A fondo con su arte
Nacido en Buenos Aires y radicado en Europa desde hace varias décadas, decidió que la posibilidad de desarrollar su música estaba en diferentes lugares del mundo. Pudo acceder a maestros y a instituciones que le permitieron crecer como profesional y su obra pudo empezar a andar respaldada por su talento y dedicación. Visitó la Argentina y conversó con LA PALABRA para contar historias.
LP - ¿Cómo iniciaste el estudio a los seis años?
M.N. - Empecé con mi primer maestro que fue Abelardo Alfonsín, gran bandoneonista.
LP - Casi que estudiaste las primeras letras a la par que la música…
M.N. - Ahora que lo mencionaste, sí. Al principio el solfeo mucho no me gustaba, pero está bien que insistió el maestro.
LP - Y nunca dejaste de abordar el instrumento.
M.N. Sí. Después cuando estaba en Europa, el primer año, como no encontraba todavía maestro de composición, estudié un año de piano, y antes en Buenos Aires estudié composición. En cierta manera todo se refuerza en el arte. Después del año y pico que estuve en París me fui a Suiza porque entré en el Conservatorio de Basilea. En general el bandoneón se estudia con maestro particular.
LP - ¿En nuestro país ya tenías algún proyecto musical armado a la par de tus estudios?
M.N. - Me acuerdo del primer emprendimiento después de estudiar, que fue una orquesta juvenil que me trae muchos recuerdos. Te hablo del año ochenta y cuatro, popular dentro del mundo del tango porque se trabajaba de una orquesta de jóvenes. Ahí estaba trabajando en El viejo almacén y ahí tuve la oportunidad de escuchar el Sexteto tango, creo que todavía estaba Edmundo Rivero.
LP - ¿Tuviste oportunidad de interpretar tu música en tus propias formaciones?
M.N. - No trabajo tanto así. A veces sucedió que se armó un quinteto de forma espontánea. Hay un cuarteto con clarinete, piano, bandoneón y contrabajo que es el único ensamble estable que tengo con mi obra. Después el resto son conciertos específicos, festivales o grabaciones. La mayoría de las veces voy solo cosa que a veces extraño cuando en Buenos Aires iba con mis amigos Cristian Zárate y Pablo Agri.
LP - ¿Dedicaste tu tiempo a la docencia?
M.N. - Sí, pero no soy un buen docente en algún aspecto. Sí funciona bien cuando al alumno le interesa avanzar. Cuando se trata de algo como pasatiempo o segunda cosa conmigo no funciona. Con el arte o te metes a fondo, o mejor no.
LP - ¿En qué estás pensando actualmente para concretar?
M.N. - Un montón de cosas que quiero seguir desarrollando y hacer. Las hago y muchas veces fallo en el intento, pero sigo adelante, generalmente la segunda vez funciona, no me olvido, las continúo. Lo que pasa es que el error es una parte del camino. Pero son proyectos a muy largo término, sobre todo la música que escribo y van tocando y grabando. Entonces quizás perfeccionar lo que estoy haciendo hoy, y que se difunda más. Eso me interesa.
LP - ¿Todo depende de vos o hay otros engranajes que tienen que ponerse en marcha conjuntamente?
M.N. - Las dos cosas. Si me equivoco en muchas cosas, prefiero equivocarme habiendo intentado lo mejor de mí. Eso quiere decir, por lógica, que aparte de mis errores hay un montón de cosas que no dependen solo de mí. Interactuamos con un montón de gente, instituciones, situaciones en la vida. Eso es lo que hace la vida. No me creo tan potente como para decidir todo mi destino, pero por lo menos decir sobre mí mismo saber que en lo que intenté puse lo más que pude.
LP - Desde tu lugar en Europa y mirando al futuro. ¿Pensás en volver a radicarte en Argentina?
M.N - Mi principal actividad artística sucede en Europa, pero se nutre tanto de lo de acá que ya estaba en mis planes desde hace bastante venir más seguido a Buenos Aires. Por lo menos dos veces por año y también presentar mi proyecto. En eso estoy trabajando y espero pronto tener novedades.
LP - ¿Sentís que lo que traés al país es bienvenido?
M.N. - Por el interés que veo en los músicos, sí. Cada persona lo percibe de una manera y diferente todo eso. Pero sí estoy seguro que el interés en eso está. Y hay que saber comunicarlo, mostrarlo y difundirlo, y ser inteligente en ese sentido. No es simple la Argentina, entonces hay que entenderlo. No es que uno viene y se programa un concierto como en la mayor parte del planeta tierra. Argentina es un caso muy particular en el planeta tierra, en todo sentido lo digo. Como argentino lo vivo, y lo he sufrido también.
LP - ¿Qué le reconocés a un buen músico? ¿Cuándo considerás que lo es?
M.N. - Cuando está pensando más en su música y en el arte que en la prensa, que en la guita, y no sé qué. Ese es un artista verdadero para mí. No importa si es un teórico súper culto, o es un intuitivo. A mí lo que me interesa es que esté a fondo con su arte. Y por supuesto sí tengo mis preferencias.
LP - ¿Y en el intérprete de bandoneón?
M.N. - Es una cuestión de aprendizaje y de conocimiento. Es una cultura muy vasta. Hubo y hay grandes bandoneonistas, antes que todos nosotros. De todo eso me parece que es bueno saber que existió y aprenderlo. A partir de ahí, salir para adelante con un estilo nuevo de interpretación, por ejemplo. Algo de lo que no se habla mucho dentro del mundo del tango, al menos no lo percibo, es el caso de Dino Saluzzi, que toca una nota y se sabe que es él. En cada instrumento, son pocos los que tienen ese don. Eso es algo que reconozco, y es bueno que suceda en los instrumentistas de bandoneón.
LP - ¿Tanto Astor Piazzolla como Dino Saluzzi te marcaron en la vida?
M.N. - Sí, sobre todo el caso de Piazzolla pero no por lo que hizo él, sobre todo porque lo conocí personalmente y él conscientemente quería empujarme a eso. Con el argumento artístico mayor: “si no está esto no hay nada”. Porque si no está eso, está bien, podés ser un bandoneonista -con todo respeto lo digo- y tocar y trabajar y te quedás ahí. Pero el arte no es para quedarse ahí, es arte es para que cada uno de los artistas exprese su visión, hasta diría del universo. Entonces hay que ir ahí, hay que animarse a ir ahí, si no uno se queda en nimiedades de trabajo, de cosas cotidianas. Esa es la libertad del artista, por eso a Piazzolla lo combatieron tanto y es la misma libertad con otro estilo que tiene Saluzzi. De hacer su música, como él la siente, como él es, y cuando uno lo escucha a Saluzzi uno sabe que él nació en Salta, y eso es lo que expresa, con todo ese universo nutrido por la música de todo el mundo. Por eso cada artista tiene su visión del universo.
LP - ¿Pensás en alguien que comparta y te herede en tu camino?
M.N. - Conscientemente no. Sé que pasa con algunos artistas y nos influenciamos mutuamente. Y alguna cosa pude haber influenciado. A veces me gusta, y a veces me irrita también. Es rara la vida, no sé qué es lo que pasa después cuando uno no esté acá. No sé si habrá una conexión cuando las cosas van a suceder en el futuro o es la nada total. Para darte un ejemplo extremo es como la ceremonia del velorio del entierro. Me he preguntado varias veces si esa ceremonia es más para los que están afuera que para los que están adentro. Y tengo la intuición que la ceremonia es más para los de afuera que para los de adentro. Con la música y lo que sigue lo pienso de la misma manera.
por Raúl Vigini
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