LP - La infancia y el entorno. ¿Cuánta estimulación tuvo en la niñez?
C.J. - Mi infancia tuvo mucho que ver con viajes, con conocer pueblos rurales ya que mis padres tenían una pequeña empresa con muchos clientes en el interior. Salíamos de Capital Federal y literalmente terminaba mis clases escolares con cuarenta y cuatro faltas y media porque muchas veces hacíamos viajes con ellos, incluso tomando semanas de escolaridad. Esto era parte de la vida familiar y me formó para querer mucho a la Argentina y a los pueblos rurales. También recuerdo que no entendía por qué teníamos que volver a Capital. “¿Por qué vivimos acá?”, fue una pregunta constante en mi infancia.
LP - Los estudios dentro y fuera en el país. ¿Cómo se eligieron? ¿Con qué resultados?
C.J. - El deseo de aprender me acompaña desde siempre. Desde pequeña me gustaba muchísimo leer, pero sobre todo observar. También convivir con las reflexiones, el intercambio y el debate acerca de las cosas. De adolescente me orienté a la arquitectura, pero fue la época donde mis padres quiebran, por lo que en ese momento tuve que tomar el compromiso de resignar mi carrera de arquitectura, ya que mis padres no me lo podían pagar. En ese entonces decidí estudiar Derecho, porque me gustaba la justicia y esa fue la motivación. La carrera me dio una buena y sólida base para comprender el mundo y el desarrollo social. Hay bases sociológicas en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires que me abrieron una línea de pensamiento filosófico, que se lo agradezco mucho a esa etapa de formación. Después hubo otro tipo de vetas artísticas que fui desarrollando a través de los años, porque me interesa y me gustó explorar. En muchos ámbitos llegué a grados de profundidad, como fue el baile, por ejemplo, en otros no conté con el tiempo para dedicarle. También exploré la escritura desde pequeña y terminé completando una obra, una novela que publiqué. Fui explorando distintas vetas y, ya con algunos años de experiencias en el emprendedurismo cultural aquí en Suiza, hice un cambio importante de carrera. Me dedicaba a organizar festivales culturales interdisciplinarios, donde combinaba distintas artes y artistas. En un momento me decidí a profundizar estudios académicos de posgrado en la Universidad de Basilea para llevar adelante proyectos sociales. Tenía en mente algunas ideas de transformación social y quería prepararme para poder lograr esos objetivos. Había trabajado tocando campos sociales y ahí me despertó la iniciativa del cambio de mi trabajo.
LP - Vocación solidaria. ¿En qué momento la comenzó a percibir?
C.J. - La vocación solidaria creo que me acompaña desde siempre. Soy una idealista, en todos los casos prefiero la armonía de las formas, en todos los sentidos. Soy una convencida de que todos podemos alcanzar niveles de desarrollo en todo lo que nos da satisfacción y placer, porque donde abunda la belleza y donde abunda el equilibrio, hay más posibilidades de encontrar felicidad. Existen sociedades que son muy inspiradoras en Europa, que me ha tocado por suerte conocer en profundidad, vivencialmente. Veo muchas de esas armonías sociales y me ha llevado también a grados de reflexión para entender en qué están basadas, qué acuerdos, pactos sociales tienen para poder generar eso en este momento. No hablamos de la Europa de unos cuantos años atrás. Hoy podemos hablar de una Europa muy sólida, desde un compromiso social dentro de cada país. Los países nórdicos me interesaron mucho como modelos, también el modelo de Suiza me interesa mucho desde los puntos de vista político y social. Eso fue lo que dio la idea y la confianza para entender que se pueden hacer las cosas de un modo distinto y basta para eso trabajar en transformación social, con un norte.
LP - Emprendedora. Asumirse como tal y empezar. La decisión.
C.J. - Emprendedores somos todos y creo que puede ser una categorización peligrosa hablar de emprendedores y no emprendedores. Porque es la voluntad, lo que potencia todas las capacidades emprendedoras latentes que un ser humano tiene. Es un conjunto de trabajo, de deseo, de caminar hacia un lugar de manera sostenible y sostenida, con constancia, que es la palabra clave para cualquier desarrollo. Hay personas que son emprendedoras, pero no tienen la voluntad de sortear obstáculos. Les falta constancia. Entonces tienen muchas ideas, inician muchas empresas, pero fallan al momento de sobrellevar momentos difíciles y encontrarle nuevamente la vuelta. Creo que eso es lo que hace la gran diferencia en todos los ámbitos. Un pensador también es un emprendedor, pensar constantemente sobre un problema matemático, físico, o lo que fuere, esa constancia es lo que hace, no solamente desarrollar el músculo del pensamiento, sino además llevarlo al éxito. Es darle la vuelta tantas veces hasta que uno encuentra las soluciones a las cosas. En eso me parece que la combinación del trabajo con constancia y voluntad, es fundamental en cualquier empresa. Emprendedor, viene del francés, “entrepreneur” tomar en mano, asumir responsabilidad y llevar adelante una empresa, cualquiera sea. En ese sentido, tanto siendo empleado, dirigiendo una organización o emprendiendo algo nuevo: no importa en qué lugar uno esté en el engranaje, cada uno puede transformarse en un emprendedor.
LP - Encontrar socios. La búsqueda orientada según el perfil necesario.
C.J. - Un proyecto siempre tiene socios clave y la adquisición de esos socios es un arte, que muchas veces es acompañado por el universo, y también por el deseo y la decisión primaria de ver cumplida la visión inicial. Eso se percibe, algunos le llaman suerte. Creo que haber ganado el apoyo de la Embajada de Suiza en Argentina y haber conformado un gran equipo interdisciplinario e internacional con personas con alta trayectoria tiene que ver con la legitimación por la credibilidad y la constancia. El liderazgo es necesario para trabajar, con equipos y que esos equipos den lo mejor de sí. Eso ocurre con el manejo de la organización, como también con la integración de socios clave. Se trata de un trabajo constante. Es realmente un arte basado en aspectos interpersonales obtener socios clave para la cooperación, que resulta esencial para un programa de este tipo.
LP - Medio de vida. ¿Con qué actividad lo va concretando?
C.J. - Cuando ingresé en el tema social sabía que iba a trabajar en filantropía y me encontraba con un capital propio que decidí invertir en esto, que para mí es mi sueño personal de vida, buscar esta transformación social a nivel mundial. Sé que es un desafío muy ambicioso, pero todo camino empieza con un primer paso y en este propósito estoy con mi compañero de vida y de sueños, Daniel, y un equipo increíble. Con los fondos propios, apoyo de amigos, dos fundaciones suizas, familia y crowdfunding financiamos estos años el equipo de campo y los costos de Argentina y de nuestra fundación para la prueba piloto. Muchos grandes aportes que hemos tenido son en forma voluntaria, de personas increíbles con unas capacidades y experiencia internacional, y esto nos llena de mucha alegría, porque fue un esfuerzo conjunto que valió la pena. En realidad, no fue una pena, fue un placer, que nos ha llevado adonde estamos, posicionados internacionalmente, alineados con el momento que se está viviendo por la pandemia, para traer la solución. Esto nos va a dar la sostenibilidad porque generamos un valor en la sociedad, damos soluciones a un problema que requiere de una solución y la podemos dar a corto plazo. Así que todo lo invertido en el pasado, tiene sus frutos. Hemos logrado sortear un gran desafío, pero aquí estamos, con mucho aprendido y más fuertes y sólidos en esta etapa de escala, con un plan financiero sostenible para poder desarrollarlo, en varios países.
LP - Las intervenciones artísticas en la dinámica personal como parte de su vida.
C.J. - El arte es parte de la vida, no concibo la vida sin arte. La vida no está hecha para trabajar y solamente pensar en esquemas racionales, creo que el arte es la puerta del alma y lo que representa más claramente todo aquello, ya sea de manera visual o poética o de movimientos, todo aquello que la mente no puede comprender tan rápidamente. El arte va antes que cualquier pensamiento, que cualquier racionalización. Por eso debemos dar alas a todo lo que es el arte en nuestra vida, en todo sentido.
LP - Los idiomas. ¿Con qué intención de conocer tantos?
C.J. - Siempre me han gustado mucho los idiomas. De chica miraba con mucho encanto todo lo que tenía que ver con Francia. Tenía mucho amor por sus pintores, también por Italia, por Grecia. Me tocó vivir en Europa y, si bien había incursionado en algunos pasos en idioma francés, cuando llegué aquí tuvo todo el sentido porque Suiza lo tiene como uno de sus idiomas oficiales. Los cantones son de la lengua alemana, que es donde vivo, de lengua francesa, lengua italiana, y romanche, que es parte también de una región. Esto es lo que me disparó profundizar en los idiomas. En cuanto al idioma alemán, al venir a este cantón de habla alemana lo empecé de cero, y realmente fue uno de los idiomas que más me ha costado, pero que resulta fundamental para poder integrarse. El suizo alemán es un dialecto, y si bien no lo hablo, lo entiendo, porque si no, uno no se puede comunicar por la calle. En las escuelas y en los diarios se escribe en alemán alto, que es el alemán por excelencia, pero todo lo que se habla en la calle es otro idioma. Es parte de la cultura y de los regionalismos que me resulta fascinante, para comprender el sentido social. El inglés lo estudié en la escuela, pero lo profundicé de manera privada porque es una herramienta de trabajo muy importante para comunicarse con el mundo y ése fue siempre mi deseo.
LP - Una reflexión sobre lo vivido y logrado.
C.J. - Estoy muy satisfecha, muy feliz, muy agradecida y considero que esto recién empieza. Solamente hemos probado que se puede y ahora con humildad y alegría, día a día, con constancia, integrados en un equipo maravilloso seguimos trabajando para transformar a la escala que deseamos en este mundo. Para embellecerlo, para hacerlo más armónico, más equilibrado y poder vivir y convivir en el paraíso que está acá y que nos merecemos y que debemos cuidar y conservar.
por Raúl Vigini
raulvigini@yahoo.com.ar