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En busca de… Miranda Nebbia, emprendedora

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Crédito: En Melopea: Miranda Nebbia conversa con La Palabra mientras la gata Regina -mascota del lugar- se pasea por la consola

LP - Los hijos de los artistas -especialmente aquellos que tienen una popularidad muy importante- viven dos realidades opuestas. Hay quienes cuentan la vida por haber tenido una experiencia grata y que han disfrutado de sus padres, y otros que lo han llevado como una carga hasta a veces recriminarles la ausencia en determinados  momentos. ¿Cómo resultó en vos ser la hija de Litto?

M.N. - Siempre lo viví bien. En realidad lo viví con naturalidad, no como que era la hija de alguien muy popular. Tal vez lo que decís depende de lo que haya hecho el padre de aquella persona, un poco debe tener que ver con eso. Pero en mi caso, mi papá más allá de su trabajo artístico y creativo, siempre tuvo como un perfil muy bajo, como que hizo su carrera con mucha humildad, entonces no lo viví como traumáticamente ni nada. Lo que decís de tal vez alguna ausencia, la verdad que siempre hacemos cosas entre los dos que surgen como naturalmente pero un poco la dinámica de cómo nos relacionamos tiene que ver  así con algún interés más allá de la cuestión sentimental de padre-hija. Pero siempre hay un condimento de algo que nos interese a los dos y en este caso pasó eso: estaban por un lado en juego cuestiones artísticas de él que tienen que ver con sus derechos ya sean editoriales o de productores fonográficos y a mí me interesaba la temática por lo que estaba haciendo por mi profesión. Entonces eso nos unió, en otros momento de la vida nos unió más la cuestión de hacer dvd de música. Ahora, como estoy en otra etapa, no dejamos de lado eso pero empezó a pesar esto  mucho más y la verdad de que disfruto de participar activamente.

LP - Hablando de la actualidad. ¿Cómo es el tema de los derechos sobre la obra editada y la situación legal?

M.N. - No hay ninguna modificación legal, y por eso decidimos apropiarnos de ese material. Hay que ver en cada caso, pero depende de cómo estaban armados los contratos originalmente. Ahora cuando leés el contrato de una editorial, dice que pueden absorber una editorial anterior o que ellos pueden vender tu canción a otra editorial. Originalmente  no decían eso los contratos porque era como impensado que las editoriales iban a utilizar la obra como una mercancía de una forma tan extrema.

LP - ¿Por qué ahora Litto decide quedarse con la producción fonográfica y antes no lo habían hecho?

M.N. - En realidad los derechos morales y económicos de un autor vencen a los setenta años después de la muerte el autor, es decir se pueden hacer públicos, los puede editar cualquiera. En el caso de los productores fonográficos esos contratos vencen a los cincuenta años de que adquirieron o produjeron ese material. El primer disco de Los Gatos salió en el año sesenta y siete, estamos en dos mil diecisiete, y se cumplirían cincuenta años del primero de los discos en junio de este año. Por esa razón decidimos editarlo antes de que se cumplieran esos cincuenta años. Como habían pasado muchísimos en los que no habían editado el material, ese material en poco tiempo, a la larga iba ser de dominio público y lo iba a poder editar cualquiera, y obviamente mi viejo lo iba a querer editar. Probablemente cualquier otra persona no lo haría. No es que hay gente desesperada por editarlo porque Sony no lo hizo por un montón de tiempo. En realidad es el autor que quiere ver a su propia obra circulando. Que tiene que ver más que nada con una satisfacción personal y no con lo que va a ganar porque salga a la venta determinado material. Podría haberlo hecho el año que viene y evitarse todos los problemas pero quería recuperar ese material que además se hizo sin los masters, sino remasterizando todo con Ciro Fogliatta y Mario Sobrino que es la edición que hicimos.

LP - ¿Ese material está protegido porque ustedes lo volvieron a editar?

M.N. - La realidad es que él nunca se benefició por la venta de ese material porque los contratos eran tan leoninos que jamás vio un centavo. La satisfacción de editarlo ahora no tiene que ver con querer hacerse de un derecho que le negaron durante tantos años sino con verlo editado y que la gente pueda tenerlo y acceder a eso que es lo que no ocurrió durante mucho tiempo.

LP - ¿Cómo es tratado el tema de derechos en la legislación?

M.N. - Un músico hace una canción en letra y música. Eso se mercantiliza de dos formas distintas. Por un lado están las editoriales que se quedan con un porcentaje de los derechos económicos de ese autor, y por otro están los productores fonográficos. Entonces, de lo que un autor o un intérprete cobre en Sadaic o en AADI, estas dos empresas se van a llevar una parte. Lo que siempre va a ser reconocido es el derecho moral del autor, la cuestión de reconocer que hay una persona que es el autor de esa obra. En la Argentina la legislación actual dice que en el caso de las editoriales el autor puede ceder hasta el noventa y nueve por ciento de la obra con lo cual sería una locura porque sería como venderla. Sadaic en sus comienzos intervino porque la legislación estaba mal y dijo poner un límite en el veinticinco y el treinta y tres. Pero eso es para los autores.

LP - Tu orientación vocacional fue por otros caminos a la hora de decidir el estudio.

M.N. - Cuando terminé el secundario estudié cine tres años y después de que pasaron algunos años y falleció mi mamá, tenía algo pendiente y empecé a estudiar historia en dos mil ocho. Me anoté en un profesorado porque me resultaba más natural que la investigación que me parecía un poco lejana. Era un profesorado universitario, largo, duraba lo mismo que la licenciatura de la UBA. Pero la UBA no me entusiasmaba nada por una cuestión como del colectivo de gente. Me interesaba más el conurbano, y tardaba lo mismo en ir a ambos lugares, y decidí ir a Los Polvorines. Como estudiante me presenté a algunas becas de formación que tiene la misma universidad y primero fue en una materia de Derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. Ahora tengo otra de investigación en la misma materia, con más horas. Eso me abrió la cabeza para poder decir que me gusta la historia pero para contextualizar y para dar clases, pero cuando se trata de investigación me empezó a interesar toda esta temática que tiene que ver con la propiedad intelectual. Y esa materia y esas becas y la formación que tenía me permitían ir desarrollando esto. Entonces mientras mi viejo hacía la demanda, iba con él a las reuniones con el abogado, me estaba formando en derechos humanos, que iba de la mano. Siempre pensando la cuestión de los derechos de los autores, de los músicos en general, como derechos de los trabajadores. Porque si te corrés de ese lugar, vas muerto.

LP - ¿Te dedicás a la docencia?

M.N. - Hice la residencia. Doy clases pero en la universidad porque soy becaria.

LP - ¿Qué nos está faltando en lo educativo y en lo pedagógico para que la historia sea importante en la vida de los argentinos? ¿Cómo te gustaría que se enseñara la historia?

M.N. - La verdad es que en el secundario tienen cada vez menos historia porque aparentemente cada vez los políticos le encuentran menos sentido que la gente conozca la historia. Más que conocer la historia creo que a tener un sentido crítico, poder pensar, a reflexionar, que la historia sea un recurso, un herramienta. Eso se hace difícil. Yo la pienso así a la historia, a mí lo que me pasaba era que siempre que quería entender algún proceso, o leer algo de música o de arte, tenía que ir a buscar el contexto histórico para saber qué era lo que le estaba pasando a ese tipo que estaba pintando ese cuadro, a ese tipo que sacaba ese disco. A mí me pasaba eso, y sentía que si estudiaba historia me iba a dar una herramienta más de base para entender otras cuestiones. De hecho fue así, la historia me interesó en otras cosas. Ojalá que en las escuelas se pueda hacer eso, creo que depende mucho de los docentes y de cada escuela. Fundamentalmente tiene que ser una herramienta para aprender a pensar, creo que tiene que funcionar así, desde la planificación que hagas, en cómo le atraiga a los pibes, la selección de contenidos. Creo que ésa es la manera, y creo que no pierde vigencia más allá de la tecnología o de cómo sean los pibes de hoy, de mañana, de ayer. Eso no pierde el sentido nunca.

LP - ¿Qué proyectos tenés para lo inmediato en tu profesión?

M.N. - Si sigue habiendo posgrados en las universidades nacionales del conurbano, porque cada vez tienen menos presupuesto, haré uno en alguna. No sé qué pasará.

LP - ¿Viajaste por el mundo?

M.N. - Viajé con mis viejos bastante. Vivimos un tiempito en España cuando tenía tres  cuatro años porque mi viejo tenía trabajo allí mientras daba vueltas por Rusia, Alemania, con mi mamá y con mi abuela nos quedamos en Madrid y después en Málaga. Volví con él en otro momento, siempre haciendo viajes. Este año estuve en España, ellos escriben más sobre derechos de autor y me hice de algunos libros de allá porque tenemos como la misma filosofía del derecho a pesar de que es distinta la legislación.

LP - ¿Cómo es Litto como padre, como artista, como músico, como autor, como empresario?

M.N. - Te diría que empresario no es, lo que quisiera hacer es tocar y que otras personas puedan tocar porque además lo que le produce es que se encuentra con otros músicos que en otros espacios no podrían tocar. Lo que intentó hacer es crear un espacio donde él pudiera grabar y pudieran grabar otros músicos y después se pudiera editar ese material para no depender justamente de los empresarios del negocio. Creo que surge por todo eso, y la verdad es que se sostiene por todo el trabajo de él y porque hay un montón de gente que labura a pulmón como la que está en Melopea. Creo que a él no le gustaría que le digan empresario, pero pienso que tal vez es un emprendedor. Es como inagotable (risas). Se la pasa inventando cosas para generar su propio trabajo e incluso el de otros músicos. Cualquiera que lo conozca bien puede decirte lo generoso, voluntarioso y disciplinado que es en su vida, es decir, en la música... que es su vida entera. Y es difícil despegarte de que es tu papá… 

por Raúl Vigini  

raulvigini@yahoo.com.ar

Autor: Raúl Vigini

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