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“El Señor comienza una obra paciente de reconciliación”

(ZENIT 10). - Francisco indicó a los clérigos romanos la razón por la que el tiempo de Cuaresma es “verdaderamente una gracia” porque “nos permite reubicarnos ante Dios, dejando que Él sea todo” 

El Papa se reunión con los sacerdotes de la Diócesis de Roma el jueves, 7 de marzo de 2019, en la Basílica de San Juan de Letrán. El Cardenal Angelo de Donatis, vicario general del Papa, inició el evento con una meditación introductoria.

En la celebración, con carácter penitencial, los sacerdotes recibieron el sacramento de la reconciliación. Algunos de ellos, se confesaron con el Papa; quien se dirigió a ellos, casi todo el rato de manera espontánea, con un discurso profundo, haciendo un fuerte llamamiento a la fuerza renovadora del perdón de Dios y a ponerse en manos de “la guía paciente de Dios”.

Las palabras del Pontífice fueron directas: “La vida de un sacerdote a menudo está marcada por incomprensiones, sufrimientos silenciosos, a veces persecuciones. Y también pecados que solo Él conoce. Las laceraciones entre hermanos de nuestra comunidad, la no aceptación de la Palabra del Evangelio, el desprecio de los pobres, el resentimiento alimentado por las reconciliaciones que nunca hubo, el escándalo causado por el comportamiento vergonzoso de algunos hermanos, todo esto puede quitarnos el sueño y dejarnos en la impotencia… Creamos, en cambio, en la guía paciente de Dios, que hace las cosas a su debido tiempo, ensanchemos nuestros corazones y pongámonos al servicio de la Palabra de la reconciliación”.

El “santo espejo”

El Papa narró la historia de un sacerdote muy bueno, brillante, devoto del ” santo espejo”, donde “se miraba tanto”. “Dios fue bueno con él. Un día le hizo sentir que estaba solo en la vida, que había perdido tanto. Y no se atrevió a decirle al Señor: ‘Pero he arreglado esto, lo otro, lo otro…’. No, de inmediato se dio cuenta de que estaba solo”.

Y el Señor le dio la “gracia de llorar”, relató Francisco. “Lloró por el tiempo perdido, lloró porque el santo espejo no le había dado lo que esperaba de sí mismo. Y volvió a empezar desde el principio, humildemente. Cuando el Señor se va, porque lo echamos, debemos pedir el don de las lágrimas, llorar la ausencia del Señor”.


Ministros de reconciliación

“El tiempo litúrgico que viviremos –dijo el purpurado– nos pedirá que seamos ministros de reconciliación, embajadores y diáconos del perdón de Dios para todos nuestros hermanos”. Así, el Cardenal les propuso decir en sus comunidades: “Os imploramos, en nombre de Cristo, que os dejéis reconciliar con Dios”, y exhortó a la invitación a todos a pedir perdón, con humildad, a Dios y a los hermanos y hermanas del mal hecho.

Antes de concluir la ceremonia, el Papa les entregó como regalo un subsidio para las segundas lecturas del Oficio de Lectura Cuaresmal, y comentó: “Una de las cosas que me gustan de este [folleto] es la riqueza de los Padres: regresar a los Padres”.

Como de costumbre, el Santo Padre pidió a los sacerdotes su oración por el Sucesor de Pedro: “Lo necesito, necesito la oración. Rezad por mí”.



 

Autor: REDACCION

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