Editorial

El Papa y el trabajo

Desde su asunción como jefe de la Iglesia Católica, hemos recurrido a muchas de sus acciones y de sus mensajes esencialmente para desarrollarlos en esta sección editorial, y seguramente lo seguiremos haciendo en el futuro, ya que el Papa Francisco se ha convertido -no sólo por el cargo sino por su personalidad de apertura y convocatoria- en un verdadero líder mundial, escuchado y respetado. Sin dejar de mencionar por supuesto, que quien hasta poco tiempo atrás fue sólo el arzobispo de la ciudad de Buenos Aires monseñor Jorge Bergoglio, tiene justamente por esa razón una característica y dedicatoria especial para los argentinos, que suponemos leer entre líneas cada uno de sus pronunciamientos, relacionándolo con la Argentina.

Aunque en realidad no sea de ese modo, lo cierto es que desde que Bergoglio se convirtió en Papa, se vive un clima de mayor esperanza mirando hacia el futuro. 

Esta vez, focalizamos nuestro interés en la homilía que el Papa pronunció con motivo del Día del Trabajador desde la Plaza de San Pedro, mostrando una clara indignación en contra del "trabajo esclavo", ya que el mismo va contra Dios el "no pagar lo justo, no dar trabajo porque sólo se miran los balances de las empresas y lo que se puede aprovechar".

Fue el mencionado el más incisivo discurso que se recuerde, de un Papa de la era moderna, en contra de la concepción economicista de la sociedad "que busca el provecho egoísta fuera de los parámetros de la justicia social". Esas expresiones recibieron una gran ovación de la multitud que cubrió todos los espacios para escucharlo, sabiendo de antemano que las expresiones de este Papa no son simples reflexiones de compromiso, sino que van mucho más allá, comprometiéndose fuertemente con cada uno de los temas abordados, sin temblarle la voz para apuntar a ciertos sectores que desoyen las cuestiones humanas, como la solidaridad y la comprensión, dejando en cambio paso a otra clase de intereses. Tal como en este caso de los sectores que se aprovechan de la necesidad, sometiendo a sus trabajadores a condiciones de verdadera esclavitud.

El trabajo que da dignidad debe ir de la mano del trabajo justo, ampliando en que cuando una sociedad está organizada de modo que no todos tienen la posibilidad de trabajar, esa sociedad no es justa", añadiendo sobre el tema una contundente exhortación "a los responsables de la cosa pública que hagan todos los esfuerzos para dar de nuevo impulso a la ocupación y que se preocupen por la dignidad de la persona".

Aludió Bergoglio durante su homilía a un caso muy reciente y bien claro respecto a la esclavización a que son sometidos muchos trabajadores, concretamente la tragedia de Bangladesh, donde más de 400 trabajadores murieron y otros 150 quedaron desaparecidos al derrumbarse el edificio en el cual trabajaban en condiciones infrahumanas para concesionarios de empresas multinacionales. Se mostró absolutamente indignado, mencionando además que esos trabajadores que dejaron allí sus vidas, tenían una remuneración de 38 euros mensuales. "¡Esto se llama trabajo esclavo!, sostuvo el Papa en una afirmación que se extiende mucho más allá de este lugar preciso, ya que en todo el mundo hay lugares en los que seres humanos son degradados de esta manera.

Además de estas duras reflexiones, también abordó el Santo Padre algunos otros aspectos religiosos, recordando que ese primer día de mayo para la Iglesia es la fiesta de San José trabajador, ya que en el Evangelio propuesto por la liturgia, Jesús fue llamado "hijo del carpintero", pues José, su padre terreno, era un trabajador y Jesús aprendió a trabajar junto a él.

"Trabajar es algo más que ganarse el pan, el trabajo nos da dignidad", para preguntarse poco después "¿a qué punto hemos llegado? Al punto que no somos conscientes de esta dignidad de las personas, de esta dignidad del trabajo. Las personas son menos importantes que las cosas que dan provecho a quienes tienen el poder político, social y económico. Debemos decir entonces que quien no trabaja perdió su dignidad porque no encuentra la posibilidad de trabajar".

Directamente refiriéndose a los jóvenes el Papa los instó a empeñarse en el deber cotidiano, en el estudio, el trabajo, las relaciones de amistad y la ayuda a los demás "sin tener miedo del compromiso del sacrificio".

Autor: Redacción

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