LP - ¿Cómo fue su infancia?
N.M - Mi infancia fue feliz, con poco de todo pero sin llegar a la escasez. Tuve tiempos de juegos, de sueños y de imaginación. Tuve compañeros reales e imaginarios. Pasé por todas las etapas que se estilaba en esa época. La escuela, cuya prioridad era no faltar/no repetir; los amigos incondicionales; los primeros pantalones largos en la adolescencia cubriendo las piernas peludas; comenzar a trabajar para arrimar dinero a la casa y la primera “noviecita”, aquella que guardo en lo más profundo de mi recuerdo. En el balance, puedo afirmar, como una chispa de la evocación, que fui feliz.
LP - ¿Dónde cursó sus estudios después de terminar la escuela primaria?
N.M. - Terminé la primaria un treinta de noviembre y el cuatro de diciembre comencé a trabajar en el negocio de ramos generales de un tío ubicado en el mismo pueblo. No había tiempo ni colegio secundario para seguir estudiando. Tampoco posibilidades económicas para ir a otra ciudad para formarme. Pero mi afán de conocimientos me llevó a contactar a personas que me ayudaron muchísimo en mi aprendizaje superior. El profesor José Izquierdo de Capital Federal, titular en aquel entonces del Instituto Privado “Stylos” me recomendó para la carrera de Relaciones Humanas y Técnica de la Conversación que terminé luego de tres años de viajar metódicamente desde Raquel a Buenos Aires cada quince días. El mismo profesor es quien me inició en el camino de la narración y la poesía junto a dos discípulos más, enseñándonos con verdadera vocación docente el arte de razonar, escribir, defender el idioma y transmitir nuestras inquietudes literarias.
LP - ¿Qué hecho concreto lo decidió migrar de Raquel?
N.M. - Como queda dicho, este constante ir y venir a Buenos Aires despertaron en mí el anhelo de salir de la burbuja pueblerina y la ocasión se presentó al responder a un anuncio buscando vendedor de una concesionaria de autos de Rafaela. Fui aceptado y el diez de septiembre de mil novecientos sesenta y siete me incorporé a la firma Picasso y Compañía, concesionaria Ford en aquel entonces. Estuve trabajando diez años en esa empresa y ello me posibilitó viajar por una gran parte del país conociendo distintas costumbres, asimilando gran experiencia y, a la vez, atesorar miles de anécdotas.
LP - ¿Con qué objetivo encara su vida a partir de ese viaje iniciático?
N.M. - Este cambio permitió encarar mi vida de una forma distinta, con otros proyectos, y, a la vez, con mayor independencia tanto familiar como económica. Tenía veinte y tantos años y todos los sueños intactos. Seguía perteneciendo al “círculo” de Buenos Aires, pero las exigencias del trabajo y los viajes constantes fueron, poco a poco, diluyendo esas relaciones. Además el delicado estado de salud del profesor José Izquierdo imposibilitaba la fluidez del contacto que otrora lleváramos.
LP - ¿Le interesaron los libros desde chico?
N.M. - Siempre, desde muy chico, me interesó la lectura. Era un abonado constante para retirar libros de la Biblioteca de la Escuela o del Centro Juvenil Cooperativista existentes en el pueblo. Leía desde Pinocho, la revista SanCor, Rojinegro, Selecciones del Readers Digest, Corazón de Edmundo De Amicis y cuantos más libros estuvieran a mi alcance. Leía todo con avidez.
LP - ¿Desde cuándo la literatura lo despertó como “decidor” como usted se presenta?
N.M. - A partir de la lectura de libros de autores como Ernesto Sábato, Julio Cortázar, Juan José Sebrelli, Roberto Arlt, Albert Camus, Ray Bradbury y muchos otros; comencé a analizar el “cómo” y el “por qué” se construía un texto, una novela o un poema, pero no tenía -ni tengo- preparación académica. Entonces todo era voluntad para comprender y aprender. Pero hubo un acontecimiento que desencadenó en forma extraordinaria mi inclinación por las letras: conocer al poeta y escritor mendocino Armando Tejada Gómez. Su historia de vida; el exquisito manejo de la palabra, su fortaleza para ascender desde la estrechez absoluta y sin terminar la escuela primaria hasta llegar donde llegó, me conmovieron. En la peña “Folklore 67” de la calle Talcahuano al trescientos recuerdo como si fuera ayer cuando junto a Tito Francia y Chango Farías Gómez se presentó para una charla con todos los presentes. En ese ida y vuelta me pregunté a mí mismo si algún día podría escribir como él. Quedé a medio camino. No poseo ni el diez por ciento de la fluidez de su prosa, pero intento “decir” las cosas que ocurren a mi alrededor con mi estilo limitado y poco académico. Por eso afirmo que no soy un escritor sino simplemente un “decidor”.
LP - ¿Cuándo necesitó publicar su primer libro? ¿Con qué contenido?
N.M. - No fue una imperiosa necesidad la de publicar un primer libro, sencillamente fui escribiendo poemas -algunos influenciados de “Tejadismo”- para la conmemoración del centésimo aniversario de la creación de la Comuna de mi pueblo y como homenaje a los pioneros. Un amigo de fierro me dio el envión para editarlo. No me arrepiento, que quede claro, pero no lo volvería a hacer, por lo menos, de la forma que escribí ese libro. Pero soy consciente que a muchos autores le pasa lo mismo: no les agrada lo que publican primigeniamente.
LP - ¿Qué vino después en el tema de editar?
N.M. - Quise perfeccionar mi lenguaje y mi formación literaria. Ambicionaba una “revancha”. Pero el trabajo cotidiano me insumía muchísimo tiempo de modo tal que fui posponiendo mis inquietudes literarias. Insisto que no soy un escritor profesional, sino, simplemente, alguien que escribe. Así y todo, en el año 2009, vio la luz un segundo libro –Gestos- conteniendo setenta y tantos poemas escritos en cuarenta años más o menos. Ahí si me di por satisfecho por el trabajo.
LP - ¿Cómo es su labor como escritor? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Qué?
N.M. - Reconozco que no tengo una dedicación exclusiva como tienen muchos escritores. Escribo cuando me viene a la mente algún tema y lo desarrollo de un tirón. Luego le doy vueltas y vueltas, lo reviso una y otra vez para ver si está claro lo que quiero decir. Me exijo para que el lector entienda mi mensaje. La mejor hora para escribir es desde las veintidós a las dos de la madrugada. La soledad y la ausencia de ruidos me ayudan a perfeccionar lo que deseo expresar.
LP - Estar radicado en la ciudad de Resistencia ¿le permitió crecer en sus actividades culturales?
N.M. - Indudablemente que radicarme en Resistencia me ayudó muchísimo para crecer en este sentido. Resistencia es una ciudad plena de actividades culturales. La Bienal de Esculturas, las más de seiscientas esculturas emplazadas en avenidas, veredas y plazas de la ciudad, el Fogón de los Arrieros, el Centro Cultural Alternativo, el Foro de Lectura que se desarrolla todos los años bajo la supervisión de Mempo Giardinelli y la rafaelina Natalia López Porta, los Abuelos Cuentacuentos, la Peña Martín Fierro, entre otros, configuran amplios espacios culturales a los cuales puedo acceder. Por lo tanto, vivir en esta ciudad me ayudó muchísimo para crecer en mi base formativa.
LP - ¿Qué momento de su vida está transitando en la actualidad?
N.M. - En estos momentos estoy transitando una etapa de sosiego y reflexión. Jubilado y sin demasiadas obligaciones laborales, me dedico a visitar amigos, concurrir a eventos culturales, conversar con algún escritor o poeta conocido, lástima que se fue don Aledo Luis Meloni.
LP - Hay un nuevo libro suyo. ¿De qué se trata?
N.M. - El nuevo libro editado Mayico y Marongo y presentado en mi pueblo hace unos días, es una recopilación de cuentos y anécdotas que narran costumbres y vivencias pueblerinas de épocas que van desde los años mil novecientos treinta a mil novecientos ochenta. Se trata de una invitación a la sonrisa. Como decía el poeta danés Schade “Nadie es tan pobre que no pueda regalar una sonrisa ni tan rico que no la necesite”.
LP - ¿Cuál es su sueño a cumplir?
N.M - Mi sueño a cumplir es poder terminar un libro que contenga toda la historia de mi pueblo Raquel desde sus comienzos, los primeros pobladores, sus instituciones, su gente, sus personajes; en fin, todo lo necesario para que se convierta en un ejemplar que sirva de consulta para todos los que quieran saber de dónde venimos y quiénes somos. Para que las generaciones actuales y las venideras conozcan documentadamente el origen de su pueblo y el pasado de sus habitantes.
por Raúl Vigini
raulvigini@yahoo.com.ar