La Palabra

En busca de… Esteban Giménez, docente de lengua

archivo Esteban Giménez
Crédito: Alumbrar: Es lo que el profesor Esteban Giménez logra con su trabajo

LP - ¿Cómo se dio tu interés por el estudio minucioso del idioma español?

E.G. - Desde pequeño, en la escuela escribía casi sin errores de ortografía. No sacaba menos de 8 en los dictados en la secundaria, donde -en primer año- tuve el profesor que despertó en mí la pasión por las letras: don Martín Aragüez y Oroz.

LP - ¿Español o castellano debemos decir para identificar nuestra lengua oficial en Argentina?

E.G. - Técnicamente, es lo mismo. Oficialmente, en nuestro país se habla español porque viene de España; también se lo llama castellano porque fue el romance que se hablaba en Castilla.

LP - ¿Cómo fuiste recorriendo el camino de la especialización en esa formación profesional?

E.G. - A veces, me preguntan en qué centro de formación se estudia lo que yo divulgo en mis presentaciones y no puedo dar una respuesta precisa. ¿En los profesorados? ¿En alguna Licenciatura? Ningún programa contempla los temas que desarrollo. En realidad, luego del Profesorado, me dediqué a investigar por mi cuenta, leyendo diccionarios, buscando en enciclopedias, en muchos libros importados de España, en Internet… en fin.

LP - A muchos años de tu egreso como docente del idioma. ¿Con qué recursos y asistencia contás en el día a día para continuar informado y actualizado?

E.G. - En primer lugar, la imprescindible conexión en línea desde mi PC con el Diccionario de la Lengua Española -DEL-, también me ayuda mucho recibir todos los días las sugerencias de la Fundéu -Fundación del Español Urgente-, una entidad que trabaja con el asesoramiento de la RAE. Así estoy al día con las novedades relacionadas con el uso del español.

LP - ¿De qué manera iniciás el trabajo para lograr el contenido de lo que sería tal vez un próximo libro?  

E.G. - Depende del libro. A veces, se me ocurre en una reunión con la gente de mi editorial que es Gram Editora, en otras -como el próximo libro- surge luego de una entrevista periodística, en la que me piden una lista de las nuevas palabras que se van incorporando al léxico de los argentinos. Y ya estoy trabajando en eso.

LP - ¿Cuándo considerás que es el momento de publicar otra obra más acerca de nuestras expresiones fallidas y equivocadas?

E.G. - Suelo publicar mis libros cerca de fin de año -octubre, noviembre-, con una presentación a la que asisten amigos e invitados especiales y en la que les cuento acerca de mi nueva obra.

LP - Sos autor de muchos libros sobre el tema que te ocupa desde hace décadas. ¿Qué balance hacés de todo el material que pudiste difundir al respecto?

E.G. - Que todo lo que se relaciona con la corrección idiomática cuesta difundirlo, no es fácil que te den un espacio en los medios, a pesar de que tengo muchos amigos y me apoyan cuando publico un libro, pero en general -como dicen en los medios- “el tema no garpa”, “no da leche”.

LP - Está circulando en el mercado un nuevo título que lleva tu firma. ¿Desde cuándo estuviste decidido escribirlo y darlo a conocer? ¿Cómo surgió su contenido?

E.G. - La idea primitiva era otra: hacer una especie de diccionario de extranjerismos, pero un día conversando con la gente de la editorial surgió la pregunta de por qué decíamos algunas frases, casi siempre correctamente, pero desconocíamos la causa y el origen ya que cualquiera que dice “la condición sine qua non” la utiliza adecuadamente, pero ¿sabe de qué idioma proviene, cuántas palabras la integran y qué significan? Y así con otras expresiones. Así nació “¿Qué decimos cuando decimos lo que decimos?”.

LP - ¿Qué contenido tiene esa nueva edición?

E.G. - Además de las expresiones que te conté, hay una recorrida por hechos históricos desconocidos, origen de términos, dichos, corrección de errores idiomáticos…

LP - Qué podemos encontrar como “rarezas” en “¿Qué decimos cuando decimos lo que decimos?”

E.G. - Podés encontrar el nombre real -no el que te contaron- de la canción que sonaba en la cubierta del Titanic mientras se hundía o saber quiénes fueron Fulano, Mengano, Perengano y Zutano, entre muchas cosas más.

LP - ¿Podemos concluir sobre este tema que muchas veces hablamos sin saber exactamente lo que estamos diciendo? Sería como una “anti verdad de Perogrullo” eso…

E.G. - Podríamos tranquilamente deducir eso. En más de una ocasión, habrás escuchado aplicar correctamente muchas de las expresiones del libro, pero con seguridad no en todas podrás tener la explicación pertinente.

LP - Recordemos otros títulos de tu trabajo lingüístico que son referentes en el tema.

E.G. - ‘Y por casa, ¿Cómo hablamos?’, ‘Y por casa, ¿Cómo escribimos?’, ‘¡Cómo destrozan el idioma los medios de comunicación!’, ‘Del dicho al hecho’, ‘¿Cómo se dice?’, ‘Curiosidades, sorpresas y rarezas idiomáticas’, ‘Viejos y nuevos errores en los medios de comunicación… y en el habla de los argentinos’, ‘¿Qué decimos cuando decimos lo que decimos?’.

LP - ¿Cómo atravesás lo cotidiano con la triste realidad que nos circunda en lo que a comunicación se refiere?

E.G. - Con pena y cierto grado de resignación. He sido testigo, en los últimos años, de la degradación a que ha sido sometida nuestra Lengua, a través del desinterés de los gobiernos de turno. ¿Sabías que en diciembre de dos mil diez la RAE dictó algunas nuevas normas de ortografía? Pues, no he tenido noticias de la difusión que los ministros de Educación -nacionales y provinciales- hubieran hecho de tales reformas, y estamos a casi diez años de esa decisión. Los docentes están librados a su propio interés para difundir las normas. Y no todos ponen el mismo esfuerzo.

LP - ¿Qué análisis te merece el presente que vivimos desde el uso de nuestro idioma en la familia, en la sociedad y en los medios de comunicación?

E.G. - El uso del idioma en la actualidad está directamente ligado a los nuevos métodos de comunicación -whatsapp, mensajes de texto, correo electrónico- y si en esos medios es comprensible que se busque ahorrar espacio y tiempo, no podemos trasladar esa práctica a la comunicación formal. Esta nunca hay que perderla. La gente en sus casas habla como quiere, pero quienes estamos en los medios no podemos dejar de expresarnos con corrección. Algunos comunicadores rayan en la grosería o, mejor dicho, cometen groserías.

LP - ¿En qué ámbitos estás trabajando?

E.G. - Como conductor del espacio Y por casa, ¿cómo hablamos? por FM Cultura 97.9, los martes de diez a once; soy docente en el Instituto Eter, en la carrera de Periodismo Deportivo. Y viajo dando charlas y presentando mis libros.

LP - Una anécdota risueña.

E.G. - Cierta vez, dando una charla en la ciudad santafesina de Carlos Pellegrini, en un colegio privado, ante un auditorio de más de 200 personas, y mientras desarrollaba el tema de los neologismos, yo notaba algunas miradas y sonrisas cómplices entre el público. Llegado el momento de las preguntas, una de las asistentes levantó la mano y tímidamente me preguntó: -Profesor… ¿usted sabe lo que es el ‘pegapesito’? Luego de la carcajada general, no tuve menos que sonreír y responder que no, que no lo sabía. Ahí fue cuando aprendí que en esa sociedad le llaman ‘pegapesito’ a lo que yo y el resto del mundo de habla hispana llamamos ‘cinta adhesiva’, o scotch o cintex.

LP - Algo más que desees agregar.

E.G. - Ojalá nuestros gobernantes se den cuenta de la importancia de la enseñanza de la Lengua y provean los medios para que los docentes reciban la formación necesaria en esa área. Y que los docentes sean el vehículo de comunicación ideal para ese perfeccionamiento.

por Raúl Vigini

raulvigini@yahoo.com.ar

Autor: Raúl Vigini

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