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El significado del escudo de la Arquitectura

El reconocido arquitecto argentino, Rodolfo Livingston, supo decir que la profesión nació en el Siglo XV, durante el Renacimiento. El florentino Filippo Brunelleschi había desarrollado un método para prefigurar la construcción antes de la obra, la perspectiva. Nacía entonces la idea de proyecto y el reconocimiento a quien lo realizaba. Además surgieron las primeras teorías arquitectónicas, de la mano de Alberti, Palladio y Serlio, y también aparecieron arquitectos personalistas, como Miguel Ángel o Giulio Romano, quienes diseñaban según sus propias teorías. Pero todos, como dice Livingston, diseñaban para príncipes, papas, y grandes terratenientes.
Pero a partir de la revolución industrial, el crecimiento de las ciudades, la comercialización creciente de materiales y terrenos, el desarrollo del confort y de la vivienda en altura, rompen por completo con la tradición cultural en el arte de construir viviendas.
Frente al cada vez mayor número de desafíos mundiales, el papel de la arquitectura, del urbanismo y de la concepción arquitectónica es cada vez más decisivo en la construcción de un futuro mejor.
Si bien en el mundo el Día del Arquitecto se celebra el 1° de octubre; en la Argentina, los profesionales de esta disciplina lo festejan el 1° de julio. En esa fecha, pero en 1985, se creó la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), que tomó su fundación para establecer el Día Internacional del Arquitecto. 
Pero 11 años después, la UIA decidió trasladar la celebración al primer lunes de octubre, para que coincidiera con el Día Mundial del Hábitat. De todos modos, la Federación Argentina de Entidades de Arquitectos (FADEA) resolvió mantener la fecha original. Por tanto hoy se celebra el Día del Arquitecto Argentino.
Una buena oportunidad para repasar el significado del emblema circular delimitado por una guirnalda de hojas, la mitad izquierda de roble y la mitad derecha de laurel, rematada por una corona y, en el interior, un compás abierto sobre una rosa. 
La corona que ciñe la composición, en lo más alto, representa la superación, es el signo visible de un logro, en nuestro caso el aprendizaje de la arquitectura, y de su cumplimiento perfecto y definitivo, como se corona el peón que llega al final del tablero y se convierte en dama. Ser coronado es signo de la dignidad y el honor que debe acompañar a la profesión de arquitecto, en cuyo propio ejercicio radica su principal recompensa.
Las guirnaldas, de hojas perennes, enfatizan estos méritos. El cerco de hojas de roble recuerda la dureza del proceso de adquisición de los conocimientos, la fuerza, la resistencia y la constancia, que caracterizarán ya para siempre, el linaje de la arquitectura. Las hojas de laurel premian y glorifican el éxito de una profesión liberal.
Ambas coronas contienen los dos símbolos peculiares de la arquitectura: el compás y la rosa.
Desde que el compás fuera inventado por alguno de los sobrinos de Dédalo, se muestra abierto, como alegoría de la geometría, de la arquitectura y de la equidad. Se relaciona por su forma con la letra A, signo del principio de todas las cosas, y es la representación simbólica del poder de medir, de la producción técnica y del acto de la creación. La creación se entiende filosóficamente, en un primer sentido como producción humana de algo a partir de una realidad preexistente, de tal forma que lo producido no se halle necesariamente en tal realidad: creación, en vez de transformación. 
Finalmente, la rosa es una flor efímera, y bella por excelencia, que se ha utilizado frecuentemente como símbolo de la perennidad del arte frente a las glorias pasajeras del mundo.

Autor: REDACCION

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