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El plan económico del ministro Sergio Massa

Por Liliana Franco y Silvio Santamarina (*)

BUENOS AIRES, 6 (Especial para NA). - Quienes lo conocen íntimamente al nuevo titular del Palacio de Hacienda, Sergio Massa, afirman que la respuesta a por qué aceptó el cargo tiene dos caras: la conveniencia y la convicción. "Estábamos en el abismo, sin precios, el dólar por las nubes, Cristina y Alberto peleándose públicamente, hablando de Asamblea Legislativa", explican en su entorno.
Empezando por la conveniencia, el dirigente de Tigre considera -aseguran sus allegados- que es quien tiene más por perder si fracasa la experiencia del Frente de Todos con relación a los otros dos socios, Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
Lo explican recordando que Massa estuvo cerca de la anterior administración de Juntos por el Cambio.
A comienzos de 2016, el ex presidente Mauricio Macri tuvo un acercamiento al líder del Frente Renovador que se materializó en gestos como el viaje que compartieron a la ciudad suiza de Davos para reunirse con los principales líderes políticos y empresariales del mundo.
Era un momento en el que Macri imaginaba a Massa como el nuevo líder de la oposición. Eran tiempos en los que Massa intentaba captar el centro del electorado, criticando duramente al kirchnerismo.
Pero el romance duró poco tiempo. Se terminó, afirman, cuando Massa intentó llevar adelante una modificación de la Ley de Impuesto a las Ganancias y el entonces presidente Macri le pidió que no lo hiciera. Dicen que la respuesta del dirigente de Tigre fue: "No te confundas, soy la oposición, no tu empleado".
Roto el puente con Cambiemos, Massa volvió a establecer vínculos con el kirchnerismo a través de figuras clave como Eduardo "Wado" de Pedro. Este acercamiento le posibilitó liderar una de las tres corrientes que conforman el actual Gobierno, pero también le significó una importante pérdida de su capital político, particularmente entre los sectores medios que en algún momento intentó seducir.
En cuanto a la convicción, Massa es consciente de su alta imagen negativa en los sondeos, que comparte con el resto del Gobierno, y también del estigma de "panqueque" (por su capacidad de darse vuelta) que aparece en cada focus group sobre perfiles políticos. Pero su apuesta es a que "la gestión mate al archivo", según surge de la conversación con sus allegados.
Aquí también vale un poco de historia. Massa fue el diputado más joven, ya que representó a la provincia con sólo 28 años. Es decir, tiene muy enraizada la vocación política. Y es un hombre acostumbrado a los desafíos. Por ejemplo, cuando se hizo cargo de la intendencia de Tigre, uno de los mayores problemas era la inseguridad y, particularmente, los secuestros.
La mayoría de los intendentes se desentendían de este problema endilgándoselo a las fuerzas de seguridad o al Gobierno nacional, pero Massa decidió encarar el problema, "convertirse en jefe de Policía" y logró superarlo con medidas innovadoras como la instalación de cámaras de seguridad en las calles.
Volviendo al presente, ya antes de la salida de Martín Guzmán -funcionario sobre el cual Massa siempre tuvo una mirada crítica- consideraba que el Gobierno iba en rumbo de colisión y que era necesario un giro. En este sentido, su rol fue lograr el acercamiento entre Cristina y Alberto, ya que no se hablaban.
Cuando se produjo la renuncia de Guzmán, se propuso para ocupar posiciones clave en el Gobierno, pero se encontró con la resistencia del presidente Alberto Fernández que, no sin fundamento, imaginaba que la irrupción del dirigente del Frente Renovador terminaría opacando su gestión. Fue cuando se decidió que Silvina Batakis tomara las riendas de la economía.
La falta de sustento político con que nació la gestión Batakis junto con las tensiones que reflejaba el mercado de cambios -el dólar llegó a valer 350 pesos- le dieron la oportunidad a Massa para terminar de convencer a Alberto Fernández de que él era el hombre indicado para la conducción económica y evitar el colapso.
En tanto, Cristina Kirchner terminó de aceptar la necesidad de encarar un severo ajuste.
Cristina avala las medidas, "aunque en silencio", que está llevando a cabo Massa ante el temor del abismo. Y en la Casa Rosada se dice que Alberto no tiene más remedio que aceptarlo (a disgusto). Es que, la centralidad del poder parece que abandonó la Casa Rosada para cruzarse al Ministerio de Economía.
La apuesta de Massa no fue un acto intempestivo, según comentan en su entorno. Lo meditó mucho y antes de lanzarse a buscar la conducción económica estuvo reunido durante cuatro horas con Roberto Lavagna.
El ex ministro de Economía de Eduardo Duhalde y de Néstor Kirchner le dijo que era posible salir de la crisis si se aplicaba el plan adecuado. De hecho, Lavagna asesora en las sombras a Massa y es el hombre de referencia para las decisiones importantes.
En su fuero íntimo, Massa está convencido de que el país cuenta con recursos naturales (desde alimentos a minería), mano de obra calificada y capital (los cientos de miles de millones de dólares de argentinos depositados en el exterior), pero falta que la política haga su parte.
Sergio Massa despliega cotidianamente una intensa actividad. "Es un enfermo del trabajo, se va a la 1 de la madrugada del ministerio de Economía y a las 7 de la mañana ya está mandando mensajes a sus colaboradores dando directivas", señala uno de sus hombres más allegados. Su estilo de trabajo es "hiperactivo" en tanto que en la Casa Rosada lo definen como "atropellador".
Quienes lo conocen desde hace tiempo destacan que "es bueno gestionando".
Sin embargo, quienes están bajo sus órdenes señalan que su estilo es ordenado, que delega, pero supervisa. Su mesa chica está conformada por Leonardo Madcur, Raúl Rigo, Guillermo Michel, Lisandro Cleri, Eduardo Setti y Marco Lavagna.
Ha dividido a sus colaboradores en dos mesas de gestión, una referida al sector productivo y otra al sector financiero cambiario. Los colaboradores que integran la mesa real o productiva están conformados en primera línea por los secretarios José Ignacio De Mendiguren (Producción), Matías Tombolini (Comercio), Ariel Sujarchuk (Economía del Conocimiento) y Flavia Royón (Energía).

(*) Escrita para la edición argentina de la revista Newsweek.

Autor: REDACCION

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