Nacido en La Plata a fines de los años cincuenta, radicado en Resistencia, capital del Chaco, egresó como profesor de Biología, actividad que desempeña como profesión. Desde hace algunos años comenzó a incursionar en la escritura y pudo concretar sus obras literarias en algunos libros que tuvieron una circulación importante. Los hechos de la historia nacional lo incentivaron para desarrollar novelas en esos ámbitos a veces desconocidos en los relatos épicos. Aquí comparte con LA PALABRA su experiencia.
LP - Algunos detalles del paisaje familiar en la niñez. Aromas, sabores, sonidos, juegos.
J.B. - Dos partes bien diferenciadas: mi niñez en el Chaco y mi niñez en La Plata, esta última ciudad en la que nací y a la que regresé a los siete años debido a una beca otorgada a mi padre. El olor de los eucaliptos y los pinos, el sabor de la leche chocolatada, los primeros tangos que escuché de la mano de mi padre y los juegos en soledad a la vera de las vías del ferrocarril cercanas a mi casa.
LP - Cómo fue adaptarse a la nueva ciudad provinciana.
J.B. - No lo recuerdo con precisión. Creo, sin embargo, que los años trascurridos en La Plata semejaron algo parecido a un prefigurado Paraíso. Eso, al menos, es lo que recuerdo después de tantos años, y es una nostalgia que participa de una cuota de verdad probable.
LP - Cuáles fueron las principales actividades de la adolescencia.
J.B. - La lectura, y una suerte de introspección sistemática que todavía me acompaña.
LP - Qué elegiste estudiar después del secundario. Por qué.
J.B. - Biología. En el origen de mi decisión se encuentra un libro que me regalaron a los siete años: “El libro de los dinosaurios” de Edwin Colbert. Para ese entonces, las imágenes y el conocimiento de esos animales eran poco frecuente y en la fascinación que ejercieron sobre mi imaginación puedo ubicar con exactitud el comienzo de un camino muy extenso en el recorrido.
LP - Cuál fue el destino laboral con el título superior obtenido.
J.B. - La docencia en los niveles secundario y universitario.
LP - Qué resultó de interés en el tema elegido para la formación profesional.
J.B. - La Paleontología y la Sistemática. Ambos campos están estrechamente relacionados y fueron los que dictaron algunos aspectos de mi carrera profesional.
LP - Cuál es la importancia que le asignás a la lectura.
J.B. - No sabría precisarlo exactamente. Puedo decir, eso sí, que en mi caso, es una actividad tan consustancial a mi experiencia, que no hay momento de mi vida que no tenga una vinculación emocional o intelectual a dicha práctica. Comencé a leer a los siete años de manera sistemática -de hecho, los primeros poemas que memoricé se remontan a aquella edad-, y nunca -con las intermitencias debidas a los diferentes estados o experiencias que señalan toda vida-, dejé de hacerlo.
LP - En qué momento te propusiste empezar a escribir.
J.B. - En enero de 2015. Había hecho un viaje a La Plata para recorrer los sitios de infancia que todavía recordaba: las dos casas en las que viví con mi familia, las plazas próximas a esas casas, las dos escuelas a las que asistí, el monumento a Francisco López Merino, su casa en la calle 49, la vieja “Galería Rocha” y la confitería “París” en la que merendaba con mis padres y mis hermanos. Fue un paseo de poco más de cuatro horas que me confirmó en un deseo nacido algunos meses antes: escribir una novela que rescatara algunos momentos de aquella infancia lejana y casi perdida. El motivo cambió algún tiempo después, pero esa es otra historia.
LP - Cuándo pudiste valorarte como escritor.
J.B. - No lo sé a ciencia cierta, pero supongo que es una valoración derivada del juicio de algunos amigos, un puñado de lectores iniciales y el entusiasmo de mi primer editor. Es una valoración plena de subjetividades, como casi todas, pero en el campo de la experiencia es la única posible y, desgraciadamente a veces, la única a la que otorgamos un valor de certeza.
LP - Qué hechos permitieron considerarte un escritor.
J.B. - La respuesta está relacionada a la anterior: en el sentido “profesional” del término, me cuesta bastante colocarme en esa posición. Algunas críticas y reseñas, el entusiasmo de algunos lectores y ciertas condiciones diferentes en mi vida, pueden inclinarme -erróneamente o no- a considerarme en ese lugar.
LP - Qué situaciones te inspiran.
J.B. - Hechos acontecidos en un pasado relativamente remoto. Como lector tuve siempre ese tipo de predilecciones; lo que escribo tiene entonces una relación necesaria con esa predilección.
LP - Con qué temas te sentís más motivado.
J.B. - Algunas gestas y algunos episodios históricos. La condición necesaria es ésta: la lejanía temporal y espacial de los motivos sobre los que escribo.
LP - Cómo es tu sistema de trabajo con la escritura.
J.B. - Escribo capítulos cortos que tienen de dos a nueve páginas. Trato de que tengan cierta cohesión interna, algo de autonomía y concatenación con los anteriores y los siguientes.
LP - El primer libro. Cuándo. Cómo. Qué tema.
J.B. - “Tata Dios” primera edición en Editorial “Contexto”. Año 2015. Una matanza milenarista y xenófoba liderada por un curandero en el Tandil de 1872.
LP - El título siguiente. Cómo se gestó.
J.B. - “La cabeza de Ramírez” en Editorial “Contexto”. Año 2016. La lectura de “Los romances del río Seco” de Leopoldo Lugones me condujo al motivo del libro y su título.
LP - Qué continuó en el orden de ediciones.
J.B. - “Tata Dios” en la edición de Editorial Bärenhaus, año 2018; “El amor y la peste”, Editorial Bärenhaus, año 2019 y “La cruz y la espada”, Editorial Bärenhaus, año 2021.
LP - Cómo se definió el contenido del nuevo libro. Dónde te informaste de la historia. Qué te motivó.
J.B. - El motivo es muy antiguo: en el año 1985 memoricé “Poema Conjetural” de Jorge Luis Borges. En el comienzo del mismo se cita a los “montoneros de Aldao”. Lo que fue motivo de una curiosidad inicial -leí por ese entonces el libro de Sarmiento “El general fray Félix Aldao”- se convirtió en un motivo para escribir el libro. Me fascinó el doble carácter de la vida de Aldao: fraile y guerrero, hombre de doctrina y actos, vilipendiado y alabado en partes iguales.
LP - Por qué elegís la novela histórica como género para tu producción.
J.B. - Porque es una antigua predilección en la que me siento cómodo. Los primeros libros que leí pueden encuadrarse en ese género tan variado: desde “Cinq-Mars” de Alfred de Vigny y el “Ivanhoe” de Walter Scott hasta “Rey Jesús” y “El conde Belisario” de Robert Graves.
LP - Conocer Europa y ver Argentina desde allá. Cómo resultó la experiencia.
J.B. - Fueron dos etapas diferentes. Estuve en París entre 1984 y 1986. Yo era muy joven en ese entonces y, lógicamente, estaba enamorado de muchos de los aspectos de la “vida parisina”: sus calles que recorría sistemáticamente todos los días, sus bibliotecas, sus bares, y por qué no decirlo, su “bohemia”. En el año 2002 estuve en Barcelona realizando un curso de postgrado universitario. En ambas ocasiones, y en momentos muy diferentes, tuve una visión de caleidoscopio que no necesariamente mejora la calidad de la imagen, y la vuelve muy subjetiva. A eso habría que agregar el transcurso del tiempo, que desdibuja las sensaciones y las nociones que haya podido experimentar en aquellos momentos.
LP - Una anécdota protagonizada en los pormenores del trabajo literario.
J.B. - No hay ninguna que ocupe un lugar destacado. Existen, eso sí, muchos recuerdos vinculados al breve camino de mi producción: viajes a muchas ciudades, el encuentro con lectores, conversaciones con escritores que estimo y a los que leo, el “conocimiento” de algunos aspectos relacionados a la producción editorial, el reencuentro con muchos amigos a los que por una razón u otra había dejado de ver y, por qué no decirlo, el cotejo de mis libros con algunos de aquellos que releí y admiré tanto a lo largo de mi vida.
por Raúl Vigini
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