LP - Para hablar de Manuel Belgrano hay que estar hablando con Manuel Belgrano. Es tal vez una coincidencia histórica que no se ha dado antes en el Instituto Nacional Belgraniano.
M.B. - Sí, es la primera vez, o sea la que tengo yo, creo que es una suerte, un privilegio, de que realmente me toca presidir el Instituto Nacional Belgraniano. Nunca hubo un Belgrano al frente del Instituto, sí hubo Belgrano en el Consejo Directivo, un tío mío, Mario Belgrano, que también fue miembro de número del Instituto. Hoy puedo decir que es el honor este privilegio, se fue dando así, desde hace mucho tiempo vengo colaborando con la institución. Primero fui miembro correspondiente por la ciudad de Olavarría que es donde vivo, luego me nombraron miembro de número entonces la participación fue mayor, y luego me ofrecieron entrar al Consejo Directivo como vocal, y después me propusieron para vicepresidente y luego para presidente. O sea que estoy iniciando desde hace un año con el segundo período como presidente que dura cuatro años. Pienso que vence en el año veinte, que es un año muy especial, porque va a ser el bicentenario del fallecimiento del General Belgrano y los doscientos cincuenta años del nacimiento, donde ya hemos empezado a trabajar para ese año. Queremos llegar a publicar un libro muy importante, un libro institucional y de homenaje, y a su vez vamos a realizar un congreso, y tenemos que motivar a todos los institutos que nos representan en el interior y sobre todo a las provincias donde han tenido una fuerte incidencia las campañas del General Belgrano. Para eso ya estamos trabajando, y se elegirá otro presidente, por lo menos son mis intenciones. Creo, que no hay que perpetuarse en los cargos, y sobre todo en este tipo de instituciones donde no es fácil conseguir gente que colabore. Acá somos todos voluntarios, con excepción del personal que pertenece al Ministerio de Cultura, dos investigadores contratados que están en forma permanente con nosotros que investigan mucho en archivo, y nuestra secretaria administrativa. Los miembros de número y el Consejo Directivo somos todos ad honorem. La renovación hace que tenga esa agilidad y que oxigene.
LP - ¿Los Belgrano se han dedicado a estudiar la historia?
M.B. - No todos, pero como destacado tengo mi tío abuelo Mario Belgrano, reconocido historiador, o sea es el segundo biógrafo de Belgrano después de Mitre. Su primer libro de Belgrano sale publicado en mil novecientos veintisiete, después en los años cuarenta sale un ampliado, vivió en Francia y escribió mucho en francés, editando mucho sobre la diplomacia de Belgrano. El hijo, Marito, que viene a ser tío segundo mío, también un gran estudioso de Belgrano pero públicamente no es conocido, no ha editado libro, pero es de los que más deben haber investigado. En mi caso, soy licenciado en administración agraria, y siempre me gustó la historia a la que me ha ido llevando el periodismo, por ser familiar. Lo asumí como responsabilidad y empecé a estudiarlo. Tuve la suerte de viajar por el país por tener el nombre que llevo. Y llevo la sangre además. Entonces uno tiene que estar preparado, por eso estoy donde estoy.
LP - ¿Cómo es su descendencia del General?
M.B. - Desciendo de Manuela Mónica, entonces se preguntarán cómo llevo el apellido siendo ella una mujer. Bueno, Manuela Mónica -hija de la tucumana Dolores Helguero- se casó con Manuel Vega Belgrano que era un primo de ella por parte de una hermana de Belgrano. Manuela tuvo varios hijos, tres de ellos sobrevivieron y fueron Manuel, Carlos y Flora. Manuel y Carlos mueren solteros y sin descendencia, y Flora Vega Belgrano -nieta del General- se casó con un primo que era Juan Carlos Belgrano. Que vienen a ser mis bisabuelos. Y ahí mi descendencia directa de Belgrano, directa de un hermano de Belgrano y de una hermana de Belgrano. Ahí es donde se conserva el apellido.
LP - Como descendientes ¿qué historia consideran la más verosímil entre las distintas corrientes de investigación?
M.B. - Entre la historia de Mitre y la que escribió Mario Belgrano no hay grandes diferencias. Creo que porque fue en un momento donde tampoco habíamos entrado en un gran revisionismo en el año veintisiete. La documentación que había era la misma, hasta que pueda haberse encontrado nueva documentación, y sobre todo clasificado. Posteriormente historiadores viajaron a los lugares donde fueron las campañas y pudieron acceder a nueva documentación, y eso permitió que se fueran escribiendo las historias locales sumadas a esa gran historia de Mitre. De ahí salió lo más cotidiano y enriqueció esa historia. Es un aporte muy temprano a nuestra historia y muy importante.
LP - Cuando pensamos en el General Manuel Belgrano lo reconocemos por un hecho como sucede con cada uno de los próceres, y en este caso es la creación de la bandera. ¿Cuál es el Belgrano que no conocemos todavía?
M.B. - Creo que el que no conocemos o el menos divulgado es ese Belgrano apasionado justamente por la educación. Se tiene en cuenta en forma anecdótica que un día después de una batalla recibió un premio y lo donó para escuelas, no es cierto? Pero no se tiene en cuenta, todo lo que hace en el Consulado, y lo de la educación viene desde ahí. No viene del Belgrano educador o del Belgrano a partir de Mayo del 1810. Belgrano tenía sus ideas que las aplicó en beneficio de este país, como idea de superficie, geográfica, desde antes, que uno ve los escritos económicos y que están todos vinculados con la educación desde el Consulado donde crea la Escuela de Dibujo, de Matemática, de Artes y oficios, la Escuela de Comercio, y sobre todo el rol de la mujer, que hasta ese entonces la mujer no se educaba más que dentro de su hogar donde aprendía sus primeras letras, no iba a una escuela pública. Belgrano dice: “Es la primera que se tiene que educar, porque es la madre, y es la primera y la que más en contacto está con los chicos, la primera que le trasmite toda la educación y toda la formación”. Así que es reconocido por el mismo Domingo Faustino Sarmiento como el primer gran educador. Ese rol es sumamente importante y muy desconocido. Me gusta mucho rescatarlo desde el Consulado, antes de Mayo, porque ahí está su doctrina y el porqué de su lucha por la libertad y la independencia. Fue un revolucionario por ideas, por el progreso, por la libertad de sus semejantes como él decía. Y había que transmitirlo y había que enseñarlo. El se supo nutrir del conocimiento, fue una persona dedicada al estudio que lo hizo desde sus primeros años en el Convento de Santo Domingo con sus primeras letras, luego en el Colegio San Carlos -hoy Nacional Buenos Aires- y después en Salamanca. Hay que tener en cuenta que a los dieciocho años era presidente de la Academia de Derecho Forense en Salamanca y siendo un indiano, no un español. Hay que tener en cuenta la aplicación que él tuvo.
LP - Y fogoneado por Juan José Castelli….
M.B. - ¡Sin ninguna duda!… ¡Sin ninguna duda!… ¡¡¡Claro que sí!!! Y el después vive ese momento de la Revolución Francesa, y ahí lo lee a Montesquieu, a Genovesi, a Filangieri, los italianos, a Jovellanos, en los que tiene con algunos la oportunidad de frecuentarlos, de hablar. O traduce a Adam Smith del inglés, se preocupa por los idiomas vivos como le escribía a su madre, estudiando el francés y el inglés, ya que el italiano supongo que lo hablaba en su casa por su padre de ese origen. Una persona preocupada siempre por el estudio, donde trae su biblioteca y como le decía a su madre: “Se apoderaron de mí las ideas de libertad y lo quiero aplicar en beneficio para mis paisanos”. Ahí se entiende por qué su entrega absoluta a la libertad, lo toma como una causa cierta, porque la vivió. Y decía: “Por qué no ser libres que es un derecho que nos ha dado Dios”.
LP - ¿Desde lo familiar qué información les llega en cuanto a su carácter?
M.B. - No tenemos ningún tipo de información desde lo familiar. No hubo un relato de la historia desde lo familiar, en absoluto. Creo que porque fue un hombre tan público, tan público, que todo se conocía, y él escribió mucho. Y fue junto con José de San Martín de los primeros que se escribió la historia de ellos. A mí no me llegó nunca nada fuera de lo que está en los libros.
LP - Las últimas palabras que ustedes destacan del General Manuel Belgrano en su lecho de muerte. ¿Cuáles fueron?
M.B. - El veinticinco de mayo de mil ochocientos veinte Belgrano redacta su testamento, lo dicta. Y empieza diciendo: “Yo, Brigadier General de los Ejércitos de Sudamérica…”. ¿Qué quiero decir con esto? Que Belgrano se consideraba un militar, siendo un abogado. Y muchas veces lo llaman doctor, y digo ¿por qué doctor? Nunca fue doctor y sí militar. Creo que en los últimos años había que sacarlo de militar y no es así. Belgrano asume ese papel, de militar, y lo deja en su lecho de muerte bien asentado, y estudió. Porque cuando empiezan las Invasiones Inglesas le habían dado un cargo y se pone a leer instrucciones de tiro, buscaba tener los conocimientos, sobre todo una persona que tenía capacidad de lectura y de comprensión. Después se hizo general en el campo de batalla, entonces lo reconoció a eso.
por Raúl Vigini
raulvigini@yahoo.com.ar