LP - Recuerdos del paisaje de tu ciudad natal.
E.W. - Los recuerdos de mi ciudad, Esperanza, en la provincia de Santa Fe, son imborrables. Los campos de lino de mi niñez en color azul. Cierro los ojos y veo las flores meciéndose con el viento. O los campos de girasoles enormes y dorados. O las mariposas blancas que inundaban el paisaje de los atardeceres de verano sobre la ruta a Humboldt o Rafaela. Me gustaba ir en moto hasta cierto punto donde solo se veían en el horizonte los campos y las mariposas.
LP - Los lugares de la infancia que te procuraban una magia segura.
E.W. - Sonará raro, pero uno de los lugares de los que disfrutaba enormemente era el Salón Blanco de la Municipalidad, de cada concierto de piano al que asistía, o cada exposición de pintura que visitaba. Era como sentirme en el living de mi casa. Lo mismo me pasa ahora al ir a la ópera y sentarme en la sala a ver una función.
LP - El momento de elegir dónde formarte en ámbitos superiores. Temas, intentos, logros.
E.W. - A los once años había comenzado ya con clases de diseño de moda que se dictaban en una academia privada de una docente muy conocida de Esperanza. Unica niña entre mujeres adultas, fue una experiencia que conduciría mis pasos en una dirección por esos momentos desconocida, pero necesaria para mi desarrollo profesional. Las palabras Chanel, Jean-Paul Gaultier, Inés de La Fressange eran nombres nuevos para mí y a la vez fascinantes, que abrían un abanico de posibilidades y de nuevas realidades que plasmaba en collages con artículos recortados del diario El Litoral. Por esos años era alumna de piano, y mis elecciones durante mi adolescencia se acunaban entre concertista de piano y una carrera en bellas artes o artes visuales. Gracias a mi profesora de piano, pude comenzar a temprana edad en el conservatorio de Santa Fe, pero supe muy pronto que las extensas horas de práctica de piano, no podrían ser combinadas con las horas de asistencia y estudio de la escuela secundaria. Al llegar el momento decisivo durante el quinto año, quizás dejándome influenciar demasiado por la opinión familiar y de amigos, la elección de carrera a seguir cayó sobre arquitectura. Al día de hoy, no tomo aquella decisión como tiempo perdido, al contrario, fue un acercamiento al diseño en general, una aproximación a mi formación académica posterior; y con muchísimo agradecimiento y admiración miro hacia atrás y veo, como en un parpadear, una grandísima oportunidad que tuve para formarme y conocer gente maravillosa. Fueron y serán años inolvidables aquellos en el Boulevard Pellegrini en la Universidad del Litoral en Santa Fe.
LP - La elección de lo que sería una profesión.
E.W. - Hasta aquella clase de instalaciones sanitarias durante los estudios de arquitectura que me hizo reflexionar, y decidir hacer un cambio radical. Era un miedo y riesgo inmenso dejar la carrera, a pesar de la opinión de mis padres, pero los cálculos de estructuras no era precisamente lo mío o a lo que me quería dedicar durante toda mi vida. Fueron momentos de mucha incertidumbre, pero logré dar el paso inicial en la Universidad de Buenos Aires y cruzar tanto la anchísima calle 9 de julio como los enormes e interminables pasillos de Ciudad Universitaria para hacer los trámites de homologaciones de materias y dar los exámenes de ingreso a la carrera de Diseño de Indumentaria y Textil donde me recibí en el 2001, hace ya casi veinte años.
LP - Dejar el pago chico formalmente y decidir una radicación en otra ciudad que te atraiga.
E.W. - Dejar Esperanza, Santa Fe, para radicarme en una ciudad cosmopolita como Buenos Aires fue un punto crucial en mi vida que me ha marcado mucho y ha moldeado quien soy hoy. Creo que en este momento no podría dar semejante paso. Ya que me acostumbré nuevamente a una ciudad relativamente chica como Gante, en Bélgica, donde vivo ya hace diecinueve años.
LP - Adaptarse a la gran ciudad de tu propio país.
E.W. - La decisión de pisar la capital e instalarme en Buenos Aires no fue nada fácil. Parecía una hazaña titánica llena de astronómicas expectativas por aquel entonces. Creo que luché contra viento y marea para dejarles a todos bien claro que era exactamente lo que quería en la vida. Y no por un rato, sino para toda la vida. Por supuesto, la soledad y el miedo se anidaban de vez en cuando en la antesala del departamento de unos amigos de mis padres donde me quedaba, pero la experiencia de vivir en San Telmo, cerca de Plaza de Mayo era toda una anécdota en sí misma. Los mercados callejeros, las constantes manifestaciones, los repetitivos cambios de guardia, los coches políticos y desfiles militares, el fascinante Museo de la Moda, el olor a garrapiñada dulce y nafta, los paseos en el patio del cabildo con sus luces y sombras, pispear la escena detrás de la puerta del Tortoni, las eternas caminatas por la Avenida de Mayo, las parejas bailando tango, los turistas curiosos que me invitaban a tomar algo, los paseos de domingos por la mañana en el sol de Puerto Madero y por la tarde, en Plaza Alvear en Recoleta recorriendo puestos de artesanías con amigos y visitando exposiciones de artistas modernos como Yoko Ono en el Centro Cultural Recoleta.
LP - El presente con pandemia.
E.W. - El presente me acercó nuevamente a la docencia. Doy clases de moldería e ilustración de moda en una escuela de modas en Gante y Amberes. Me he reconciliado finalmente con esta parte mía de docente que no había practicado más que en ciertas y contadas oportunidades dictando talleres de vestuario para obras teatrales y operísticas con niños, adolescentes y adultos. Y desde el cierre de las escuelas, en esta segunda ola desde principios de noviembre, me han convocado desde la asociación belga de teatro para dar clases de vestuario online. Durante mi viaje a Argentina el año pasado me había motivado, casi por intuición, a probar esta senda y organizar talleres de vestuario teatral en la Fundación Ramseyer de Esperanza, en el Teatro 1 de Mayo de Santa Fe y para Santa Fe Lírica a cargo de la soprano Susana Caligaris a los que estoy eternamente agradecida por el apoyo y la confianza.
LP - Proyectos en carpeta para un futuro cercano.
E.W. - Hasta principios de este año, había en la agenda tres óperas para las cuales trabajaría con directores de escena, uno argentino, uno belga y otra americana. Los tres proyectos fueron cancelados, por supuesto; pero tenemos la ilusión de llevarlos a cabo en los próximos años. Para dos ya hay fecha más o menos concreta, pero no se puede afirmar con certeza qué traerá el corona bajo el ala.
LP - Balance de vivir en la tierra de los paños y las puntillas.
E.W. - He tejido mi vida lentamente aquí como hacen las tejedoras de encaje de bolillos, sí. En estos momentos de parate total, de silencio en las calles en cuarentena por segunda vez en un año, me pregunto cuál es el significado de todo este viaje que hice y si todo seguirá su curso normal después de la cura de todo virus, si podremos sentarnos uno al lado de otro en la platea a disfrutar de una función en un teatro. Los teatros, centros culturales, productoras de cine y casas de ópera siguen programando en silencio detrás de escena, pero siguen anulando funciones y filmaciones hasta pascuas del próximo año. Muchos artistas han perdido su trabajo igual que yo, o han visto que en momentos como éste, a nadie le importa la cultura. O te dicen sencillamente que cambies de trabajo. Como si el trabajo de tejer y destejer durante tantos años fuera un hobby, y no parte de tu ser, de tu libertad, o de simplemente, de tu ser artista.
LP - Algo más que desees agregar.
E.W. - Mi misión siempre fue hacer del mundo un lugar mejor y tener la libertad de diseñar para entender la sociedad, fluir con sus cambios, viajar en el tiempo, mantener vivas técnicas de costura históricas, mantener un perfil artístico y estar en permanente contacto con otros artistas de distintas disciplinas. Mi sueño es poder seguir manteniendo esa promesa y poder colaborar tanto aquí en Europa como en Latinoamérica con gente que habla el mismo idioma musical y artístico durante muchos años más.
por Raúl Vigini
raulvigini@yahoo.com.ar