Un trabajo mancomunado desde lo familiar le dio la posibilidad de recorrer caminos insospechados y conocer sitios emparentados con el realismo mágico que comienza con la impronta que sus padres le fueron concediendo al grupo afectivo. Varias generaciones con gente allegada al teatro lo movilizaron y a partir de su llegada a la capital del país, eligió la actuación. A la par de ese desempeño, se sumó a la actividad de su madre Liliana, escritora, para organizar la gestión con sus libros. De una vida intensa y compartida, nos cuenta en esta charla plena de emociones con LA PALABRA.
LP - En algún momento hubo una bisagra en la vida de ustedes porque Liliana no avisa pero sigue estando de otra forma. ¿Cómo están abordando esta nueva etapa y con qué te encontraste habiendo conocido todo porque estabas al lado de ella?’
G.B. - Bueno, la verdad que primero obviamente fue un golpe muy sorpresivo porque nadie esperaba algo así. Liliana era muy joven y estaba muy bien, fue un golpe anímico muy grande. Liliana además de ser esa maravillosa artista era una persona íntegra y dedicada a los demás incluidos nosotros, su familia, ella nos dio un amor y una libertad toda la vida, y nos enseñó mucho de lo que después empezó a predicar con su obra. Esto de que el arte es una herramienta de comunicación, que el arte no es un decorado, que necesita tener un propósito de transformación. Y eso nos marcó la vida a nosotros, y nos enseñó. Y bueno, ahora se abrió esto que decís, un mundo nuevo, donde pendulamos entre este dolor, este vacío, y una alegría y un orgullo, y una responsabilidad, por todo el reflujo que está generando su partida física que nos hace comprobar la potencia de lo que sembró ella con su palabra y con sus actos, porque ella fue muy consecuente con lo que pregonaba, ella realmente le dedicó a cada lector, a cada alumno, a cada docente, toda su energía, toda su disposición, incondicionalmente. Y hoy realmente sentimos que se expande Liliana, en la nueva forma de estar de ella, que es más grande que nunca en ese sentido. Luego, en la cotidianidad familiar, el vacío es intenso, pero nos sostiene toda esta misión que ella nos legó.
LP - Creciste al lado de ella. ¿Por qué te metés en el tema que te ocupa y es tu profesión?
L.B. - Hay algo de herencia familiar, mi abuelo, el papá de Liliana era director de teatro, Liliana hizo teatro antes de empezar a escribir, fue actriz y tiene un vínculo con mucho amor al teatro, y con mi hermana nos criamos en teatro viendo las obras montarse, y siempre amé mucho el teatro. Luego decidí venir a Buenos Aires a estudiar y en dos mil dos fundamos un grupo de teatro independiente que llamamos “Tres gatos locos” porque éramos tres y no nos conocía nadie. Empezamos a trabajar de eso y a construir nuestros espectáculos y hoy seguimos en pie. Dieciséis años, casi trece personas en el equipo, y entre todas las obras que tenemos hay cinco montajes de textos de Liliana, tres del libro “Sucedió en colores” que son cuentos infantiles, pero la obras luego son para todo público. Tenemos la versión del “El espejo africano” y un montaje para adultos basado en “Memorias impuras” que se llama “Memorias de una alcahueta”. Todos esos trabajos han viajado por toda Latinoamérica, por años hemos recorrido todo el continente. Hoy estamos haciendo temporada y viajando al interior mucho.
LP - ¿Cómo surge “Tres gatos locos”?
G.B. - Estudiamos en el conservatorio con Juan que es mi amigo, mi colega, los dos fundadores del grupo que quedamos de esa época. Eramos compañeros y teníamos la necesidad de decir que además de aprender teníamos la necesidad de trabajar de esto. Siempre con una postura política social muy firme decidimos probar hacer teatro en los subtes en principio y empezamos a hacer lo que llamamos con humor “Atentados artísticos”, entonces simbólicamente tomábamos un vagón y hacíamos un pequeño espectáculo de seis minutos, en principio pasamos la gorra y nos empezó a ir muy bien con esto. Pudimos dejar de hacer changas que no nos gustaban y pudimos empezar a sostenernos. Vino una etapa de viajes a Colombia, México, Venezuela, Cuba, Ecuador, y eso nos abrió un campo de trabajo, de aprendizaje muy grande, y el grupo fue creciendo. En dos mil ocho decidimos empezar las obras de Lili y montamos “Un cuento negro” y sigue vigente, y eso también nos fortaleció muchísimo y hace unos años algunos tuvimos hijas y nos asentamos un poquito más en Buenos Aires. Nuestro trabajo fue creciendo mucho y estamos más asentados, somos como una especie de referencia en el teatro infantil juvenil por lo menos en Buenos Aires y para nosotros es un orgullo enorme. Hoy después de la partida de Lili nos está cayendo el reflujo extra que tiene que ver con ella.
LP - Trece personas en un equipo no es poco. ¿Cómo sobrevive la empresa?
G.B. - Es difícil, algunos tenemos cosas paralelas, pero cada vez más esto se vuelve una profesión. Yo trabajo de agente literario en la obra de Lili, Juan da clases de teatro a chicos con problemas de calle, pero nuestra actividad fundamental es ésta y cada vez más estamos cerca de que esto sea un sostén además de una pasión, alguna vez no ganamos ni un peso y lo seguíamos haciendo. Hoy podemos hacerlo y podemos casi vivir de esto. Y eso fue a punta de aprender, de organizarnos, de repartirnos roles, no tenemos una estructura vertical, todo lo contrario, yo dirijo y hago las puestas escénicas pero todos tenemos un rol además de actuar.
LP - Si tuvieran que elegir nuevas obras cuál es la filosofía del grupo para sabe hacia dónde ir.
G.B. - Justo estamos en una etapa donde tuvimos por muchos años planeado qué obras íbamos a hacer y ahora acabamos de cumplir con ese plan y estamos en un momento en el que queremos esperar un poco para elegir una nueva obra porque tenemos mucho material y nos están requiriendo muchas funciones, estamos con escuelas, el tiempo de ensayos es intenso. Siempre buscamos una obra que nos movilice a nosotros, que nos permita decir lo que nosotros tenemos ganas de decir a través de este texto, de esta alegoría que proponga la obra, y en general buscamos ser para todo público, tener una amplitud del lenguaje, o capas del lenguaje, porque a veces hacemos obras que parecen infantiles y los chicos disfrutan un nivel del relato y los adultos otro que está más oculto, muchos guiños para adultos. Buscamos un texto que sea consecuente con nosotros, que nos movilice.
LP - Como actor, desde lo personal, desde lo más íntimo. ¿Qué es lo que te proponés?
G.B. - Hoy justo hablamos antes de la función, de cuál es la piedra filosofal del teatro, qué buscamos. Hoy hablamos de que lo que realmente busca el actor es el presente, es construir y estar en presente en el momento de interpretar. Porque el teatro si bien es una construcción metódica, repetitiva, casi obsesiva en nuestro caso, y firme, donde uno tiene un camino de acciones y textos muy definidos, como dijo Peter Brooks “cuanto mejor tejemos esa red, cuanto más firme es esa red, más posibilidades tenemos de atrapar el pez dorado” que se refiere a esto, eso de estar en presente y transmitir, y ser un canal, y emocionar, y transformar al público. Eso no se logra constantemente, pero la búsqueda profesional hace que uno pueda permanecer más cantidad de tiempo y con más firmeza en esos momentos que son clarísimos para el intérprete y para el público. Donde uno se transforma y se vuelve un canal y le brilla la mirada, y emociona y llega a los espectadores. Creo que lo que más buscamos es lograr ese presente.
LP - Teniendo en claro eso, ¿hacia dónde querés llegar?
G.B. - El teatro nunca está terminado, en el teatro nunca llegás. Si creés que llegás, se estanca y se apaga. Lo que buscaría o lo que especulo en el buen sentido, es realmente que este camino nos siga dando posibilidades de crecer, de aprender, de encontrar caminos aledaños nos hagan avanzar ysermejores personas, mejores artistas y lo que siempre nos proponemos es transformar con lo que hacemos, aunque sea algo ínfimo, mínimo, aunque sea un pensamiento en alguien que se va de la obra, creemos que la misión está cumplida. Si el espectador se va igual que como entró eso para nosotros es un fracaso, entonces nuestra búsqueda más plena es lograr transformar la realidad en el nivel que sea, no es algo utópico que vamos a cambiar el mundo, pero vamos a cambiar algo del mundo. Y si eso se va acumulando, creemos que es una masa crítica que algún día va a cambiar el mundo.
LP - Los “Tres gatos locos” ¿le aseguran un lugar para siempre a Liliana?
G.B. - Sí, ella nos nombró sus hijos, explícitamente, nos amó, no solo a mí que soy el hijo sino a todos, y hoy sentimos que somos un cuerpo de elite de su ejército de amor, y tenemos una misión para toda la vida y la vamos a sostener con mucha alegría y con mucha entrega y responsabilidad.
por Raúl Vigini
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