La Palabra

En busca de… Gabriel Barnes, escritor

LP - Los primeros años de Ayax en Rosario y su acercamiento al lápiz.

G.B. - Ayax nació en Rosario y fue alumno de un colegio marista. Emprendió la carrera de arquitectura, pero que no llegó a finalizarla, para dedicarse por completo a la que sería la profesión de toda su vida: la de dibujante, en el universo de las artes plásticas.

LP - La experiencia de verlo a su padre trabajar en las esculturas.

G.B. - Naturalmente la profesión de su padre, el escultor Eduardo Barnes, habría de influir en él y en su formación, en donde colores, materiales, formas, estudios y bocetos, lo alimentaron y formaron, en una suerte de ósmosis.

LP - ¿Quién fue Eduardo Barnes para el arte local y nacional?

G.B. - Eduardo Barnes fue un escultor autodidacta cuyas obras pueden apreciarse principalmente en Rosario: suyos son los murales del vía Crucis de la Catedral de la ciudad, es autor de dos de los bajorrelieves que luce el monumento a la Bandera, así como también en la entrada de la Bolsa de Comercio de Rosario, entre otros ejemplos. Hoy sus obras pueden admirarse en el Museo de Arte Sacro “Eduardo Barnes”, en las catacumbas del teatro El Círculo, un lugar muy bello y sugestivo. Uno de esos sitios que aún se pueden descubrir en la ciudad de Rosario.

LP - La formación de Ayax en su lugar de nacimiento. Decidir formar una familia. Sus integrantes. Dejar Rosario e ingresar al mundo del trabajo importante.

G.B. - Muy joven, con Beatriz Doumerc, la escritora que sería la compañera de toda su vida, Ayax se traslada a la costa este del Uruguay, donde, en el balneario La Floresta, sus padres tenían una casa de veraneo. Allí comienza su etapa uruguaya pues al poco tiempo se trasladan a Montevideo en donde Ayax empieza a trabajar en la imprenta As, un sitio innovador, en donde un equipo de creadores, entre los que se contaba Hermenegildo Sábat, trabajaban ideas y conceptos de una modernidad conceptual y visual hasta ese momento desconocida en esas latitudes. Los trabajos de la imprenta As fueron reconocidos en varias ocasiones por Gebrauschgraphik y la famosa revista Graphis de Suiza, referentes mundiales en su género. En As, Ayax realizó trabajos muy importantes. Fueron años de mucho trabajo y de formación, en los cuales realizó tres viajes de estudio a Europa. Por entonces, la familia, que aumentó hasta contar seis hijos vivía en Montevideo, en el barrio de Punta Gorda, cambiando de casas y de calles, pero conservando siempre la misma casa, que a modo de arca, les permitió -y les permitiría en futuro-, conservar las cosas fundamentales: la identidad de la familia y el no abandonar memoria y cosas queridas, en una vida que fue, en cierto modo, una vida viajera.

LP - Vivir en Buenos Aires hasta que un día los libros no se podían leer.

G.B. - En la segunda mitad de la década del sesenta, Ayax trabajó entre Montevideo y Buenos Aires. Allí ilustró numerosos libros para las colecciones “Cuentos de Polidoro” y “Los libros del Chiribitil”, editadas por el Centro Editor de América Latina, que tuvieron una gran difusión en la Argentina y en toda América de Sur, así como también, la enciclopedia el Quillet de los Niños, dirigida por Beatriz Ferro, junto a Osky y Alberto Breccia, mientras espaciaba en la pintura, el cine de animación y realizaba diversas exposiciones. Los  trabajos de Ayax Barnes cambiaron y enriquecieron la estética de los libros para niños, incluyendo técnicas hasta el momento inusuales, como las impresiones en y los dibujos con una sola línea. La fusión de disciplinas graficas diversas cuajan en sus ilustraciones, desde una perspectiva de gran sensibilidad y efectividad en donde cada lámina atrapa la atención del lector y permanece con su estilo particular en su memoria.  Esa cualidad de sus ilustraciones habría de ser muy útil en los años siguientes.

LP - Mirar a Europa como próxima etapa para la familia, pero sin escaparse de nada ni de nadie.

G.B. - En el 1976, Ayax y su familia se ven obligados a marcharse del país, cuando algunos de sus libros son prohibidos por la junta militar que gobierna la Argentina. De esos libros, dos de ellos, El pueblo que no quería ser gris y La línea se convirtieron en clásicos, con muchas ediciones en diversos países. Hoy, la obra de Ayax Barnes dibujante y de Beatriz Doumerc escritora, está siendo editada por la Editorial Colihue en la colección Tal para cual. Los cuatro primeros títulos merecieron este año la mención de destacados de Alija en la Feria del Libro de Buenos Aires. Tal para cual, fue también el título de una muestra que se realizó en 2015 en el Museo del Libro y de la Lengua de la Biblioteca Nacional. Estuvo abierta nueve meses y fue visitada por mucho público y lo que es más importante, por numerosas escuelas.

LP - Retomar la tarea pensando en publicar para los niños lectores.

G.B. - De Buenos Aires la familia se trasladó a Brescia, en el norte de Italia. Allí Ayax y Beatriz prosiguieron con su trabajo publicando en importantes editoriales como Mondadori y Fabbri, además de revistas y suplementos como Pimpa y el Corriere dei Piccoli, suplemento del Corriere della sera, entre otros. Fueron años de mucho trabajo, a la par que se construía otra vida lejos de la Argentina natal. Fueron tiempos de inquietud y descubrimiento y a mediados de los años ochenta se trasladaron a Barcelona. Allí, los nombres de las editoriales cambiaron y fueron Espasa-Calpe, Destino, Brughera, Edebé entre otras. Lo importante es que nunca dejaron de trabajar y de crear, confabulando, nuevas historias...

LP - Compartir la vida, el trabajo y la olla en la cocina con la compañera de siempre.

G.B. - El ambiente de trabajo era la casa, aquella que había empezado siendo la primera casa en el balneario de la Floresta y que del barrio de Punta Gorda en Montevideo se había trasladado a Buenos Aires para ser después la casa de Italia y por fin, la casa de Barcelona. Allí, en la casa (como en todas las otras casas) Ayax trabajaba en la mesa con mejor luz, junto a una ventana, acompañado siempre por un gato y por el humo azul de un cigarrillo que perezoso, buscaba el techo. Beatriz, por su lado, escribía, leía, cocinaba y dirigía el tráfico de amigos que nunca dejaron de pasar, dando vida a un ambiente acogedor de lectores, soñadores y viajeros. Esas cosas, todas, están en sus textos y fundidas con las ilustraciones, son una mirada libre que recorre sus historias: ese tipo de historias, que siempre frescas recorren el tiempo. Hoy, son muchos los lectores que fueron pequeños y recuerdan sus trabajos. Y son muchos también hoy los jóvenes que los descubren, asombrados por la frescura y la vigencia de los mismos. Yo quiero pensar que esos libros conservan el espíritu del arca, que fue la casa de la familia viajando en mares que a veces eran soleados y otras veces, de tormenta.

LP - Las pinturas: otra etapa de su profesión.

G.B. - Ayax también pintaba. Y en sus últimos años, un día, mientras caminaba desde el balcón de la casa de Barcelona en donde crecía un papiro, hasta la cocina en donde borboteaba una salsa de tomate, Beatriz le preguntó: ¿Que vas a pintar? Y él respondió:

-¡Voy a pintar mujeres gordas desnudas, con tigres y gatos!

Y eso empezó a hacer, mientras la brisa movía las hojas del papiro y en la cocina, la olla seguía borboteando. Algunos de esos cuadros, se exhiben hoy en una muestra en el Palais de Glace. La muestra lleva por título: Ayax Barnes, una mirada. Mujeres al sur en los días de Barcelona.

LP - La serie de mujeres desnudas. El argumento de esa necesidad.

G.B. - ¿Por qué eligió pintar mujeres con tigres y gatos? No lo sé. Supongo eran la otra orilla de un país que conocía bien: el de los libros en donde habitaban pájaros, castillos con princesas, dragones y leones. Ambas orillas, en sus trazos, compartían un mismo rigor, un mismo patrón de belleza y la misma honestidad.

LP - Su obra en el mercado.

G.B. - Su obra es una obra que vuelve, que regresa. Si la vida y el trabajo de Ayax y Beatriz fue un largo viaje de ida que empezó en Rosario y terminó en Barcelona, es hoy un viaje de vuelta, que trae a la Argentina, con la reedición y la edición de títulos nunca editados, una carga de sorpresas. Entre ellas los cuadros que se exhiben en el Palais de Glace. Junto a otras, que irán viendo la luz.

LP - La mirada de un hijo que está logrando que los libros prohibidos se editen nuevamente.

G.B. - Yo creo que ellos vivieron en años formidables, como lo fueron los años sesenta y setenta, años en donde se hicieron cosas extraordinarias destinadas a no desaparecer y como en el caso de la obra de ellos, destinadas también a vivir otras vidas,  descubierta y admirada por nuevas generaciones. Hay creo, una línea común entre los antiguos lectores  y los nuevos lectores. Es la línea de la vida, que siempre, como un regalo, lleva al mañana: castillos, caballeros, princesas, leones, pájaros de colores y... mujeres con tigres y gatos!

LP - Y la satisfacción de ver expuesta la obra en diferentes lugares del país y otras geografías.

G.B. - Siempre pienso que los trabajos del arte son de alguna manera un patrimonio global: los dibujos y las palabras tienen que ver con lo que amamos, con lo que soñamos. Son, de algún modo atemporales. Y yo estoy muy feliz de sacar trabajos de una caja prodigios, para que vuelvan a estar aquí, para disfrute de todos.

por Raúl Vigini

raulvigini@yahoo.com.ar

 

Autor: Raúl Vigini

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