LP - ¿Cómo se dio tu discografía?
A.H. - El primero fue El silenciero en quinteto, después de ahí me entusiasmé y seguí escribiendo. El segundo fue Desde un jardín, el tercero fue El imperio de las luces, el cuarto Alondra lo hice con Gustavo Hernández que fue profesor de armonía mío, con repertorio de standards del jazz. El disco nuevo se llama Marea alta y tiene toda música original menos un tema que es un tema de Spinetta.
LP - ¿Cómo abordás la composición?
A.H. - Son disparadores que me inspiran. Me puede inspirar algo que estoy estudiando con el instrumento. O algo un motivo que se me ocurrió en la cabeza o simplemente del oficio de escribir un poco todos los días. Aunque soy más consecuente con el instrumento que con la composición. Siempre estoy escribiendo algo, o estoy haciendo un arreglo para alguien.Ese hecho es algo cotidiano, que, sin darme cuenta, estoy siempre. Escucho mucha música. Y la gran pregunta es ¿qué quiero yo transmitir, o qué quiero proponer? Hay algo de eso.
LP - ¿Cuándo es el momento o la necesidad de un disco?
A.H. - Lo voy trabajando para atravesar un proceso. El nuevo tiene varios años de estar tocándolo. Y así mismo se resuelve mucho en el estudio de grabación. Y quedaron varios temas afuera. Básicamente es eso, es el momento de plasmar.
LP - ¿Y cómo se arma un disco?
A.H. - Te das cuenta en vivo qué funciona y qué no.La recepción, o si es orgánico o no lo que está sucediendo. Muchas veces los músicos con los que toco aportan sus opiniones personales. Y además varios integrantes del grupo fueron maestros míos.
LP - ¿Los integrantes de los quintetos se fueron repitiendo?
A.H. - Mayormente sí, pero hubo algunas modificaciones. En el nuevo somos sexteto. Trato de mantener los grupos para que se amalgamen. Grabo con el mismo técnico. Ya hay un equipo. Después de los discos pasa algo.
LP - ¿Qué presente estás viviendo?
A.H. - Estamos presentando los temas del disco. En Buenos Aires, la zona, Uruguay, Entre Ríos, y así seguimos. Lo integran composiciones propias y una inspirada versión de Kamikaze de Luis Alberto Spinetta. En esta ocasión, estoy acompañado por un sexteto que es un verdadero dream team del jazz local: el pianista Ernesto Jodos; Hernán Merlo en contrabajo; René Gatica Bahamonde en batería; Rodrigo Domínguez en saxo alto y Sergio Wagner en trompeta.
LP - ¿En qué futuro pensás?
A.H. - No sé. Por ahora estoy muy contento con Marea alta que es un disco acabado que logré a mis cuarenta y uno recién cumplidos.Creo que es madurez. Porque la formación del músico nunca termina. Uno no se da cuenta, y menos en el arte. No te das cuenta de eso.
LP - En la presentación del disco desarrollás la idea que te inspiró su título…
A.H. - Digo que cuando en el río hay marea alta todo se altera: puede generar caos, pérdidas, incluso estragos. Cuando la marea baja, queda la resaca, materia orgánica que da fertilidad a la tierra y es abono para las plantas. Un proceso análogo sucede, a veces, en la creación: un espacio que da lugar al caos, a la inseguridad, al encuentro con las limitaciones propias y confrontaciones con los otros para finalmente descubrir, cuando el agua baja, que todo eso fue parte necesaria del proceso creativo. La composición de “Marea alta” se puede pensar como un río que va creciendo de a poco; primero, comienza el piano con un ostinato en 7/4, luego entran el contrabajo y la batería tocando otra melodía sobre este ostinato; mientras eso continúa, entra la trompeta con otra línea melódica sobre la propuesta del piano y la base rítmica. A esto se suma el saxo alto con una nueva melodía, que a la vez complementa a la de la trompeta. Por último, aparece el saxo tenor que completa el contrapunto melódico. Esto concluye en una misma melodía armonizada para luego volver al contrapunto que modula un semitono arriba y amplifica la sensación de marea que sube.
LP - Los discos llevan nombres particulares para vos…
A.H. - Los títulos de los discos tienen que ver con otros ámbitos de la cultura de donde tomo esos nombres El imperio de las luces es un cuadro de René Magritte, que siempre me llamó mucho la atención de adolescente cuando descubrí el surrealismo, esa hora mágica que contrasta entre el día y la noche. El silenciero es un libro de Di Benedetto. Siempre trato de tomar lo que incluya otras áreas artísticas. Desde un jardín fue cuando me mudé al Bajo San Isidro, tengo el estudio en un pequeño parque y es el lugar desde yo compongo, y fue un cambio en mi vida: la mudanza y el nacimiento de mi hijo. Alondra refiere a uno de los temas de esa producción de standards -Skylark- que tocamos con Gustavo y significa un pájaro. También presenté Dos, un proyecto audiovisual de versiones en formato de dúo con la participación de Hernán Jacinto, Hernán Merlo, Mono Fontana, Sergio Verdinelli, Enrique Norris y Juan Cruz de Urquiza.
LP - ¿Qué pretendés del alumno en tu función docente?
A.H. - Como formador lo que pretendo es ayudarlo a sacar lo mejor de esa persona. Ayudarlo a ver qué recursos puede estudiar para ser mejor musico, qué le interesa, por dónde quiere ir, que encuentre su mirada, su camino. Y no el mío, sino el de él. Respetar eso, la diferencia. Y después tratar de que, como instrumentista, si viene por ese lado, vamos a ayudarlo para que tenga los menos vicios posibles. En la emisión, la respiración, la parte rítmica, y lo demás. Trato de no tirar máximas, pero sí lo de la respiración que es el tronco nuestro, tratar de transmitirlo.
LP - Una anécdota de tu trayectoria.
A.H. - No sé si es anécdota, pero sí te puedo decir que con cada disco que hice ya no fui el mismo después de eso. O después de haber tocado con muchos músicos que quiero, tampoco. O el haber tomado clases con maestros es como que aprendés de lo musical pero también aprendés lo humano, en una enseñanza como muy completa. Y generalmente lo que puedo decir es que los grandes músicos que siempre admiré son los más humildes. Y eso es una gran enseñanza, porque desde ese lugar podés construir y podés transitar mejor que si estás pensando si sos un genio. No ser ni el mejor ni el peor, pero estar todo el tiempo construyendo. En mi caso siento que soy una persona que voy construyendo, ladrillo por ladrillo, algo, y por ahí está mi base, mi sostén y mi pilar. Si focalizo en alguien sería muy poco generoso con los otros. Con muchos músicos que me marcaron y fueron generosos conmigo, de hecho, los músicos con los que toco, que lo hacen a puro pulmón, y una entrega tremenda, y son grandes maestros. Trato de ser siempre el peor y de estar ahí aprendiendo. Esa fueron las cosas que siempre me marcaron, la humildad de los grandes. Y que siempre trabajan con la pasión, y siempre vivir por la música.
por Raúl Vigini
raulvigini@yahoo.com.ar