Suplemento Economía

El problema no es la deuda

A medida que vayamos avanzando en este año electoral, tomarán más relevancia las cuestiones políticas que las realmente económicas. Por ese motivo se vuelve una y otra vez a poner el foco en la deuda que se contrajo en el gobierno anterior, de manera de correr la mirada a los problemas actuales y sus posibles soluciones, buscando un chivo expiatorio a quien cargar con los actuales problemas.
El problema no es la deuda, es que se hace con ella. Ninguna empresa puede crecer únicamente con fuentes de financiamiento propio, porque serían insuficientes y poco eficientes, la manera óptima es la transferencia de fondos entre distintos agentes económicos distribuyendo el riesgo. La transferencia de fondos se da, de quienes tienen ociosos los mismos (ahorro) a quienes los pueden poner a producir (inversión). De esa manera las personas que tienen excedentes, sean grandes o pequeños, esto incluye a quienes tienen pequeños saldos en caja de ahorro, como podría ser un jubilado, como también los grandes tenedores de fondos, como las aseguradoras. En encargado de realizar la transferencia de estos fondos es el sector financiero, que intermedia entre los ahorristas y los tomadores de crédito, distribuyendo el riesgo, que sería mayor si la empresa canaliza solo fondos propios o si los ahorristas prestan directamente a la misma. Los instrumentos para esto son múltiples, préstamos bancarios, obligaciones negociables, acciones, etc. Las empresas utilizan el endeudamiento para producir más cantidad, ampliando la planta, colocando una nueva línea de producción, haciendo más eficiente una actual, entre otras opciones y siempre generando mayor empleo y otros beneficios a la economía.
Lo mismo ocurre entre los países, estos deberían endeudarse para mejorar la infraestructura productiva del país, de manera que se pueda pagar los intereses y capital de los mismos sin mayor esfuerzo. En general los países no pagan sus préstamos, sino que los van refinanciando tomando nueva deuda para cancelar la anterior, aumentándola y utilizando nuevamente esos fondos para realizar nuevas inversiones que devuelvan más competitividad, apalancando al país.
Nuevamente, el problema no es la deuda, es que se hace con esta, si se malgasta, es decir se utiliza para pagar gastos corrientes, para consumir por encima de lo que producimos, la dinámica virtuosa no sucede. El problema es que no crecemos, no generamos riqueza, ni empleo, no atraemos inversiones. Si el país crece, recibe inversiones, que mejoran el nivel de empleo, reducen el gasto público vía gasto social, aumenta el consumo y con esto la recaudación, mejorando las cuentas fiscales. Por lo contrario, si consumimos sin inversión, el escenario que tendremos es de estancamiento con inflación. No hay crecimiento y suben los precios por efecto de la falta de oferta, infraestructura y emisión para el pago del gasto.
Si de golpe una empresa deja de producir, o pierde su principal mercado, o cesa su demanda por una pandemia, su deuda puede volverse impagable, aún con los mejores guarismos patrimoniales y financieros previos.
Argentina posee escasa cuantía de capital, en términos de la vicepresidente, “no hay plata” y es consecuencia de las erróneas políticas económicas que se aplican, solo para nombrar algunas, precios máximos, inflación por emisión para aumentar consumo, impuestos regresivos, reformas de impuestos progresivos para volverlos regresivos (ganancias), ley de alquileres, doble indemnización, prohibición de despidos, que lo único que hacen es espantar a las empresas del país y obligarlas a que se radiquen en los países limítrofes importando desempleo.
El problema no es la deuda, es lo que se hace con ella.

#BuenaSaludFinanciera
@ElcontadorB
@GuilleBriggiler


Autor: Guillermo Briggiler

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