El lugar que alguna vez fue una casa de familia, pasó a revestir como uno de los sitios donde el vejamen fue la forma más descarnada hacia quienes fueron detenidos y privados de la libertad desde la clandestinidad en esas habitaciones. Es otro de los territorios que integran los Espacios de Memoria junto con la Esma, Automotores Orletti, Olimpo y Club Atlético en la Ciudad de Buenos Aires. Fueron recuperados por la comunidad movilizada que permitió se transformen en un valor testimonial y hoy se proponga desde allí la acción, la reflexión y el aprendizaje. Para conocer lo que sucedió en ese domicilio en tiempos de la violencia institucional que se inició a mediados de los años ’70, conversamos con Marta Carreras y Nenina Boulliet.
LP - Marta Carreras, cuéntenos cuál es su función en el lugar actualmente.
M.C. - Soy conservadora y restauradora en general de bienes culturales, y por circunstancias más o menos fortuitas fui llegando a la conservación de lo que son los sitios de memoria, los excentros clandestinos. Digo fortuita porque no había antecedentes en el país de estas tareas así que lo que fueron los excentros clandestinos recuperados de ciudad de Buenos Aires están encarados desde la conservación y la arqueología para su sostenimiento y conservación en el tiempo, y tratando obviamente de resguardar que es lo que hace la diferencia en mi tarea concreta en este caso todo el aporte a los juicios y a la memoria de todos aquellos que todavía siguen buscando el lugar donde estuvieron porque lo desconocen o porque lo desconociéndolo necesitaron volver y recorrerlos. Así que la tarea es ésa, la conservación de los sitios con todo lo material y lo simbólico, de alguna manera.
LP - ¿Con qué formación profesional aborda este trabajo?
M.C. - Mi formación es en conservación y restauración de bienes en general, de pintura y edilicia. La carrera es bastante reciente porque en realidad como carrera universitaria existe en el país desde 1998 en el Iuna y otros espacios. Antes se venía ejerciendo que es mi formación porque mi carrera es anterior a esto a partir de instituciones no formales y talleres. Existe como carrera universitaria paralela, y se trabaja mucho con la arqueología y mucha vinculación con la arquitectura e ingeniería pero son carreras independientes. Mi trabajo depende de la Secretaría de Derechos Humanos del Sitio de Memoria de Nación. Empezamos dependiendo del Instituto de Espacio de la Memoria que era un ente autónomo y autárquico dependiente de Ciudad de Buenos Aires y el año pasado pasamos con los equipos a depender de Nación.
LP - Nenina Boulliet ¿Cómo llegó al excentro?
N.B. - Naci en Santa Fe donde pasó mi infancia e hice mis estudios. Estoy relacionada con el sitio desde antes de que fuera recuperado como sitio de memoria, porque vivo muy cerca, y una compañera me advirtió que había un lugar muy extraño que tenía aspecto de lugar que podía haber sido centro clandestino o algo similar, estaba pintado color verde como el que pintaban los militares durante la dictadura como sucedió con muchos edificios de esa época. Y así comenzamos a investigarlo en 2002, rodeando la zona, yendo casa por casa con la gente que no quería saber nada, apareció una sobreviviente que es Miriam Lewin que estuvo acá casi un año y Osvaldo López que es otro de los sobrevivientes que es el actual coordinador de este lugar y se hicieron montones de gestiones, montones de movilizaciones, insistimos muchísimo en la necesidad de la recuperación de este lugar que se consiguió después de un largo tiempo hasta que por fin el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por ley de la Legislatura lo expropió.
LP - Hasta ese momento el lugar estaba siempre cerrado…
N.B. - Sí, había estado ocupado, no sabemos bien si como casa de ocupas o si había alguien que cobraba por eso. Aparentemente la versión que tuvimos al principio cuando hacíamos pintadas y pegábamos afiches es que había una persona que pasaba a cobrar, pero cuando llegamos al lugar estaba para vender. Lo vendía una inmobiliaria de la zona, pero todo el barrio sabía que acá adentro pasaba algo.
M.C. - Hubo propietarios desde 1971 a 1999 es decir que cubrieron toda la etapa en la que fue centro clandestino y la posterior de esa ocupación, después lo venden y hubo una sucesión.
N.B. - Y no por casualidad fueron propietarios de otra casa en Flores que también fue centro clandestino de detención de la Fuerza Aérea. Fueron como centros clandestinos de paso.
M.C. - Fueron llegados a definirse así porque las detenciones -salvo en el caso de Miriam Lewin que estuvo diez meses y medio- todos fueron relativamente breves si se puede hablar de breves en secuestros. Era más para investigación.
N.B. - Creo que hubo una cuestión que es importante resaltar: los sitios de memoria, los lugares que fueron centros clandestinos de detención, o sitios donde se produjeron masacres, siempre -por mi experiencia- han sido recuperados por la gente. Han sido encontrados, denunciados y recuperados, después vino toda la etapa gubernamental. En Melincué, está la docente que encontró los restos de Yves Alain Domergue, ciudadano francés y Cristina Cialceta Marull, ciudadana mexicana. Siempre está la gente. Esa verdad hace de polea de transmisión para que los jóvenes continúen este trabajo porque todavía no conocemos todos los centros clandestinos, no están identificados los restos, siguen faltando un montón de niños, es decir acá esto no se resuelve con una democracia y un poco de justicia, esto hay que seguir investigando porque si no, lo que no se sanea enferma la sociedad.
LP - ¿Quién está a cargo del lugar?
N.B. - Una mesa de trabajo y consenso que son organizaciones de la zona, como un consejo. El sitio tiene un coordinador.
M.C. - Se trabaja mucho con educación, con visitas a las escuelas y de las escuelas. Cuando es así están organizadas en tres etapas: recepción con planteo y puesta en común, el recorrido mismo y el retorno. Y mucho con talleres para docentes, todos los años se hacen estos encuentros con continuidad año a año y es importante porque no todas las escuelas trabajan el tema.
LP - Proyectos en el corto plazo.
M.C. - Completar las obras es un objetivo muy importante. En el segundo piso hay un salón que unificado nos permitiría hacer una apertura más grande. Las obras son esenciales porque están ligadas a la actividad. Muy importante es la señalización adecuada del espacio. Por ahora lo contamos.
LP - Lo que destacan de esta recuperación.
N.B. - Desde el momento en que empezamos a trabajar acá hay dos etapas pero una muy importante fue abrir las puertas totalmente y poner una recepción, porque la gente veía este lugar como algo cerrado aunque sabía que ya no estaban los milicos. Un señor del barrio, que nunca quiere hablar, un día se paró en la vereda y miraba del costado, cuando le preguntamos qué miraba nos dijo señalando adentro: “Allá había una ametralladora”. Alguna vez vio. Muchas veces ponemos un televisor y pasamos documentales que tienen que ver con derechos humanos. La gente se para, mira, todavía con cierta desconfianza. Y he llegado a la conclusión que la gente no es que no habla porque tiene miedo, creo que tiene miedo de recordar, que es mucho peor todavía.
LP - Una reflexión por haber estado en los primeros momentos de la recuperación de este lugar y seguir estando.
N.B. - Pertenezco a esa generación que fue diezmada, tengo a mi esposo desaparecido, creo que sobreviví y si sobreviví, sobreviví para esto.
por Raúl Vigini
raulvigini@yahoo.com.ar