicólogos sobre tus escritos?

P.A - Sí, por supuesto. Muchas veces me llaman para dar una charla y explicar el concepto. Tuvimos en varias ocasiones un intercambio. Lo que siento es que a veces entienden y a veces no. Lo reciben muy bien porque saben que eso es como una pequeña llave que abre a una puerta a Lacan. Y en vez de saltear la página de matemática, la interpretan. Pero para hacer un curso de matemática en serio uno no solo tiene que entender lo que le están explicando, sino que después tiene hacer ejercicios y pensar problemas.

LP - ¿Qué actividades te ocupan el presente?

P.A. - Muchas cosas. Por empezar y fundamental mi trabajo de investigación, que eso implica no solamente trabajar y pensar problemas de matemática, sino también dirigir alumnos de doctorado.

LP - ¿Cómo se trabaja como investigador en tu tema?

P.A. - De muchas maneras porque por empezar se ramifica mucho. Uno tiene distintas colaboraciones. En este momento tengo por ejemplo, mi proyecto de investigación donde propongo resolver una serie de problemas. Por supuesto que son problemas que vienen motivados de cosas que vengo estudiando a lo largo de los años, entonces digo bueno, en tal problema pienso que si aplico tal o cual técnica se pueden obtener más resultados. Y tengo colaboraciones con mucha gente en el mundo, y con cada uno de ellos uno discute un tema específico de la matemática. En general el objetivo siempre es terminar y escribir un trabajo, donde queda plasmada la investigación.

LP - ¿Desde qué lugar físico abordás tu trabajo?

P.A. - Puedo estar tomando un café y haciendo algo. Una de las famosas definiciones de la matemática es el arte de transformar café en teoremas. Pero tiene esa ventaja de que realmente mientas espero, pienso alguna cosa. La carga horaria de este trabajo es relativa. Puedo estar pensando en un tema semanas y hasta que uno está durmiendo. ¿Cómo trabaja a nivel subconsciente la matemática? Una parte de mi tiempo doy clases en la UBA y en el Conicet soy investigador. Claro que vale la pena comentar algo sobre "Noches de música y ciencia", un ciclo de conciertos del pianista Horacio Lavandera en colaboración con distintos científicos. Tuve el placer de participar en dos de ellos, en los que me tocó hablar de los aspectos matemáticos de varias obras musicales contemporáneas interpretadas por Horacio, de compositores como Xenakis, Stockhausen, y los argentinos Alcides Lanza y Mauricio Kagel.

LP - También viajás por tu actividad laboral.

P.A. - Uno viaja porque tiene congresos, es algo muy importante porque ahí es donde intercambia con otros investigadores, y escucha trabajos que están haciendo otros. Y muchos viajes son por un proyecto específico de investigación. También uno hace conferencias por las redes sociales, pero el contacto personal y el cara a cara es muy importante. A veces uno está pensando un problema y se reúne con otro, y enseguida van saliendo las ideas.

LP - ¿Chequeás los libros para chicos para saber si está al nivel de los destinatarios?

P.A. - Sí, tengo buena comunicación con los chicos, pero por supuesto que todos estos textos pasan por un editor especializado. A veces lo pienso como lo que me gusta disfrutar con mis hijos. Hay como un doble mensaje a veces. Como en esas películas que tienen chistes que a la vez son para padres. Me imagino mucho esa lectura compartida. Y es mi experiencia con mis hijos.

LP  ¿Cómo se convive con una actividad como la tuya desde lo cotidiano pero con la concentración que exige el trabajo?

P.A. - Justamente cuando hay hijos chicos no hay hora para nada. Por un lado tengo mi oficina en la facultad, pero tampoco es tan tranquila porque todo el tiempo entra gente. Me gusta mucho trabajar y tengo mi propio estudio en mi casa. De hecho me paso muchas horas escribiendo. Y claro con la presencia infantil no siempre es tan tranquilo pero en general lo llevo bien porque si efectivamente hay algo que tengo que terminar en esos casos me ocupo de poder tener la concentración que necesito. Cierro la puerta a los niños por un rato. Para mí convive todo. Para mí el juego con los chicos también tiene que ser con la matemática, y también me encanta justamente jugar con la lógica, jugar con las palabras. Eso para mí es parte del estímulo matemático, que para mí es natural.

LP - Dichosos los hijos del matemático y del investigador porque la matemática será de ellos también…

P.A. - En vez de dichosos los ojos, dichosos los hijos… está bien…

LP - Una reflexión de una vida dedicada a esta labor intelectual.

P.A. - Cuando doy mi charla tanguera uso una definición de Discépolo que dice: El tango es un pensamiento triste que se puede bailar. Y de alguna manera lo asociaba con la matemática porque tiene mucho de pensamiento, por  momentos tiene una cosa de tristeza. Bueno, para mí el pensamiento tiene que ver justamente con todo lo que nos motiva a hacer cosas y con las pasiones. Para mí la matemática tiene que ver con divertirme y pasarla bien, entonces es como que en lo que escribo en general siempre trato de poner  alguna pizca de humor, y muchas cosas divertidas.

por Raúl Vigini

raulvigini@yahoo.com.ar

Autor: Raúl Vigini

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