SUPLEMENTO ESPECIAL

El sol del 9 viene asomando

Se había elegido como sede del Congreso a la ciudad de Tucumán porque estaba ubicada en el centro del virreinato y porque las provincias se negaban a que Buenos Aires fuera otra vez la única protagonista de un hecho que las afectaba a todas. En aquel entonces San Miguel de Tucumán era una pequeña ciudad de doce manzanas. Desde lejos podían verse las torres de las cuatro iglesias y del Cabildo.

Si bien el Congreso comenzó el 24 de marzo, durante meses no hubo avances hasta el día de hoy pero de hace 203 años atrás. Aquel martes 9 de julio de 1816 no llovía como en aquel 25 de mayo de hacía seis años. El día estaba muy soleado y a eso de las dos de la tarde los diputados del Congreso comenzaron a sesionar. A pedido del diputado por Jujuy, Sánchez de Bustamante, se trató el “proyecto de deliberación sobre la libertad e independencia del país”. Bajo la presidencia del sanjuanino Narciso Laprida, el secretario Juan José Paso preguntó a los congresales “si querían que las Provincias de la Unión fuesen una nación libre de los reyes de España y su metrópoli”. Todos los diputados aprobaron por aclamación la propuesta de Paso.

En medio de los gritos de la gente que miraba desde afuera por las ven­tanas y de algunos colados que habían logrado entrar a la sala, fueron firmando el Acta de Independencia, que declaraba “[…] solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas provincias romper los vínculos que las ligaban a los Reyes de España, recuperar los derechos de que fueran despojadas e investirse del alto carácter de nación independiente del Rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”.

El acta establecía además que todas y cada una de las provincias “así lo publican, declaran y ratifican, comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, bajo el seguro y garantía de sus vidas, haberes y fama”.

En la sesión del 19 de julio, uno de los diputados por Buenos Aires, Pedro Medrano, previendo la reacción furibunda de San Martín, que estaba al tanto de las gestiones secretas que involucraban a algunos congresales y al propio director supremo para entregar estas provincias, independientes de España, al dominio de Portugal o Inglaterra, señaló que antes de pasar al ejército el Acta de Independencia y la fórmula del juramento, se agregase, después de “sus sucesores y metrópoli”, “de toda dominación extranjera”, “para sofocar el rumor de que existía la idea de entregar el país a los portugueses”.

La declaración iba acompañada de un sugerente documento que decía “fin de la Revolución, principio del Orden”, en el que los congresales dejaban en claro que les preocupaba dar una imagen de moderación frente a los poderosos de Europa que, tras la derrota de Napoleón, no toleraban la irritante palabra “revolución”.


Fuente: Felipe Pigna, Los mitos de la historia argentina 1.

Autor: REDACCION

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