Editorial

El Riachuelo

El triste y lamentable privilegio de ser llamada la obra "monumento a la corrupción", de lo cual fue realmente emblemática por todo lo allí sucedido durante décadas, fue la represa Yacyretá -que ahora finalmente, tras muchísimas penurias y multiplicación de gastos- se encuentra en plena producción energética, pero ahí muy cerquita de ella, aunque con el calificativo de "monumento a la desidia" aparece el Riachuelo. Un curso de agua que con el tiempo fue transformándose en el receptor de los volcados de todas las industrias del Conurbano, además de líquidos cloacales y toda clase de desechos que por allí anden en circulación. Además de una fortísima fuente de contaminación, se trata de un enorme foco infeccioso que provoca daños letales en la salud de quienes, corridos por la pobreza, viven en sus márgenes.

Mucho tiempo ha pasado desde que la entonces funcionaria del gobierno de Menem, Maria Julia Alsogaray, lanzara aquél todavía hoy recordado plan de "limpieza del Riachuelo en mil días", que significó enormes gastos y no tuvo el más insignificante resultado, dándose allí -por esta y por otras tantísimas acciones- una mezcla de desidia, indolencia y corrupción que parece imposible de poder superar. Y que ni siquiera en este tiempo, desde hace 3 años con la intervención en el caso de la misma Corte Suprema de Justicia de la Nación, se pueden conseguir resultados que permitan vislumbrar alguna clase de solución con el transcurrir del tiempo.

Fue justamente en 2008 cuando la Corte Suprema dictó un fallo condenando al Estado -nacional, bonaerense y de la ciudad de Buenos Aires- a recomponer el daño ambiental de la cuenca del Riachuelo, pero desde entonces no se ha venido haciendo demasiado, como para mirar con optimismo el futuro, Es que existen algunas situaciones no muy sencillo de comprender, como por ejemplo que el ente encargado del saneamiento del río, creado en 2006 bajo la identidad Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR), entre sus responsabilidades tiene las de clausurar a aquellas industrias que arrojan sus desechos al curso de agua. Pero lo realmente curioso es que se continúa permitiendo el vertido de basura por concentración, lo cual significa una cantidad establecida por metro cuadrado sin tener en cuenta los litros totales que cada planta fabril arroja, por lo cual se siguen vertiendo desechos tóxicos, pese a todo.

Este análisis informativo fue realizado por Sonia Fakel, en Ambito Financiero, quien destaca declaraciones formuladas desde la Defensoría del Pueblo de la Nación, asegurándose que "el río se va a limpiar sólo cuando dejen de contaminar; se puede sacar basura, pero cuando se ensucia más rápido de lo que se limpia" es un objetivo imposible de alcanzar. Tengamos en cuenta que la Defensoría es uno de los organismos encargados de controlar a ACUMAR, y si esto es la revelación de lo que ocurre, queda más que claro que estamos frente a una situación que no llevará a ninguna clase de resultado positivo, mientras se mantengan estas formas.

El objetivo reclamado por la Corte es que "en el Riachuelo haya peces y vegetación, que sea un río, que se recomponga el ámbito". De eso, luego de tres años del fallo y su mala aplicación -al continuar permitiéndose arrojar desechos- se está lejísimo, salvo, claro está, que se tome una intervención mucho más directa, y por lo tanto drástica en las decisiones que hagan cumplir las normas, ya que por ahora los esfuerzos sólo se hacen cuando se anuncia una audiencia en el Alto Tribunal, y después, todo vuelve al olvido.

Entre las plantas más contaminantes se encuentran las curtiembres, muy precisamente denunciadas por Greenpeace Argentina, con datos y detalles, pero todo continúa igual, aún cuando sus grandes compradores -como Grimoldi o Sarkani- hayan exigido producción limpia a sus abastecedores. En Lanús y Avellaneda están los mayores volcados de cromo, sulfuro, cadmio y plomo, que son algunos de los elementos de mayor nivel de contaminación.

Justamente, por ese estado de las aguas, el Riachuelo puede provocar en la población que vive en sus alrededores enfermedades como cáncer, graves afecciones en la piel, en el desarrollo neurocognitivo y psicomotriz, malformaciones congénitas, problemas hormonales, respiratorios, digestivos y en el sistema reproductivo, entre otros. La afectación de las personas llega a través del agua que consumen, del aire que respiran, del contacto con el suelo y los alimentos, además del marco general en el cual viven.

Autor: Redacción

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