Editorial

El rebrote y algo más

Por estos días, los contagios se manifiestan con alarmante potencialidad en la mayoría de los países que en su momento en algunos casos y actualmente en otros, fueron los más afectados por la pandemia de un virus que reclama de manera perentoria una vacuna efectiva.

Cuando muchos pensaban que ya habían superado los tiempos más complejos, el coronavirus volvió a golpearlos con una fuerza extrema y a tomar nuevas precauciones.

La necesidad de aplanar la curva, que en realidad se había logrado, preocupa nuevamente con motivo de haberse constatado un rebrote con unas cifras alarmantes de letalidad.

En una nación tan desarrollada como Estados Unidos, las recientes estadísticas obligaron a las autoridades sanitarias a insistir con las recomendaciones que fueron difundidas cuando la enfermedad desembarcó en el país del Norte.

Las flexibilizaciones que se habían dispuesto, de modo especial en las ciudades más afectadas, pasaron a quedar sin efecto, pero lamentablemente, la falta de responsabilidad ciudadana, atentó contra las buenas intenciones de quienes tienen la difícil misión de transmitir los mensajes sanitarios.

Nueva York fue el epicentro desde el primer día. Hoy lo sigue siendo, pero los registros que se dan a conocer diariamente en otros estados, también hablan claramente de la expansión de la pandemia.

En la península de la Florida y particularmente en la turística ciudad de Miami, cuando se abrieron las playas, la gente acudió en forma masiva, seguramente agotada de tanto confinamiento.

Volvieron a trabajar los lugares de encuentro y el desborde fue total, superando todas las previsiones de las autoridades, que hoy ven cómo se incrementan considerablemente los números de las víctimas.

Algo similar ocurrió últimamente en España, que supuestamente había dejado atrás la pesadilla y ahora está nuevamente acorralada por el Covid-19, que vuelve a reclamar la aplicación de estrictas medidas sanitarias en varias regiones.

Más cerca nuestro, en Brasil, el virus no le otorgó tregua a un pueblo que está siendo tremendamente castigado, por la letalidad de la pandemia y por los caprichos de un Presidente que no le otorgó demasiada importancia a la enfermedad, que él mismo terminó padeciendo.

Mientras se habla de un rebrote en varios países, los laboratorios médicos ya empezaron a realizar pruebas, con balances alentadores, pero siempre con reservas a la hora de establecer una fecha medianamente precisa para el lanzamiento de la vacuna.

Argentina, en tanto, decidió ingresar en una nueva cuarentena, con algunas flexibilizaciones, pero también limitada para algunos sectores, que ya se cansaron de pedir una reactivación tan necesaria como impostergable.

El efecto de la pandemia económica es impredecible, pero de lo que nadie duda es que tendrá una severidad importante, como consecuencia de la pérdida de empleos, que se dan a partir del cierre de empresas y comercios que ya no recaudan lo indispensable para subsistir.

Esa realidad está a la vista y todos la reconocen. Desde el propio Gobierno, se ocuparon del tema, intentando dar soluciones a quienes más las necesitan. Saben, de todos modos, que esos aportes son un paliativo, que no alcanza para cubrir los gastos esenciales para seguir funcionando.

La situación es tan compleja, que cada vez se escucha con mayor frecuencia que es similar -hay quienes aseguran que será peor- que la vivida en 2001/2002.

Una crisis que en determinados momentos se intentó dejar atrás, pero en un país que no es capaz de aprovechar sus tiempos de bonanza, la historia se reitera y volvemos a navegar en aguas turbulentas y debajo de la línea de flotación.

Nadie pone en tela de juicio que la salud es prioritaria. Está clarísimo desde el primer día que se decretó el aislamiento. Pero también hay que decir que las secuelas económicas que está dejando esta pandemia deben atenderse con decisiones contundentes, para evitar que el barco se siga hundiendo.

Siempre se está a tiempo para aportar soluciones, por más dificultades que se presenten en un camino plagado de obstáculos.

Para que eso pueda ocurrir, de una vez por todas, se tendrán que dejar de lado esas discusiones que tanto mal le hacen a la democracia y que hoy deberían archivarse, al menos hasta los tiempos electorales.

Se expresó hasta el cansancio que "nadie se salva solo" o que "de esta salimos todos juntos". Es demasiado simple expresarlo con palabras, pero no tanto, según puede observarse, con hechos concretos.

Los contagios y las muertes, que nadie desea, encendieron nuevamente todas las alarmas en el mundo a partir de un rebrote que todos queremos evitar. La única forma de hacerlo, es concientizando a la población. El mensaje de los que nos gobiernan tendrá que estar dirigido en esa dirección.

Autor: REDACCION

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