LP - ¿Qué lugar ocupás en el Centro?
G.D. - Estoy a cargo de la Coordinación General del Centro Cultural de la Ciencia. Inicialmente me sumé al equipo que coordinaba Diego Golombek que estuvo aquí hasta hace unos meses. Este Centro Cultural pertenece a un Programa Nacional de Popularización de la Ciencia que tiene tres grandes áreas a su cargo: una es el Centro Cultural, otra es el Canal de la Ciencia que se transmite por la TV digital y la tercera está vinculada a proyectos federales, concursos, convocatorias también con mucho trabajo en territorio en todo el país.
LP - ¿Con qué formación previa llegaste a este lugar?
G.D. - Qué buena pregunta. Soy científica, estudié física, hice mi doctorado, ambos en la Universidad de Buenos Aires, después hice posgrado en Educación y ahora una Maestría en Comunicación y Cultura. Fui becaria del Conicet como estudiante. Cuando terminé el doctorado tenía inclinaciones hacia lo social, en tanto, comunicación de la ciencia. Hoy si tuviera que definir mi área de trabajo además de hacer mucha gestión para lo que requiere el Centro, el campo en el que nos metemos es comunicar la Ciencia. Estar aquí es como un sueño, es impensado. Hace tres años que estoy, cuando al edificio lo estaban construyendo. Mi primer trabajo fue ser parte de un equipo para pensar los contenidos científicos para las salas que se visitan actualmente. Qué contar, el guión, la narrativa de cada lugar a recorrer.
LP - Dijiste que ustedes armaron los guiones. ¿Pero quién diseñó la estética del lugar que es tan majestuosa?
G.C. - Gabriel Díaz, escenógrafo arquitecto de profesión estuvo a cargo de diseñar esta experiencia que la pensamos especialmente. Cuando hablábamos del tiempo en las primeras reuniones de equipo decíamos “¿qué vamos a contar sobre la sala del Tiempo o sobre el azar?” y automáticamente nos empezaban a venir imágenes que Gabriel iba recuperando y transformando en ambientación, en escenografía, en estructuras. Y con el Tiempo nos pasaba eso, la sensación de que nos estamos metiendo en una especie de cine art deco, porque desde la ciencia terminábamos hablando de cine, de esta u otra película, con esta referencia cinematográfica tan fuerte. Así se decidió que la estética de esta sala fuera retro con colores ocre, rojizos, que se contrapone a la sala de la Información mucho más futurista.
LP - Fue un trabajo que iniciaron desde el principio, de su concepción.
G.C. - Cuando todavía no estaba el edificio actual, nos reuníamos en nuestras oficinas del centro porteño alrededor de una mesa a escribir ideas. Qué íbamos a hacer en cada sala, a quiénes convocábamos, cómo desarrollar las cosas, y que responde a un modelo de negocios que era no licitar un paquete completo sino invitar a artistas y a especialistas para que traigan sus ideas. Trabajamos con instituciones como la carrera de Artes Electrónicas de la Universidad de Tres de Febrero para diseñar la Cámara anecoica, o estructuras que hicieron en el área de escultura de la Universidad Nacional de La Plata, la Universidad Maimónides también participó. La idea era poner en evidencia aquello que decimos que queremos hacer desde el día uno. No buscamos trabajar científicos con científicos, era mezclarnos ya desde el primer día. Hemos trabajado con muchísimos artistas, electrónicos, de audiovisual, ingenieros en sonido, especialistas de muchas disciplinas, construimos esto que tiene algo de carácter más permanente y en muchas cosas que son absolutamente transitorias como talleres, espectáculos de teatro y danza, y sí quisiéramos posicionarnos en un espacio conde periódicamente tengamos muestras temporarias.
LP - Da la sensación de que estamos rodeados de lo cotidiano aunque no sabíamos por qué funcionaba de esa manera cada cosa…
G.D. - Qué buen punto… Absolutamente. Buscamos contar la ciencia de la vida cotidiana. Buscamos mostrar que la ciencia está, y a veces es cuestión de descubrirla de alguna manera. O en nuestro caso tratar que quede más visible o accesible. Por ejemplo hay un módulo donde se muestra cómo se comunican las abejas y es a través de una danza.
LP - ¿Qué cantidad de visitantes tienen habitualmente?
G.D. - Por sábado o domingo estamos recibiendo entre dos mil y dos mil quinientas personas y lo que hacemos es, lo que para un museo son los guías para nosotros son los copilotos, y ese nombre refleja un poco la filosofía con la que trabajamos acá y que no tiene que ver con guiar sino con asistir y facilitar sobre todo lo que es la interacción entre estos módulos y los visitantes.
LP - Podemos decir que es una propuesta totalmente argentina.
G.D. - La concepción es toda nacional, con asesoramiento científico y artístico de distintos especialistas del país, aunque muchos invitados internacionales a veces vienen a disertar o a dar actividades.
LP - Los talleres de observación también tienen su lugar.
G.D. - Disponemos de un Laboratorio donde todo el tiempo se transforma y en este caso se convierte en un Espacio Zoom donde ponemos todos los microscopios, las balanzas, las lupas, todos los minerales, está decorado de manera temática para el taller de turno. Con esta misma filosofía de Zoom y de aparatos y tecnología que nos permite mirar cosas a distintas escalas, mirar la naturaleza que es lo que hacen los científicos. La temporada pasada hicimos un Zoom de bichos, y distintos científicos siempre participan como invitados. Y quienes recorren el lugar además de estar acompañados por los copilotos que los asisten y les cuentan cosas fabulosas, se encuentran con un científico y eso es parte de las cosas que buscamos en el centro Cultural de la Ciencia. Que venga, se encuentre con un científico y que hable. Todos los meses cambiamos nuestra oferta de talleres y espectáculos.
por Raúl Vigini
raulvigini@yahoo.com.ar