LP - ¿Qué acontecimientos de su vida le despertaron interés por la tierra?
A.L. - Desde niño mi abuelo fue horticultor cuando yo lo conocí estaba jubilado pero seguía cultivando verduras y mi abuela era jardinera, ambos tenían mano verde, así que desde muy chico mamé el amor por el trabajo de la tierra. Más tarde ya en la adolescencia mi interés creció al intentar trabajar para una sociedad más equitativa en busca de un ideal: eliminar el hambre por medio del cultivar alimentos.
LP - ¿Tuvo quiénes lo incentivaron en ese tema primordial para lo que sería su futuro personal?
A.L. - Mi generación la de los años setenta estuvo marcada por la búsqueda a través de la acción de un mundo donde el ser humano fuera el centro y todos tuvieran oportunidades de vivir con dignidad.
LP - ¿Cómo le resultó la carrera universitaria de acuerdo a sus expectativas?
A.L. - La carrera la tomé solo como una herramienta que después me permitiera trabajar, desarrollar y poner en práctica el ideal de cultivar alimentos y que estos sean accesibles para todos.
LP - ¿Con qué objetivos egresó de la UNR?
A.L. - El objetivo central era desarrollarme en las ciencias agrarias y encontrar trabajo en agronomía. Yo había iniciado anteriormente la carrera de contador, la cual abandoné cuando me di cuenta que no era adecuada para mí. Me casé y después inicié la carrera agronomía cuando ya estaba casado, hice toda la carrera trabajando de empleado administrativo y tenía ya mis tres hijos cuando me recibí. Doy gracias al trabajo administrativo, que me había permitido estudiar, pero de alguna manera yo había estudiado para dejar de trabajar en tareas administrativas.
LP - ¿Dónde inició su camino laboral como profesional?
A.L. - No fue fácil encontrar lo que yo estaba buscando, habíamos hecho un gran esfuerzo con mi familia, especialmente con mi esposa, para poder tener el título, y como ya tenía un trabajo que me permitía vivir eso me daba un margen de tiempo, ahora pretendía encauzar mi labor profesional en el ideal que me había propuesto al iniciar la carrera. No encontraba un espacio institucional adecuado para impulsar el desafío de convocar a los habitantes de las villas miserias -seres humanos que habían sido y son marginados por el sistema socioeconómico neoliberal imperante- y para que ellos mismos cultivaran verduras para utilizarlas en su alimentación. La primera experiencia la hice como voluntario en el año 1987, en forma conjunta con otra ingeniera agrónoma Patricia Virga y un campesino -un técnico práctico- Custodio “Lucho” Lemos en una Villa del Barrio Saladillo de Rosario. Y también implementamos una huerta con la entonces Vecinal Pichincha de mi barrio, ambas actividades fueron relativamente exitosas. En el año 1990 y en base a las experiencias construidas en el territorio en forma participativa, llevamos la propuesta del cultivo de verduras ecológicas al Municipio de Rosario para poder dedicar todo el tiempo a promover esa actividad y tener un ingreso por ese trabajo.
LP - ¿Con qué propósito decidió ampliar su conocimiento en Agroecología y Desarrollo sustentable? ¿Cómo eligió dónde concretarlo?
A.L. - En realidad la posibilidad en el año 2002, de hacer la Maestría, en la Universidad Internacional de Andalucía surgió a través del vínculo y el trabajo y la pertenencia a la ONG Centro de Estudios y Proyectos Agroecológicos de Rosario CEPAR, con Graciela Ottmann y Eduardo Sevilla Guzmán del Instituto de Estudios Campesinos ISEC de la Universidad de Córdoba, España, los que me impulsaron a que realice la maestría y fue una gran oportunidad y durante tres meses estuve cursando y estudiando todo el tiempo sin tener que trabajar como en mi carrera. La maestría fue muy importante, me enriqueció, amplio mis conocimientos y sobre todo me vinculó con agricultores, docentes y profesionales con la misma visión con los cuales intercambiamos experiencias y hasta hoy seguimos articulando.
LP - Momentos destacados de su trayectoria.
A.L. - Uno de los momentos claves fue al incorporarme al equipo de Pro-Huerta , ser con otros compañeros responsables de instalar y diseñar una Huerta demostrativa en la Estación Experimental del INTA Oliveros de mayor escala que la familiar en el año 1994. Conocer las distintas escuelas de las agriculturas ecológicas, la agroecológica, la natural, la orgánica, la permacultural y la agricultura biodinámica y mi elección por la agroecología biodinámica. Coordinar en forma colectiva y participativa el diseño y la implementación de los Parques Huertas y los Corredores Verdes de las Vías. Y a partir del año 2017 la instalación del Centro Agroecológico Rosario que es un espacio donde está todo lo construido en el territorio.
LP - ¿Qué le queda por hacer?
A.L. - Primero quiero aclarar que éste es trabajo en equipo y una de las cosas pendientes es que el estado municipal, provincial y nacional compre la producción de verduras ecológicas para los comedores escolares y para abastecer a los hospitales. Además necesitamos seguir construyendo y creando condiciones para: Lograr más superficie productiva, tierra apta con la infraestructura necesaria para producir; Desarrollar tecnologías prácticas y sencillas, que permitan a los huerteros trabajar de manera digna, mejorando las condiciones del trabajo de la tierra; Valorizar el trabajo de la tierra, éste nos proporciona todo lo que necesitamos para alimentarnos, para cuidarnos con plantas medicinales, para nuestro hábitat, y paisaje cotidiano, pero contradictoriamente, la sociedad actual, lo considera un trabajo menor y como actividad del pasado; Construir la imagen del trabajador de la tierra estableciendo el oficio del cuidador de la tierra y constructor del paisaje, como un trabajo de excelencia, que se asocie con la trascendencia de este trabajo para el futuro, mejorador del entorno vital en el que vivimos, y contagiar a los jóvenes con entusiasmo por este innovador oficio. Producir semillas libres adaptadas a las condiciones locales y a los gustos del consumidor; Crear parques tecnológicos de la AU, para la demostración y el entrenamiento donde se convine la producción con técnicas ecológicas, el diseño del paisaje y el hábitat y la utilización de energías alternativas y la construcción natural; Demostrar los beneficios intangibles del trabajo de la tierra, para la salud, para el ambiente, para la cultura, para prevenir la violencia, para el cuidado de todas, para la recuperación de adictos, valorizarlos y ponerle precio para que los trabajadores incrementen sus ingresos; Generar puentes entre lo público, lo privado y la sociedad civil, los consumidores y los agricultores, lo rural y lo urbano.
LP - Una anécdota de estos años de profesión.
A.L. - Una anécdota después de trabajar dos años acompañando en forma voluntaria una huerta comunitaria con trabajo en común, los participantes nos plantearon dividirla en parcelas, nosotros en primera instancia la sentimos como un fracaso, sin embargo, esa forma de huerta comunitaria con parcelas individuales es muy práctica y la implementamos a partir de ese momento en todos los emprendimientos locales. Las ventajas de dicha forma es que cada integrante trabaja a su ritmo, todos tienen y pueden que desarrollar sus potencialidades, tiene la libertad de elegir qué producir y cuándo, es equitativo, nadie puede apropiarse del trabajo ajeno. Y además la parcela habla y el que no trabaja solo abandona. Pero sobre todo tiene trabajo en equipo, se planifican en común el cuidado del predio, se intercambian conocimientos y plantines.
LP - Algo más que desee agregar.
A.L. - La agricultura es lo único que posibilita la vida del hombre en la tierra. El trabajo de la tierra nos brinda los alimentos, las plantas medicinales, los materiales para nuestro hábitat, pero está considerado el más bajo en la escala social. Se necesita jerarquizar el trabajo de la tierra, enamorar a los jóvenes con la agricultura ecológica “el oficio que viene del futuro”.
por Raúl Vigini
raulvigini@yahoo.com.ar