LP - ¿Qué pueden encontrar hoy en San Giovanni Rotondo quienes la visiten?
M.G. - Con respecto a la obra de Padre Pío encontramos el Hospital Casa Alivio del Sufrimiento que fue fundado para atender a personas de bajos recursos, que van de todo el mundo, y que además él había anunciado que eso iba a ser un hospital modelo por el cuidado de las personas no solo en materia de medicina del cuerpo sino también de medicina del alma. Tiene áreas de investigación muy importantes en el tema de células madre y de enfermedades neurológicas degenerativas. Y además encontramos en el lugar la iglesia antigua que es la de cuando Padre Pío llegó que era pequeña con un pequeño convento, se construyó lindante una iglesia más grande que es Santa María de la Gracia, que igualmente quedó muy chica por lo que es el amor y el fervor por el santo. Por lo cual se construye el santuario más grande que en gran parte fue donado por la comunidad de Filipinas, que tiene una cripta que es preciosa con murales hechos por el jesuita Marko Rupnik y muchos a veces dicen que es demasiado lujosa pero que el amor del pueblo filipino ha hecho que el Padre Pío tenga este lugar espectacular donde realmente se puede venerar su cuerpo incorrupto que está en la iglesia inferior del gran santuario.
LP - La Iglesia tiene y exhibe lo que llaman reliquias. ¿Qué es una reliquia?
M.G. - La palabra reliquia viene de restos. Restos en este caso es algo que perteneció al santo o por ejemplo su propio cuerpo. El cuerpo incorrupto del Padre Pío es su reliquia, y hay pertenencias de él que registra sangre, por ejemplo las vendas con las cuales él cubría sus llagas, de igual modo los guantes que utilizaba para cubrir sus manos llagadas. Un acontecimiento que vivimos hace poco es el que el corazón de Padre Pío que fue extraído en el momento de la exhumación de su cuerpo después de cuarenta años de su muerte está colocado en un relicario y fue traído a Argentina en abril. Hemos podido participar de diversas celebraciones para venerarlo en presencia de este corazón que amó tanto a Jesús y que sufrió tanto por él y por los demás, por los pecadores. Pudimos nosotros también tener momentos de oración maravillosos.
LP - ¿Cómo podemos justificar la veneración de un objeto?
M.G. - En este caso venerar es contemplar algo que perteneció a alguien a quien amamos. Por ejemplo, cuando vemos una foto de un ser querido que ya no está entre nosotros y viene a nosotros el recuerdo, el amor por esa persona, el reconocimiento de lo bueno que ha podido dejar como legado, lo que nos ha dejado como enseñanzas, esto es habitual en nosotros. En el caso de Padre Pío el haber podido venerar su corazón fue algo así obviamente como estar ante su presencia, las reliquias significan la presencia espiritual del santo en este caso la presencia de su corazón fue la presencia de su amor, por Cristo y también por nosotros. Estoy segura que él ha querido venir en un momento particular de la Argentina. Es un momento de nuestra sociedad que parece que todo da lo mismo, que no vale la pena ser bueno, que vale la pena solamente tener cosas, tener dinero, ser lindo, vale la pena la estética, ser exitoso, ser reconocido y estar en un primer lugar. Y estar delante del corazón de un santo como Padre Pio implica adherir a elegir ser menores, no querer tener el primer lugar sino tener el último lugar para servir a Dios en aquellos que sufren.
LP - ¿Quiénes custodian protegen, cuidan, acompañan el cuerpo del Padre Pío y sus pertenencias?
M.G. - Todo lo vinculado al Padre Pío está custodiado por los frailes capuchinos en San Giovanni Rotondo, en este momento hay un sacerdote que es el padre guardián Carlos María Laborde. Todas las reliquias, todas las pertenencias están en ese convento: los textos que él leía, los objetos con los que celebraba las misas, las casullas que usaba, desde las pequeñas estatuillas de la Virgen que él veneraba. Algunos elementos también están en Pietrelcina, que es la tierra natal, donde hay un museo que conserva algunas de las pertenencias ya que él vivió muchos años allí, allí se formó, allí estudió. Dada su salud endeble tenía un profesor que iba a su casa a darle charlas, entonces están los elementos con los que estudiaba, las estatuitas que veneraba siendo muy niño, el lugar donde fue bautizado. Toda su historia también está en Pietrelcina.
LP - Uno de los lugares donde se exhibió su corazón en Buenos Aires fue la Basílica de La Piedad. ¿Qué sucedió ese día?
M.G. - La reliquia de Padre Pío estuvo en la Catedral de Buenos Aires y varios lugares más y también la Basílica de La Piedad que es la sede natural donde se encuentran los Grupos de Oración del Padre Pío que vienen de distintos lugares del país, porque allí hay una estatua y una reliquia expuesta constantemente que es una gasa que él utilizó para curar sus llagas. En La Piedad tuvimos una celebración maravillosa, multitudinaria, muy emocionante, desde un coro celestial, fue algo muy del cielo, pero también allí está nuestro asesor espiritual nacional designado por la Conferencia Episcopal Argentina que es el padre Gustavo Seivane, que para nosotros es un formador permanente, realmente un referente espiritual muy grande, para todos los devotos del país.
LP - ¿Cómo llega usted al Padre Pío?
M.G. - Soy conversa. Padre Pío llega a mi vida a través de un pedido de oración. Yo no era católica, mi familia era protestante y ante ese pedido de oración, habiendo yo ofrecido mis pediatras, me dijeron que necesitaban que yo fuera a rezar al Grupo del Padre Pío no sabiendo yo quién era el Padre Pío. Y creyendo que era un sacerdote que estaría vivo en la parroquia del Socorro que era la iglesia en la cual se reunían a rezar por este niño que tenía nueve años y hacía cinco meses estaba en el Hospital Garraham, muriéndose sin saber lo que tenía. Muy raro, no tenían un diagnóstico. Asistí a ese encuentro de oración en principio sorprendida al saber que iba a rezarle a un santo cuando a mí me habían formado para no seguir a los santos sino solamente para amar a Dios, rezarle a Dios y nada más. Tampoco tenía ningún tipo de veneración hacia la Santísima Virgen por lo cual fue un momento de quiebre en mi vida espiritual porque a partir de allí el Padre Pío empezó a obrar en mi vida abriendo mi corazón, haciéndome entender que la Iglesia no era lo que yo durante tantos años venía pregonando, como que era un espacio de poder, que los sacerdotes tenían una vida maravillosa, no trabajaban y estaban llenos de dinero. Y me di cuenta de que mis afirmaciones eran absolutamente falsas, descubrí una Iglesia activa, preocupada por los necesitados, desesperada por servir a las personas, por rescatarlas del error. Una Iglesia que si cerrara hoy los espacios de caridad no sé qué sería de nuestro Estado.
LP - ¿Qué es el Padre Pío hoy para nosotros?
M.G. - Para nosotros el Padre Pío hoy es un modelo de que la santidad es posible. Había sido un hombre común, si bien tuvo una formación religiosa, pero un hombre que perteneció a una familia campesina. El mismo decía “yo soy un pobre fraile que reza”. Y este pobre fraile que rezaba llegó a ser un santo modelo que hoy nos indica qué camino seguir para volver a Dios, qué camino seguir para volver a contemplar su rostro. Creo que ése es el legado más fuerte del Padre Pío para nosotros. Entender que no tenemos que ser perfectos, entender que, siendo laicos, diría siendo a veces hasta poco ilustrados o poco formados, hay una santidad que nos espera y ser santos implica un desafío cotidiano.
Padre Pío definía a los grupos de oración como “faros de luz y de amor en el mundo”
Para quienes deseen remitir intenciones, pedir información o consultar para formar un nuevo grupo de oración (previo visto bueno del sacerdote) dirigir correo electrónico a santopadrepio23@gmail.com
por Raúl Vigini
raulvigini@yahoo.com.ar