LP - ¿Cuáles fueron tus juegos más atractivos en la niñez?
C.A. - Mi mamá es artista plástica, por lo que nos incentivaba desde chicas con muchos juegos manuales, con arcilla, pintura y materiales nuevos y experimentales, ella nos incentivaba a no copiar, así que eso estimulaba mucho nuestra creatividad. Jugaba también a armarle casas a los muñecos con materiales del taller de mi papá, clavando maderas y cosas así, él siempre me enseñaba a hacer lo que él estuviera haciendo en el momento, ya sea una conexión eléctrica o trabajar con materiales un poquito más complejos. También me gustaba desarmar los juguetes mecánicos para entender cómo funcionaban y trataba de armar mecanismos chicos con poleas y engranajes.
LP - ¿Cómo transitaste la adolescencia en tu orientación vocacional?
B.A. - Tenía dos grandes amores de chica, la astrofísica y el arte. A los dieciséis hice un curso de introducción a la astronomía en el planetario, fue hermoso, ahí conocí muchas teorías de la física tradicional y la cuántica que hoy en día me siguen asombrando y de las cuales sigo el trabajo de los científicos que investigan sobre el tema. Pero a diferencia de lo que otras personas han hecho, me dediqué al arte como tarea profesional y dejé las ciencias como entretenimiento. La verdad es que puse el disfrute de la vida ante todo, la astrofísica me fascinaba, pero requería muchos sacrificios, en cambio en el arte tenía que esforzarme mucho, pero no era un sufrimiento el proceso; no me arrepiento, y creo que si hubiese elegido lo contrario estaría igual de satisfecha.
LP - ¿De quiénes consideras que recibiste incentivos para definir tu formación profesional?
C.A. - En mi casa siempre apoyaron todo lo que decidía hacer, ya fuera aprender a hacer algo o abandonarlo si descubría que quería ir por otro rumbo. Desde chica incentivaron a que realizara actividades extra, mi papá era pianista, por lo que desde los cinco a los diez años fui a aprender piano junto a mi hermana. Luego exploré otros intereses, como diferentes clases de dibujo y arte, gimnasia artística, vóley, cursos de astronomía y uno de cine para chicos en el cine Lumiere. De más grande amplié un poco más este abanico y pasé por un laboratorio de arte y tecnología en el planetario de Rosario donde aprendí algo de robótica, practiqué algo de flauta traversa, luego vendí esa flauta para aprender arquería china, conservo ese arco y lo uso cada vez que tengo oportunidad. Así pase por muchas otras actividades más explorando mis capacidades y expectativas, más por gusto que por probar algo. Todo esto me dio un panorama muy amplio y, junto con el apoyo y ejemplo en casa, me decidí por el arte, donde podía expresarme con más libertad que en el mundo de las ciencias.
LP - ¿Dónde desarrollaste tu actividad como gestora cultural?
C.A. - En el 2010 con mi mamá tuvimos un espacio cultural, Abi Lu, era en lo que fue la casa de mi abuela, allí funcionaban distintos talleres artísticos y se realizaron varios eventos culturales. Fue una época hermosa, pero tuvimos que vender la casa y todo se terminó. Luego junto con una amiga, Laura Baraldi, organizamos “EPA, empecemos por acá”, un evento cultural donde se invitaba a la gente a participar de manera libre y gratuita en parques a diferentes actividades artísticas y holísticas, por un lado para promocionar las actividades de cada profesional que participaba dictando esas pequeñas clases abiertas y por otro a estimular a la gente a hacer actividades donde pudiesen encontrarse con su parte creativa. Logramos llevar adelante cinco eventos. Disfruté y aprendí mucho también de esta experiencia.
LP - ¿La docencia ocupa tu tiempo en la agenda?
C.A. - Ya hace dos años que casi no ejerzo, pero desde el 2012 al 2018 tres veces a la semana daba clases de maquillaje FX y artístico, ya sea en alguna institución privada como la “Escuela de dibujo Barocelli”, “Arte en foco”, “Wow school”, o en mi propio taller.
LP - ¿Qué importancia les asignás a los premios y reconocimientos?
C.A. - Al momento de recibir los premios o menciones es un orgullo y un placer que comparto con los más cercanos, pero nunca llegaron a ser un incentivo para dirigir mi carrera, ya que la mayoría fueron el resultado de trabajos muy sacrificados, los que valieron la pena, pero realmente no elegiría el modo de vida que requieren para poder llevarlos adelante. Con esto no niego que no me guste ese tipo de reconocimiento, son un recordatorio de que lo que estoy haciendo está dando buen fruto.
LP - De tus labores actuales ¿cuáles destacás y por qué?
C.A. - En este momento destaco más el trabajo de leterring -letrista como se conocía el oficio con anterioridad- y muralismo. Las condiciones actuales de pandemia han hecho que deba abandonar o deba prescindir otras de mis actividades -como el trabajo en ferias medievales, o maquillaje artístico-, por más que sigan latentes, éstas son las que más activas están en este momento. Tenemos con compañeros otros proyectos gestando, en otras áreas artísticas, pero todavía no son muy concretos. Espero que podamos llevarlos a cabo.
LP - ¿Dónde se puede llegar con el trabajo? ¿Dónde se quiere llegar con el trabajo?
C.A. - ¿Con el trabajo artístico? Se puede llegar más allá de lo que te permite cualquier trabajo común. Requiere el mismo o más esfuerzo, ser constante y decidido, puede haber altibajos, pero además de poder tener una estabilidad económica y desarrollar la parte creativa de uno, se puede tener una vida más rica de autoconocimiento y conexiones con gente y lugares, que quizá uno solo podría conocer en vacaciones. Trabajar en el arte te da la libertad de poder transformarte constantemente cuando sientas que es necesario hacerlo. No tengo un objetivo lejano de adónde llegar, tal vez sí de cómo quiero transitar ese camino, y es cerca de mi gente querida y disfrutando lo más que se pueda mientras tanto.
LP - Una anécdota que hayas protagonizado en tu actividad cotidiana.
C.A. - Una anécdota… Recuerdo estando en Misiones, en Aristóbulo Del Valle, en el rodaje de “El Ardor” de Pablo Fendrick con Gael García Bernal como protagonista. Era un equipo de la capital, donde había mucha cantidad de gente y todos los días conocía compañeros nuevos. En un momento veo que una chica con la que habíamos estado charlando, le sacaba fotos a Gael mientras lo estaban maquillando, y como por contrato no se le podía sacar fotos, estuve a punto de avisarle para que no tuviera problemas. En ese momento recordé que mi jefe me había aconsejado que si veía alguien cometiendo un error que no le diga nada porque eso siempre terminaba en problemas para uno. Me pareció un poco feo no ayudar, pero por las dudas decidí hacerle caso. Al rato de estar ahí escucho que la llaman como Lola, y ahí me doy cuenta que esa chica era la actriz Dolores Fonzi, su actual esposa. Dios mío… menos mal que no le dije nada, me hubiese muerto de vergüenza por no haberla reconocido y haberme metido así. Sin el maquillaje parecía otra persona. Tanto ella como Gael son muy simpáticos y humildes, fue muy ameno trabajar con ellos.
por Raúl Vigini
raulvigini@yahoo.com.ar