Editorial

Elecciones y palabras huecas

No hay sorpresas en la Argentina cada vez que hay elecciones. Los gobiernos de todos los niveles parecen recuperar dinámica en la gestión de la cosa pública y aceleran los anuncios sobre programas o inversión pública a realizar, encadenan llamados a licitación pública, procuran inaugurar obras y decir todo lo que quiere escuchar el electorado. Con o sin pandemia, la fórmula se aplica de todas formas. A veces con trampa solapada. Dos ejemplos de obras públicas en nuestra región ponen al descubierto la mala praxis y la mala fe de la política y de sus actores sin escrúpulos.
La construcción del acueducto Desvío Arijón que mejorará la provisión de agua potable a Rafaela y otras localidades de la región aún no está terminada en este 2021. Ya transcurrieron 14 años de la primera licitación impulsada en 2007 en las postrimerías del gobierno peronista (quizás esa convocatoria a las apuradas antes de un proceso electoral puede considerarte un anticipo del uso político de una obra necesaria). En 2015, poco antes de las elecciones provinciales, la administración del Frente Progresista organizó una visita de la prensa rafaelina a Desvío Arijón para mostrar el comienzo del tendido de caños del acueducto con dirección a Rafaela. Pasaron las elecciones y todo se paralizó. Fue solo una ilusión, un acto de magia de la política para seducir a los votantes. Una maniobra engañosa por la que ninguno de sus pícaros autores pagó un precio, aunque sí lo hicieron quienes esperan por la obra. 
La reconversión de la ruta 34 en autopista es el otro ejemplo de las estrategias de la política y los gobiernos para encantar o hipnotizar al electorado. En 2017, poco antes de las elecciones legislativas nacionales, el Gobierno nacional convocó a un acto en la traza de la Variante Rafaela en cercanías del Relleno Sanitario para mostrar los avances del proyecto y ratificar el compromiso de acelerar el ritmo de los trabajos. Sin embargo, una vez que sucedieron los comicios, los fondos para la ejecución de la autopista comenzaron a escasear. La elección ya había pasado y no era necesario sostener la puesta en escena. 
Se trata de dos ejemplos sobre la forma fraudulenta con la que los funcionarios, los políticos, los gobiernos procuran hechizar a los votantes. Un ardid usual que se utiliza especialmente durante las campañas electorales y que no tiene antídotos para cubrirse del engaño y del relato falaz. 
Por lo demás, en tiempos de elecciones también se apela a enumerar lo que se está haciendo, se tiende a sobredimensionar los resultados de la gestión. A repetir una y otra vez las bondades de una acción de gobierno con el fin de cautivar a quienes deben ir a las urnas a votar.
Con una Argentina enredada por tantos problemas, comenzando por la pandemia de Covid y las demoras en el acceso a las vacunas por una negociación con sesgo ideológico, y siguiendo por la crisis de la economía que mezcla pobreza creciente, desocupación e inflación que corroe el poder adquisitivo de los asalariados, los candidatos deberán ser muy creativos para darle forma a sus discursos para atraer el voto. 
Creativos del marketing, de la publicidad y del discurso combinan sus talentos y esfuerzos para darle un posicionamiento a quienes salen a cazar votos desde una boleta. En un pacto que no pocas veces se monta sobre disvalores, que establecen tácticas para forzar el sentido de las palabras, la consigna es conservar o acceder al poder como sea. El fin justifica los medios es el lema que sostiene a los precandidatos. 
En este marco, el Manual de Todos condensa un conjunto de ideas que deben estructurar la campaña de los postulantes del Frente de Todos, el partido de gobierno a nivel nacional, también a nivel provincial y local (obvio, Rafaela). En una suerte de diagnóstico sobre el país y sus estados de ánimo, ese documento interno admite que la mayoría de los oficialismos nacionales están en crisis o fueron impactados por la pandemia por lo que recomienda mantener la cautela porque la que viene es una elección impredecible. 
La sugerencia, ante el debate electoral que puede ser agresivo, es evitar responder a los cuestionamientos de la oposición y por contrapartida tratar de tomar la iniciativa para marcar agenda propia. En cierta forma, se sugiere a los candidatos del oficialismo no hacer referencia al panorama gris que presenta el país y propone reconstruir un mensaje positivo, optimista y a la vez realista, que reafirme que ya estamos recorriendo el camino hacia la vida que queremos. Este último concepto parece tener analogías con aquel recordado "síganme que no los voy a defraudar" que acuñó Carlos Menem. 
La actualidad de la Argentina muestra un país pobre, en crisis continúa. Todo lo demás es relato. No habrá sorpresas en la campaña que ya comenzó. Otra vez habrá palabras dulces, pero vacías. 
 


Autor: REDACCION

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