Editorial

El valor de las pymes

Las pymes, en cualquiera de sus actividades, generan recursos importantes para el Estado, que siempre deberá tenerlas en cuenta a la hora de trazar diferentes programas económicos.

Afectadas por la pandemia, las industrias y empresas de esas características, hoy están viviendo momentos de una complejidad como pocas veces -o quizá nunca- han tenido que atravesar en toda la historia argentina.

Antes del coronavirus, el panorama era desalentador, pero claramente, luego se fue profundizando, hasta llegar a una realidad preocupante y sin un horizonte que permita visualizar una corta o mediana recuperación.

Hubo asistencias del Estado, que en alguna medida, contribuyeron, pero que de ninguna manera resultaron determinantes como para sostener una actividad que sigue mostrando indicadores negativos.

La producción se vio afectada por las reiteradas cuarentenas, que lógicamente, llegaron acompañadas de restricciones en algunos casos y de cierres en otros, como para desalentar a cualquiera.

Algunos tuvieron que bajar las persianas. Otros debieron reinventarse y buscar alternativas para hacerle frente a una crisis que no tiene fecha de vencimiento y que recién podrá evaluarse con datos más certeros, una vez que la emergencia sanitaria le pueda dar paso al ansiado regreso a la normalidad.

Las pymes, en una imaginaria pirámide, ocupan el lugar más relevante y forman parte de una estructura que sólo puede afirmarse en sus aportes a la economía nacional.

Empresas en las que trabajan un número no tan elevado de personas e incluso aquellas netamente familiares, son las que hoy necesitan de la asistencia de un Estado que tiene la responsabilidad de transmitir un mensaje que responda a las necesidades del sector.

En los últimos días, el Gobierno anunció que lanzará un plan destinado a la reactivación, que en principio abarcará a cada una de las regiones, con la firme convicción de empezar a movilizar el aparato productivo.

Está claro que las economías regionales hoy necesitan de la aplicación de ese tipo de proyectos, indispensables ante una coyuntura tan delicada y con un futuro incierto, que no es patrimonio exclusivo de nuestro país, sino de todo el mundo, que está transitando por un alarmante período de recesión.

El campo, dentro de ese plan que se anunciaría esta semana, tendrá que ocupar un lugar preponderante. Nadie desconoce su potencial y todo lo que aporta en favor de las arcas del Estado, que no siempre tiene para con ese sector un trato que su gente merece, por su cultura de trabajo.

La agricultura y la ganadería son dos patas clave en la mesa de la economía y deben ser valoradas de esa manera, porque, en definitiva, sostienen, aún en las situaciones más difíciles, una política donde el gasto fiscal no para de crecer y necesita permanentemente de mayores aportes privados.

Las ciudades también padecen esta realidad, con locales que actividades que vieron reducidos considerablemente sus ingresos como consecuencia de no disponer de las respectivas habilitaciones comerciales.

El panorama es crítico en varios sectores y quienes ofrecen esos servicios ya se hicieron oír en varias oportunidades. Los gastronómicos y hoteleros, ya se han manifestado más de una vez. También los propietarios de comercios y agentes de turismo. Estamos hablando de una cantidad significativa de personas, que por no trabajar en servicios esenciales, se vieron obligados a interrumpir sus labores habituales durante un tiempo prolongado.

En algunos lugares del país, se aplicaron determinadas flexibilizaciones, como en Rafaela, por ejemplo, pero con el compromiso ineludible de respetar todos los protocolos sanitarios.

De todos modos, estamos muy lejos de volver a la normalidad, por diferentes motivos y condicionamientos. Mucha gente, seguramente por temor, parece haberse resignado a una costumbre donde el aislamiento se ha instalado como algo natural.

Todos los relevamientos que se llevan a cabo mensualmente son desfavorables respecto de los períodos anteriores, tanto de los 30 días como del año previo.

A esta altura de los acontecimientos, ya se pueden interpretar como lógicos, a raíz de las secuelas que viene dejando la pandemia de Covid-19, que se refleja en datos alarmantes en materia de salud y economía.

Las especulaciones de los profesionales, que hace no demasiado tiempo habían generado una evidente preocupación, hoy no lo son tales, porque en el primero de los aspectos, se está reportando diariamente un crecimiento exponencial de contagios y fallecimientos; mientras que en el segundo, el deterioro también es evidente en una sociedad donde la pobreza sigue incrementando su porcentaje como consecuencia de una política que desde hace muchos años posterga, de manera sistemática, a los más vulnerables.

Autor: REDACCION

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