La Palabra

En busca de… Fabiana Daversa, escritora

archivo Fabiana Daversa
Crédito: Dedicación: La de Fabiana Daversa al estudio de los métodos adivinatorios

LP - Tal vez algo de lo que sucede en tu vida hoy tuvo que ver con el realismo mágico que viviste en tu niñez. ¿Es así?  

F.D. - Como sabés soy brasilera, mi madre y mi abuela argentinas, mi padre italiano así como mi línea paterna. Y ellos se fueron a fundar teatros porque ambos eran actores. Razón por la cual mis hermanos -somos siete- están en Brasil, uno en Italia y la mitad nació en Buenos Aires. Ahora todos están radicados en diferentes lugares del mundo. Soy la única que está en Buenos Aires, pero de verdad llegar a un país tan prolífico en todo lo que tiene que ver con las mancias, estar en medio de los setenta -yo soy del sesenta y cuatro- entonces fue todo un crecimiento entre Brasil y Argentina en momentos muy difíciles de ambos países. Mis padres estaban de acá para allá porque eran actores, mi papá fue preso en Brasil porque era del Partido Comunista, y me acuerdo que cuando entraron a quemar los libros, y a secuestrar material, tengo muchos recuerdos de amigos de mamá que venían a casa para poder tener el pasaporte e irse a México o a España, porque el proceso acá estaba a la orden del día. Fueron momentos muy difíciles pero la persona que me marcó   fundamentalmente ese período fue Otavio, que fue un empleado de la casa -ah, yo te muestro la foto- un señor negro que llegó a nuestra casa diciendo que lo habían echado de la suya porque habían descubierto su homosexualidad y fue a pedirle trabajo a mi mamá, que le dijo: “Tengo una nena recién nacida”. Imaginate que me puso en manos de un desconocido que estuvo veinticuatro años en casa, entonces me llevaba, me vestía. El era pai de santo, imaginate que era umbanda, mi madre agnóstica, mi abuela hipercatólica, una suerte de mejunje. Y Otavio fue muy decisivo porque era una persona buenísima, nunca lo escuché hablar mal de nadie. Me decía: “Las cosas tienen sus entrelíneas”. Creo que fue un ángel porque cuando me vine a vivir a la Argentina se murió. Como que había cumplido su mandato. Se llamaba José de Paula pero se hacía llamar Otavio porque decía que su nombre no era ése. Y mi madre que era una mujer muy buena, no solo le da un lugar de deferencia en la casa, sino que le arma su templo en un terreno que teníamos al lado. Entonces como él no sabía leer ni escribir, yo le hacía los hechizos, porque él me decía: “Fulana tiene que conseguir marido”. Y tenía que tener el nombre correcto. Había hecho seis veces el primer grado y nunca pasó de grado. Pero bueno, yo fui su escritura, y él fue mi mapa del cielo. El me decía: “Vos tenés que encontrar en todo un sentido”. Y ahí nació “Oráculos”, digo que nace de esto. Después en la facultad, cursé Ciencias de la Comunicación, me dediqué a la escritura, me fascina todo lo que tiene que ver con los alfabetos, los vivos y los no tanto. Ahí conocí las runas, me dediqué a escribir sobre el tema, me invitan a venir a Buenos Aires, y no dejo de indagar en todo lo que tiene que ver con la entrelínea hasta el día de hoy.

LP - Mientras estudiabas comunicación, ¿qué lugar ocupaba el tema del oráculo?

F.D. - En bibliología una materia era estudiar los idiomas muertos y había un profesor llamado Efraín que me hizo conocer la cabalá, el arameo, el latín, el griego, que eran nociones, y las runas. Esa fusión, ese sincretismo de formas de pensar y de ser, mi familia nunca fue adinerada pero sí muy culta, le daban valor al conocimiento. Y eso fue lo que nos determinó a todos -de alguna manera- como grandes curiosos. Por ejemplo uno de los grandes amigos de mi papá fue José Mauro de Vasconcelos que venía del Xingu de estar con los indios, y no venía a la cama del cuarto de huésped, sino que se traía la hamaca paraguaya porque estaba viviendo en la selva. Ese realismo mágico lo vivíamos en casa. Había una sala de ensayos en mi casa, no paraba nunca de entrar gente, era una casa de cama caliente, la cocina estaba siempre en funcionamiento.

LP - ¿En la elección de tu camino laboral te volcás por las letras?

F.D. - Es fascinante porque me contrata una editorial esotérica, así que mi camino estaba todo dado. Empiezo a trabajar con ellos que fue un período muy lindo de mi vida porque me hizo conocer en Tao te king, el Zen con el tiro del arco, los libros fundamentales, el regreso de los brujos, una movida donde la New Age empezaba, los libros que para nosotros son icónicos. Todo eso pasó a ser parte de  mi trabajo traducirlos. A mí me apasiona todo el evento editorial desde libro en su concepción hasta el final. Me gusta escribir, tengo facilidad de palabra y de expresión, y manejo idiomas que me encantan. Curioseando uno va encontrando rincones propios para explorar interesantes.

LP - Y comenzás a publicar tus propios libros.

F.D. - Cuando vengo a Buenos Aires -me había recibido como instructora de Yoga en Brasil- conozco a Indra Devi, y a pedido de ella me encargo de las personas que estaban con problemas de cáncer y enfermedades terminales para armonizarlos, y eso me da bastante tiempo para seguir mis investigaciones en los años noventa. Ahí empiezo con la idea de armar el libro de las runas que tiene veinticinco años de publicación y venta ininterrumpida. Aquel que tiene un libro en la mano siempre tiene el corazón más abierto que el que no lo tiene. Digo que el libro es una llave. Y a un libro de papel no hay nada que lo pueda sustituir.

LP -¿Qué son los “Campos del Sol”?

F.D. - Es un mandala -es el mandala rúnico- que como todo mandala obedece a determinadas reglas. Las runas se disponen de una determinada forma, se tiran, las elegís y las tirás. Tengo más de cuatro mil carpetas donde se disponen las runas. Hay varios tipos de runas. La lectura es de adentro hacia afuera, la runa más importante en la vida de la persona, la runa más importante del año, y con esa sintonía armamos un mapa. El chamán en verdad lo tenía todo en la cabeza, y esas coordenadas vertical y horizontal, marcaban el centro, el eje. Y te daba el alcance cómo una persona se disponía, si estaba centrada, si estaba salida de su eje, qué era lo que faltaba familiarmente para que encausara su vida socialmente.

LP - Cuando termina el libro “Oráculos” decís “Potenciar a todo aquél que esté dormido revelando su verdadero don”. ¿Es el objetivo que te propusiste?

F.D. - Se me ocurre darte ejemplos prácticos porque la practicidad es a su vez gráfica. En una oportunidad vino una chica confundida que no sabía qué hacer de su vida, se había ido de la carrera que había empezado. Le vi una gran inventiva, una gran capacidad para formar historias en su mente. Cómo relataba las cosas, cómo las runas le respondían. Me pareció que podía incursionar en esto porque hay que tener en esto un margen de creatividad muy grande para moverse en lo oracular. Porque gran parte de lo que vos imaginás es cierto. Entones tenés que discernir entre esa imaginación y la realidad. La presunta realidad que todavía ni siquiera es real. Bueno, esa chica hoy tira las runas en Venecia, encontró una forma muy creativa porque se disfraza como ellos en la Plaza San Marcos. Da talleres, y me mandó una carta de agradecimiento muy linda diciendo que pude ver en ella algo que ni siquiera ella sabía. En cuántas cosas uno necesita el espejo del otro. Porque ese momento y de ese manera fue el lago en el que ella se pudo ver. Se fue develando. Si uno pudiera ser espejo del otro creo que esta sociedad sería muchísimo mejor. Sería darse las manos y decir fluyamos juntos, que no es lo mismo quién es el mejor ni quién tiene más dinero, fama y éxito. Es una energía avasallante la que nos lleva la vida en un hueco. Es junto al otro y no versus. Ese es el sentido de la frase.

LP - ¿Qué esperás de lo inmediato?

F.D. - Estoy haciendo un libro sobre tarot y ópera junto con Irene Amerio que es una conductora de la parte musical del Teatro Colón muy erudita. Cada arcano del tarot está relacionado con una ópera. Va acercar a los místicos a la ópera y va acercar al esoterismo a los melómanos. La idea es dejar de ser los bichos raros de la sociedad  e interactuar de manera y salir de la burbuja. Estamos demasiados encriptados.

por Raúl Vigini

raulvigini@yahoo.com.ar

Autor: Raúl Vigini

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