LP - La cuestión ambiental es un tema vigente. ¿Cómo lo abordaron desde uno de los institutos?
M.S. - Hemos tenido bastante trabajo con el tema ambiental. Hemos convocado a conferencistas. Tuvimos a quienes asistieron a la reunión que se hizo en París para analizar el cambio climático el año pasado. Expusieron las conclusiones y la posición de la Argentina en esa conferencia, y las perspectivas según las medidas que se tomen respecto a las eliminaciones de las emanaciones de carbono.
LP - También están los temas relacionados con los productos químicos y con los transgénicos.
M.S. - Son temas de contaminación ambiental, atmosféricos, hídricos, de la tierra. También los hemos tratado. Y nos preocupan ciertos aspectos. Hay en la Argentina algunas cuestiones muy específicas como la contaminación hídrica en las cuencas de la región metropolitana de Buenos Aires, el tema de la disposición de residuos que es un tema grave. El tema de la minería hemos tratado, y acá hay posiciones diversas, hay quienes sostienen que la minería a cielo abierto no debe existir, y que la minería no tiene que ser favorecida. Nosotros creemos que la minería, como toda otra actividad con impacto ambiental, debe respetar los estándares de contaminación. Si consideramos que la minería no debe existir no tendríamos la mayor parte de las cosas que nos rodean. Hay una tendencia en el ambientalismo a posiciones apocalípticas o a posiciones extremas en materia de contaminación. Nosotros estamos tratando de poner un equilibrio entre las posiciones.
LP - ¿Cómo se elige un miembro activo de la institución?
M.S. - Cuando hay una vacante que puede ser por muerte o renuncia se convoca al grupo de titulares que propongan candidatos. Hay una comisión formada por académicos, que recibe esas propuestas y la consulta con los demás académicos, para que cuando lleguen las propuestas al plenario y sean votadas haya un número de propuestos equivalentes a las vacantes. Porque es muy odioso caer en la competencia y que haya una negativa.
LP - ¿Qué derechos y obligaciones tienen los miembros?
M.S. - Las obligaciones son de participar activamente. Cada reunión de plenario un académico tiene que exponer sobre un tema y tiene que escribirlo. Ese es un detalle importante. Luego de exponer se abre un debate. Todo eso se graba y se desgraba. Tiene una asistencia determinada, pueden pedir licencia.
LP - ¿De qué manera se sostiene una Academia nacional?
M.S. - Ninguno de los académicos cobra un centavo, todos somos honorarios. Tenemos tres personas trabajando. Tenemos gastos de mantenimiento del inmueble que no es propio. Recibimos un presupuesto que no alcanza y a eso le sumamos las donaciones que nos permiten cubrir los gastos.
LP - ¿Qué debe hacer un interesado en conocer la institución?
M.S. - Hacemos publicaciones de las ponencias, en la biblioteca se pueden obtener, todos los años publicamos los anales, y en nuestro sitio virtual está todo el material.
LP - ¿Cuál fue la intención cuando asumió la presidencia?
M.S. - Antes de estar en la presidencia estuve como tesorero, de manera que el tesorero después del presidente es el que está más metido en los temas. Me tocó que el presidente anterior pensó que yo podía cumplir con esa tarea. Lo apoyé bastante en su gestión y él valoró eso.
LP - ¿Se propuso algo en particular al hacerse cargo?
M.S. - Propuse que la Academia tenga una actividad importante. En ese sentido buscamos esas reuniones interacadémicas. Me ocupé que la Academia tenga conocimiento, tomamos contacto con las universidades, mandamos material, los incentivamos a que lean lo que les propusimos, que sea lo más aprovechable posible. En estos tres años de mi gestión hemos elegido varios académicos nuevos y se han incorporado personas importantes. Hay una composición muy buena. Nadie se enoja por las opiniones del otro. Hemos tenido que salir en defensa de algún académico que ha sido perseguido por su posición ideológica.
LP - En su caso personal ¿cómo llegó a la economía viniendo de la ingeniería?
M.S. - Casualmente. Estudié ingeniería civil. En quinto año de la carrera teníamos una materia, la única Economía que estudiábamos los ingenieros. Cuando rendí esa materia, el profesor que me la tomó trabajaba en el Conade -Consejo Nacional de Desarrollo-, y después de rendir me invitó a trabajar con él. Estoy hablando de los años sesenta. De manera que desde ahí empecé a hacer economía. El organismo me mandó un año a Chile a estudiar en la Cepal -Comisión Económica para América Latina- que estaba dirigida por Raúl Prebisch. Cuando volví fui a la Dirección de Política Económica en el Ministerio de Economía de la Nación, pasé al sector privado como consultor, constituí una consultora que hacía ingeniería y economía, sobre todo proyectos de inversión. Fui profesor de Economía del transporte en la Facultad de Ingeniería, escribí un libro sobre proyectos de inversión que tuvo buena aceptación, fui Secretario de Hacienda de la Nación. Tuve diversos pasajes por la función pública. Fui elegido académico en Ingeniería porque querían un ingeniero economista de los que no había tantos.
LP - ¿Lo conoció a Raúl Prebisch?
M.S. - Sí. El no daba clases pero dirigía. Defendía la teoría del deterioro de los términos del intercambio. La teoría de la necesidad de integrarse hacia adentro. Una teoría que después cayó, todavía no está en desuso, hay quienes la defienden, pero se advirtió después que no había tal deterioro. Así que recibí toda esa enseñanza. Los profesores míos fueron -muchos de ellos chilenos y muchos participaron del gobierno de Salvador Allende- así que en cierto sentido me vacuné de muchas teorías. Mi formación luego ha sido más bien liberal pero tengo un reconocimiento por Prebisch y por el nivel que tuvo, pero no soy un seguidor de él, tampoco un keynesiano.
LP - ¿Cómo estamos yendo en nuestro país?
M.S. - Hemos tenido una práctica populista muy intensa durante muchos años. No nos permitió resolver ciertos problemas que se arrastraban. Argentina no pudo salir del default por una cuestión ideológica, de manera que no se incorporó al sistema financiero en el mundo. Tampoco recibió inversiones directas, fueron muy escasas en relación a las que había tenido anteriormente, no solo del extranjero sino también del empresariado nacional. Se partió de una situación de equilibrio fiscal, y de balanza de pagos muy razonable, pero estas políticas llevaron a un deterioro sistemático y se termina con un déficit comercial externo y con un déficit fiscal muy elevado, principalmente como consecuencia del crecimiento del gasto público a niveles inéditos. El gobierno actual tiene que eliminar las distorsiones. El tema más grave en este momento es el fiscal. Pero eso va a ser un esfuerzo de varios años. Soy optimista.
por Raúl Vigini
raulvigini@yahoo.com.ar