Editorial

Empleo y Estado

La solución del problema laboral en nuestro país es mucho más complicada y seria de lo que se supone, como ser que podría irse arreglando con la recuperación económica, si bien es cierto que se trata del punto de partido. Es que el descenso en la generación de empleos viene desde hace nada menos que 5 años, es decir, el segundo mandato completa de Cristina Kirchner y el primer año de Mauricio Macri, donde no sólo fue el Estado el mayor generador de trabajo -con todo lo que ello conlleva al agravar cada vez más la situación del sector productivo, que es quien debe mantener al público con los impuestos y gravámenes de todo tipo-, sino que además se fueron perdiendo puestos de trabajo consecuencia de la paulatina pero sostenida caída de la actividad económica y productiva durante el último lustro.

De todas maneras, la tendencia que venía dándose durante el ciclo 2011-2015 bajo la administración kirchnerista, se profundizó aún más durante 2016 bajo el macrismo, debido al impacto de la reducción de ocupación laboral por parte de sectores como el manufacturero, la construcción y la minería, habiendo sido ellos los que se desprendieron de mayor cantidad de personal.

Tal lo detalla un informe del Ministerio de Trabajo recientemente difundido, entre enero de 2012 y diciembre de 2016 el empleo asalariado del sector público se expandió nada menos que el 22%, siendo en números 600.000 personas que ingresaron al mismo, significando el 52,2% del 1,1 millón de trabajadores nuevos que se incorporaron al mercado laboral en blanco, es decir, los registrados. Con lo cual tenemos, frente a esa cifra de nuevos empleados públicos -en los tres niveles, nacional, provincial y municipal- todo el sector privado sólo incorporó 500.000 nuevos puestos de trabajo. En tanto, cabe aclararlo, los monotributistas, en su mayoría trabajadores de escasos ingresos y baja productividad, aportaron otros 200.000 registros, explicando el 18,2% del total referido.

Esta tendencia fue la que marcó todo el año 2016, donde el registro total marca un aumento de 80.929 empleos formales, 28.862 correspondieron al sector público y 27.666 al privado, con lo cual tenemos que todo lo malo que vino sucediendo durante los últimos 4 años del kirchnerismo, no sólo se mantuvo sino que se acrecentó bajo la administración macrista. Pero además, ya fuera de las estadísticas e ingresando en el terreno de las especulaciones, lo saliente del presente 2017 es que esto no se corregirá sino que es posible se profundice, como sucede siempre en los años electorales, donde el gobierno de turno -pensando en las elecciones cercanas más que en el largo plazo- trata de solucionar artificialmente los problemas. El del trabajo, ante la inexistencia en el ámbito privado, incorporando al sector público, no haciendo otra cosa que agravar aún más el problema.

Otro dato interesante sobre el marcado laboral es que durante el período 2012-2016 hubo un blanqueo por la asistencia del Estado de casi 70.000 trabajadores de casas particulares, equivalente al 6% del total. Es así que por estos números se desprende que en los últimos 5 años, con una economía permanentemente alterada por altibajos, el país retrocedió a los niveles de empleo de 2011, y además con el agravante que durante ese ciclo el 76% de los empleos estuvo vinculado de manera directa o indirecta al Estado en sus tres niveles, como así también a sus organismos descentralizados.

La metodología ideada por el kirchnerismo y seguida por el macrismo, buscando disimular la falta de trabajo con incorporaciones al sector público. no hizo más que agravar la situación, de la cual ahora costará muchísimo más emerger.

En síntesis, hoy tenemos 12 millones de trabajadores registrados, 5 millones de personas con empleos informales (en negro), y 1,5 millón de desocupados. Una perspectiva ciertamente preocupante y sin soluciones en el corto plazo.



 

Autor: Redacción

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