La Palabra

En busca de… Eliana Bertinetti, cantante y docente

LP - Siempre hubo algún desafío para enfrentar. ¿Qué sucede en tu presente?

E.B. - Qué bueno que están. Es buenísimo que estén siempre los desafíos. Porque te movilizan. Siempre me consideré una persona que jamás podría estar en la zona de confort. A veces es un poco estresante porque uno se va poniendo objetivos, desafíos, y le gusta. Y no estar en la zona de confort no es fácil tampoco. A veces me lo planteo y replanteo pero después me gusta. Uno de los desafíos que hoy en día creo que está bastante superado es que siempre me vi como alumna y me costó verme como profesora, como enseñante. Siempre me vi como aprendiz, y no está bueno. Llega un momento de tu vida donde tenés que entender que ya no sos una estudiante, sos una profesional, y tenés que posicionarte como tal. Aunque sigas aprendiendo, pero cómo vas a dar clases por ejemplo enseñarle al otro si seguís en el lugar de alumno. Eso me costó muchísimo, porque como me gusta aprender y soy exigente, me costó tener la independencia de no tomar clases. Ese es un desafío enorme. Otro desafío fue superar la timidez, eso fue muy importante, hoy no tienen absolutamente nada que ver, pero pasé por todas las etapas, de exponerme en el escenario, como enseñante parada delante de un grupo, sos actriz todo el tiempo si te ponés a pensar. Plantarte, posicionarte.

LP - ¿Lo lograste vos misma o con alguna terapia? 

E.B. - Por mí misma porque cuando algo me dio miedo, fui y lo hice. Cuando se me presenta un problema, voy y lo enfrento. Habla de que tengo una fortaleza que está buenísima y la uso a favor, pero también hay momentos en los que estoy con muchísimo estrés.A lo mejor no lo demuestro, pero internamente…se paga. Pero gracias a eso avancé y salí de un montón de situaciones que cualquier persona hubiese dicho ya fue. Pero no es parte de mí. Timidez y reserva también. Uno puede ser reservado, pero cuando uno es músico tenés que darlo, tenés que compartirlo, es difícil transmitir cuando hay una barrera entre el músico y la gente. Siempre admiré mucho la actitud y el carácter de gente que lo tenía. Cuando veo algo que me gusta, busco hacerlo, no me quedo con la admiración nomás. Y trato de incorporarlo a mi persona, me lleve más o menos tiempo. Y obviamente hay muchas cosas que quiero trabajar en mí, como artista, como persona, como cantante. Pero hoy en día no me representa esa carga que tenía donde me parecía todo imposible. Tenía que trabajar el canto, la técnica, el escenario, la postura, todo. Hoy en día estoy muy tranquila.

LP - El viaje que hiciste a Italia en enero ¿cómo surgió?

E.B. - Primeramente quería conocer Italia porque era la cuna de la ópera, conexión con mis antepasados, esa gastronomía me fascina. Como que sentía que había un lugar que tenía que ir. Había viajado a algunos países limítrofes y por toda la Argentina. Y se fueron dando señales con distintas personas que me decían que tenía que irme. Saqué el pasaje. Otro desafío de hacía años era hacer el viaje sola. Ya estaba dado el paso. Y charlando con amigos surgió la sugerencia de cantar en Italia. No lo había pensado hasta ahí. Hasta que lo empecé a masticar y dije por qué no. Me motivó una amiga y es importantísima la gente en la vida de uno. Ahí dije cómo hago, con la municipalidad no hubo mucha respuesta, hablé con un colega que me recomendó otro pianista que vive en Italia y vino hace poco a Rafaela, me contacté con él vía Facebook. Aceptó que le envíe un curriculum, le pasé un programa con canciones argentinas en música de cámara y le gustó la propuesta. Dijo que es algo que allá no se conoce, que es algo interesante, que a él también le gustaba. Fue una muy buena idea, porque podría haber llevado otro repertorio. Fue una buena decisión y me sentí cómoda con lo que había organizado. Eso se concretó en el Teatro de la Escuela Don Milani en Parma. Ahí trabaja el pianista que es Roberto Marchessi y fue un concierto chiquito, pero estuvo muy interesante en piano y voz.

LP - ¿Qué te dejó el viaje además?

E.B. - El viaje fue lo más lejos posible de la zona de confort (risas). Fue desafío en todos los aspectos y con muy buenos resultados. Eso que vos le tenías un poco de miedo, miedo a lo desconocido, a no controlar la situación, y lo pudiste resolver y te resolviste, hablar en otro idioma, gente que no conocés, transporte público, combinaciones de transporte público, otro idioma, comunicarte, pedir ayuda, poner límites, situaciones en las cuales tenés que resolverte sola. Muy satisfecha. Obviamente que la persona que era, hoy en día no lo soy. Cambié muchísimo, pero la esencia de uno sigue estando, entonces uno siempre vuelve y se dice gracias, gracias por permitirte esto. Siempre volver a uno y como valorar y valorarte. Llegué a Ezeiza y me dije a mí misma gracias. A mí misma. Es muy difícil, uno no se lo dice a uno mismo, se lo dice a los otros. Alienta a los otros, y uno a sí mismo se tira abajo todo el tiempo. Y decirte a vos mismo gracias por eso es importante.

LP - Algo anecdótico del viaje.

E.B. - Pasaron muchas cosas. Me encontré con gente muy generosa. Una persona me dijo “me voy de viaje, pero te dejo la llave de mi casa”. Personas dispuestas a buscarte, a darte una mano, prestarte la tarjeta de crédito porque a mí me salía más caro con la mía. Gente desconocida hasta ese momento con quienes pasaste apenas dos o tres días y no más, pero se entabló como una relación hermosa, una comunicación muy buena. Lugares sin dudas hermosos que no podés creer. Estás parado en lugares con toda la historia. De Roma me fascinó el Vaticano y el Coliseo. Bajaba del subte, salía de la estación y veía el Coliseo en el paisaje. Eso fue los cinco días que salía del subte. Florencia hermosa ciudad donde disfruté bellos momentos como el río Arno y el Ponte Vecchio donde canté pedacitos de ópera para mí. Y la gente quedó encantada. De ahí me fui a Parma donde era el concierto y fueron dos días de preparación. Después llegó el fin de mi viaje.

LP - ¿Tenés otros proyectos que están fuera de la lírica?

E.B. - Sí. Que me motivan porque tienen que ver también con la música y con el canto. La lírica siempre me gustó, pero es muy difícil cantar todos los meses, por ejemplo, y uno es cantante, y uno es músico y tiene ganas. De repente empecé a estar abierta a otras propuestas que me gustaban, aunque no era cantar por cantar. El rock siempre me gustó, tenía mi banda desde la adolescencia, pero estuvo en mi vida. Dúos o tríos acústicos hice en mi historia. Pero algo que jamás creí que iba a cantar es soul, pop, y hasta cumbia te diría. Es desafiante por el hecho de decir por qué no. Nada tiene que ver que sea cantante lírica. No quita, sino que suma. Suma en experiencia, suma en a ver cómo vas a cantar sin la emisión lírica, ponerte a prueba. Ese fue un desafío, y un desafío lindo. Hoy en día estoy super feliz poder cantar con el grupo Sistas. Es el único que mantengo porque además de ser todas mujeres, con un repertorio que no se escucha tanto y suena bien, como tiene una salida importante, me quedé con éste para no saturarme con tantos grupos. Sistas tiene tres voces, guitarra, percusión y saxo, y somos seis chicas.

LP - ¿Proyectos pendientes que se puedan contar?

E.B. - En lo que es la lírica vengo trabajando desde hace dos años en Lirica viva donde la idea es impulsar el desarrollo del canto lírico en Rafaela y la región. Todos los años convoco a cantantes jóvenes que estudian, que se forman, que se perfeccionan, que están en contacto con la lírica, de Buenos Aires, Rosario, Rafaela, San Francisco, Córdoba, Santa Fe, la zona, que vienen a Rafaela y organizamos arias de ópera o conjuntos de ópera, con escena, vestuario, traducción, proyección de imágenes. Tratamos que la gente que viene a este tipo de espectáculos, se lleve no solamente lo bien que cantaron sino toda la puesta y entiendan algo de lo que cantamos y de lo que queremos transmitir en ese contexto. El año pasado hice algunos conciertos con el Coro municipal en los que cantó algunas arias de ópera. Este año quiero invitar a la Orquesta municipal de tango. La cantidad de gente superó ampliamente la expectativa que tenía. La capacidad estuvo cubierta. Y tuvo muy buena crítica del público. Estoy como tecladista en un grupo de rock, estoy en el Tributo a Pink Floyd de Rafaela como corista. Desde la Escuela Municipal de Música surgen permanentemente proyectos diversos. De lo lírico mejor que nunca, más propuestas que nunca. Y de lo popular habiendo hecho tantas cosas que aprendí y disfruté, siento que tengo que empezar a bajar la intensidad porque si no llega fin de año y tengo la agenda de presentaciones superpoblada y es mucho.

LP - Una reflexión de todo lo que conversamos. Una síntesis.

E.B. - Ingreso a la Escuela de Música o de Antonio Fassi para ver qué sucede y de repente la música es todo lo que rige mi vida. Es la entrada y la salida, es el pasatiempo, y es mi trabajo. Es mi vida. Siento que superé ampliamente esa expectativa de cuando era chica y decía qué lindo sería poder cantar eso. Fui muchísimo más allá, no es solamente cantar de vez en cuando sino generar una movida, sino plantearse desafíos, sino transmitirlos. Muchas cosas pasaron en pocos años. Desde mis dieciséis y ahora tengo treinta y uno. Es grande, muy grande.

LP - ¿Con qué te relajás después de toda tu actividad?

E.B. - Me gusta salir muchísimo con mis amigos. Para mí la salida a veces es un cable a tierra también. Dormir solamente no sería la solución. Descanso sí, pero tengo que tener momentos de estar sola, el silencio es necesario. Traté de acondicionar mi casa para eso. Apago luces, prendo velas, pongo sahumerios. Es sanador. Porque cuerpo sano es igual a voz sana. 

por Raúl Vigini

raulvigini@yahoo.com.ar

Autor: Raúl Vigini

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