Editorial

El Papa y la paz

Con reiteración nos venimos ocupando desde este espacio editorial sobre el papa Francisco, cuando ya comienza a desvanecerse la conmoción  inicial originada por la designación de un argentino como jefe máximo de la Iglesia Católica. Lo que en cambio no decae, sino que por el contrario se refuerza, es el estilo austero, las convicciones firmes, la palabra sencilla pero contundente de este nuevo Papa que llega, según lo demuestra, en el momento más preciso para producir una renovación en la Iglesia, que detenga la caída por la cual se venía deslizando en la consideración del mundo entero. Y a poco de asumido, lo va consiguiendo, habiendo abierto una puerta hacia la esperanza, quedando en evidencia la sumatoria de entusiasmo manifestada en todo el ámbito católico mundial, aquí en Rafaela también. Todo ha quedado plenamente expuesto en la reciente Semana Santa, que fue mucho más especial que otras anteriores, aun cuando el significado de su contenido siga siendo siempre el mismo, reforzado en la fe y sostenido en la esperanza.

Este puede ser el breve resumen, la síntesis de esta designación del hasta entonces Jorge Bergoglio en el papa Francisco, todo lo cual ha sido por demás analizado. Hubo hechos puntuales de muy profunda significación, cada uno de ellos destacado en su momento, como lo viene haciendo el Sumo Pontífice en cada ocasión que tiene de comunicarse con la gente.

En esta ocasión no aludió a la pobreza, al rol de los medios de comunicación, a la responsabilidad de quienes gobiernan, a la lucha contra la corrupción, sino que se refirió a la paz que el mundo clama. Fue en su primer mensaje Urbi et Orbi, el domingo de Pascua y desde el balcón central de la basílica de San Pedro. Ya pasó una semana, pero los ecos retumban, las reflexiones son atemporales, propias para diferentes tiempos, aunque este es el que nos toca vivir, estando muchas cosas en juego para el futuro de la humanidad, necesitándose de muchas voces claras y firmes para ser escuchadas, pero que por sobre todas las cosas sirvan para marcar rumbos, los que lamentablemente tantas veces fueron fuertemente desviados. Y la del Papa es hoy una de ellas, ganando en consideración en todos los ámbitos, más cuando su pensamiento está respaldado por el ejemplo, que es realmente lo que vale.

"El mundo está dividido por la avidez de la codicia" sostuvo Francisco, apuntando especialmente con su exhortación a la paz a la península de Corea, a Medio Oriente, Siria e Irak, lugares en los cuales el mundo tiene puestos sus ojos por la gravedad de los conflictos que pueden llegar a desencadenar consecuencias impensadas. Pero además también le apuntó al narcotráfico, la trata de personas y la explotación desleal de los recursos naturales del planeta, que junto a las confrontaciones bélicas ubicó como las grandes preocupaciones que tiene la humanidad, pendientes de soluciones.

Ante 250.000 personas en su mensaje "A la ciudad y el mundo" dijo el Papa "¡Cuánta sangre fue derramada", "¿Cuánto sufrimiento deberá aún ser infligido antes que se logre hallar una solución?" se preguntó, aun cuando el mundo entero sepa de las respuestas que se exigen a quienes tienen la responsabilidad de gobernar no sólo mirando los intereses a veces muy mezquinos de su propio país, sino los de la humanidad en su conjunto. Eso es parte del mundo globalizado, que hasta ahora ha tenido muy pocas respuestas frente a problemas como la alteración del medio ambiente, con consecuencias que están a la vista de todos y cuyos efectos han comenzado a modificar las condiciones de vida.

Instó el Papa a conseguir la pacificación en sitios de conflictos con alto voltaje y tácitos escenarios de guerra como entre las Corea del Norte y del Sur, la paz para israelíes y palestinos, solucionar el largo escenario bélico en Siria, también en Irak. También pidió paz para Africa, donde se desarrollan sangrientos sucesos en Mali, la República Democrática del Congo y la República Centroafricana, auspiciando además por el fin de los atentados en Nigeria. Hubo también una dura condena a los secuestros.

"Paz en todo el mundo, aún dividido por la avidez de quien busca fáciles ganancias, herido del egoísmo que amenaza la vida humana y la familia, egoísmo que continúa la trata de personas, la esclavitud más extendida en este siglo XXI".

Sin dudas, otra pieza que deja el Papa Francisco, para encuadrar y tener muy presente su contenido.

Autor: Redacción

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