Editorial

El reto de pagar las cuentas

Las actividades productivas atraviesan, como gran parte de la sociedad argentina, momentos oscuros donde deben hacer malabarismos para cerrar las cuentas, es decir cumplir con el pago de los impuestos, de los proveedores y los salarios para garantizar la sustentabilidad del negocio. Como es lógico, la financiación constituye una herramienta vital para mantener las cosas en orden. Sin embargo, en un país donde se dispara el dólar y la variable para tratar de enlazarlo es aumentar las tasas, entonces las empresas se quedan sin el crédito para cubrir baches en sus operaciones. Ante este escenario no deseado y asfixiante a la vez, los gerentes contables y financieros de cada organización se estresan al máximo y no tienen otra salida que exigir a los clientes el pago contado o con una financiación no mayor a los 30 días. Gran dilema entonces para alcanzar el equilibro de las cuentas. Cobrar todas las ventas posibles para afrontar las obligaciones de cada mes, sabiendo que si se atrasa en el pago de los impuestos la AFIP no tiene sensibilidad, aprieta con todo y hasta embarga cuentas bancarias. Y entonces sucede lo que ahora, a tantísimas empresas no les queda más remedio que retrasar el pago de los sueldos a sus trabajadores e incluso hacer entregas en cuotas. 

Un documento de Apyme describe con crudeza el escenario nacional, al considerar un panorama de inflación que supera el 50 % anual, ventas que caen por un tobogán, economías regionales paralizadas, comercio exterior con graves problemas, corte de la cadena de pagos, crédito inaccesible (con tasas de interés del 100% anual), tarifas e insumos dolarizados, desempleo en dos dígitos, cierre diario de decenas establecimientos y comercios en todo el país, con pobreza e indigencia en alza.

En este marco, la cadena de pagos se dobla y amenaza con romperse. La morosidad continúa en alza con todos los riesgos que ello implica. Una empresa que cae en una espiral negativa puede, al final de su camino, cesar en sus operaciones y arrastrar a otras con un efecto dominó. 

Los datos de la realidad son contundentes: las financiaciones irregulares se triplicaron en el último año y la morosidad en el sistema financiero llegó a su punto más alto desde la crisis global del 2008, según un informe elaborado por economistas de First Capital Group. El reporte indicó que el contexto macroeconómico argentino está afectando seriamente la liquidez del sector privado, principalmente a las empresas. En tal sentido, sostiene que la morosidad de las compañías se triplicó en términos porcentuales en el último año, actualmente rondando el 3% del financiamiento total mientras que hace apenas 4 meses solo representaba el 1.8%.

El informe señaló que esta tensa situación genera una alarma potencial para los bancos, que mostraron un incremento en su exposición patrimonial al sector privado durante los últimos meses de 2018. Si bien la capitalización de los principales bancos no se ha visto afectado (debido a las previsiones por insolvencia), el aumento en la cartera irregular del sistema financiero, que pasó de 2.2% en septiembre de 2018 a 3.3% en enero de 2019, puede representar un problema en el mediano plazo para el balance de los bancos, alertó el informe. 

De acuerdo al análisis de los especialistas, si las entidades bancarias no toman una postura de mayor flexibilidad para con sus deudores en mora, es posible que se observe una propagación en la irregularidad del crédito hacia el resto del sector privado, lo que a su vez retroalimentaría la tendencia, provocando mayores pérdidas patrimoniales que las previsionadas por el sector financiero.

Según se citó en el informe, el último registro de niveles tan elevados de irregularidad en la cartera del sistema financiero, ocurrió durante la crisis económica global, mientras que el promedio entre 2008 y 2017 fue de 1,8%. La retracción del mercado sacudió fuerte la demanda, que bajo un contexto de 50% de inflación interanual, no logra remontar y las ventas de las principales cadenas de consumo masivo se desploman.

En este panorama, no parecen quedar muchos canales de financiamiento para que las empresas puedan satisfacer su demanda de liquidez. A pesar de esto, la suba de la tasa de interés aún no logra contener a los precios y la inflación continuó su aceleración en los últimos meses producto de la volatilidad en el mercado cambiario.

La escalada del dólar durante marzo y abril derivó en un giro en la estrategia del Banco Central, que se vio forzado a contraer nuevamente la tasa de Leliq a partir de mediados de febrero, posicionándola por encima de 65%, a niveles de noviembre de 2018. Esto refleja un pronóstico desalentador, ya que al representar un factor clave para la reactivación económica, se podría pronosticar un re-estrechamiento en los canales de financiación de las empresas y una dilatación en el rebote del consumo.



Autor: REDACCION

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