La Palabra

En busca de… Compañía Nacional de Autómatas “La Musaranga”

LP - ¿Desde cuándo estás en La Musaranga?

A.C. - Desde los comienzos, Pedro y otros compañeros más arrancamos hace veintidós años, concretamente con la construcción de los muñecos, que se fue haciendo a lo largo de los años.

LP - Cada uno de ustedes aporta lo que tiene para dar.

A.C. - Es así. Lo que uno puede aportar es a la vez de aprendizaje. A soldar aprendí ahí, a ver cómo era el mecanismo de un cigüeñal lo aprendí con Pedro, porque la kermés son juegos mecánicos. Y eso, con todo respeto por supuesto, no nace mirando un cuadro famoso, sino en el laburo de una herrería, en un oficio concreto. Hay algo básico que es que  muchos somos venidos de escuelas técnicas y eso se volcó ahí. Los que no, se aprendía. Lo fuimos construyendo y aprendiendo a hacer en el hacer, casi te diría sin desmerecer lo teórico pero empezamos con la práctica directamente. El entusiasmo fue ése y empezamos a armar. Me vienen las imágenes del patio de Mabel y don Pedro cuando empezamos, y las construcciones en San Roque y en el taller de la imprenta. Con el tiempo fuimos seleccionando, trabajando la madera que antes no.

LP - Y en plan de trabajo futuro. ¿Cómo se lo plantean?

A.C. - Como no estamos en el ambiente teatral, nos organizamos de esta manera básica. La casa taller donde alquilamos y podemos estar, van apareciendo las cosas, no hay una manera lineal y tan organizada. De lunes a viernes se hacen los talleres, y los viernes nos juntamos, comemos todos juntos y se conversa mucho.

LP - ¿Cómo conviven las distintas generaciones en la compañía?

A.C. - No hay diferencias. Todo tranquilo, y a la vez movedizo. Nos gusta hablar de la humanidad hablando de esto. Porque somos un rejunte de gente imperfecta, y que tomamos de cosas que nos parecen buenas, que en el peronismo se basa en la doctrina cristiana y humanista, como lo dicen “Las veinte verdades”, y tratar de no perder de vista eso, y traspasar lo que sabemos. Pero ese rejunte, de gente imperfecta, que se mejora en el trabajo conjunto, en el trabajo diario. Entonces ¿por qué digo esto? Porque los viejos que están en la compañía -el encuadernador, el boletero, la costurera, el poeta uruguayo, nuestros viejos que acompañaron alguna vez también- a veces hasta no los cuidamos bien o no somos agradecidos como debiéramos, pero ellos para nosotros son una cosa importantísima, simbólica y concreta. Son de quienes no tenemos que dejar de aprender.  Por eso te hablaba de abuelos y hasta de tatarabuelos, payadores, gente con ideas políticas muy claras.

LP - La Musaranga participa del espectáculo “Puchero misterioso” con el “Tata” Cedrón.

A.C. - Al decir de Pedro, es un milagro. Fue como te decía en el origen de La Musaranga, un mismo sentir. Al “Tata” lo conocíamos sobre todo por el disco que habla de Raúl González Tuñón. Hay dos integrantes de la compañía fanáticos del “Tata”. Y él toca cada tanto en una verdulería en Flores. Ahí hubo una pequeña comunicación, después recuerdo en un bar donde hablamos, hasta que conoció la carpa, y ahí dijo “tenemos que hacer algo juntos”. Nos juntamos en la cocina del taller, y fue una cosa sencilla de combinar. Nos dio total libertad y confianza. Nos conocimos con sus músicos cuando armamos todo la primera vez. No hubo ensayo casi. Estábamos en la misma cosa. Y al conocerlo a él aprendimos muchas cosas de  nuestra historia musical.

LP - ¿En qué consiste la carpa y qué ofrecen en el parque?

A.C. - Lo completo es el Parque Musaranga. La entrada con su boletería atendida por don Jorgito Vázquez, y a lo largo como en pasillo juegos de kermés, un puesto de venta de juguetes, libros y grabados, un puesto escritor donde sale la revista “Títer”, y todo eso confluye en la entrada de la carpa. Dentro de la carpa, las funciones de marionetas sobre todo, pero también está el ventrílocuo Raúl con Julio César, algunas escenitas de teatro que acompañan más que nada las funciones de marionetas, Y eso es un circular, se entra gratis y se sale a la gorra. Funciona así para que lo puedan ver todos.

LP - Alguna anécdota.

A.C. - Graciosa, me viene una cosa descomunal que fue en una pequeña escenita. Raúl todavía no estaba con el muñeco Julio César. Hacía una escena donde se caía él, pero al caerse se trabó con un banderín que estaba atado a toda la escenografía con los muñecos y las luces. Todo se vino abajo porque fue como una cadena de dominó. Por suerte teníamos un recitador criollo que actuó, mientras tanto nosotros volvimos a armar todo. Esa es la más bestial, que la contamos con gracia pero era terrible porque la gente estaba ahí esperando, y parecía que estaba todo preparado pero era una broma rara, muy violenta. Y no me quiero olvidar de algo, nosotros un poco en broma pero en funcionamiento en serio, nombramos presidente a Roberto Iriarte, de Pergamino, es un teatrero que desde hace años anda haciendo cosas en los barrios y se acopló enseguida con nosotros. El hace “El circo más chico del mundo” actualmente, aparte de escenas teatrales, que son circos con corchitos que se fabricaron un poco en el taller y un poco en la casa que te dije donde empezó todo. Y Pedro, para mí, junto con Roberto, es el conductor natural de la compañía. Es docente de fotografía y grabado, y un enorme constructor de juguetes y mecanismos. Tiene la poesía en las manos porque no se dedica a escribir pero podría. Aunque hayamos metido manos todos, lo que hay en los muñecos es mano de él. Es un privilegio estar con Pedrito, él le dedica todo ese tiempo y paciencia. Con eso hago justicia nombrando a Pedro Hasperué y a Roberto Iriarte.

LP -  ¿Qué futuro imaginás para el grupo?

A.C. - Nosotros tenemos muy presente -o deberíamos tener, pero siempre lo hablamos- la Patria, como vida vivida en continuo, entonces a la mayoría de los barrios donde vamos, y donde la mayoría de los que componemos La Musaranga no vivimos, y donde están las  mayores de las  necesidades, nos gustaría estar. En esos barrios, en los barrios más humildes de nuestra Patria, haciendo nuestras cosas y sería ideal armar talleres. Ser pasamanos en esos lugares primero. Para concretarlo dependemos de nuestros propios límites. Lo demás se puede ir haciendo. Ahora tenemos un colectivo para viajar, antes teníamos carros, diez carros cuando éramos once compañeros, uno cebaba mate y los demás empujaban un carro con la carpa, los muñecos. Y los referentes son la gente anónima que trabajó en nuestro suelo.

LP - Una síntesis de estos veinte años con La Musaranga.

A.C. - Me cuesta decirte algo así. Porque siempre estamos como en deuda, porque nos proponemos algo con lo que tratamos hacer. Con humildad, con enormes contradicciones, -Haroldo Conti decía “así como hay estados de ánimo, hay estados de verdad”- pero una verdad que nosotros sostenemos, convencidos naturalmente, porque el trabajo que hacemos nos lleva eso son “Las veinte verdades peronistas”, ahí se sintetizaría, y mientras cada compañero pueda ver el conjunto, es como que por lo menos no están los ojos cerrados. Y ahora, te uno quizás una parte del Nuevo Testamento, que habla de “Ninguno tenga un concepto más alto de sí mismo que el que debe tener, sino que piense en sí mismo con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”.

por Raúl Vigini

raulvigini@yahoo.com.ar

Autor: Raúl Vigini

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